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Autor Tema: Me doy permiso  (Leído 580 veces)

lauramsagra

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Me doy permiso
« en: Julio 03, 2014, 06:24:39 pm »
Me doy permiso para no ser una ví­ctima.
Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presión o violencia, de las que me ignoran, me niegan un saludo, beso, abrazo...Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.

Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone el entusiasmo ni ser la persona  dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.

Me doy permiso para no entretener y dar energí­a a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.

Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron en la infancia. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay tambiíén mucha belleza y alegrí­a inexplorada.

Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente. No he nacido para ser la ví­ctima de nadie. No soy perfecto, nadie es perfecto y me permito rechazar  los esquemas ajenos: un hombre sin fisuras, rí­gidamente irreprochable. Es decir: inhumano.

Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de telíéfono, una palabra amable o un gesto de consideración. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia. No espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño cí­rculo de personas de las que depender. Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio.

Me permito no querer saberlo todo,  para no estar al dí­a en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta pelí­cula de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.

Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser autíéntico.

 No me esfuerzo por complacer. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.

No me justificaríé: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un dí­a señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaríé como estaríé.

Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo “normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.




Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉