Por... Stephanie Strom
El tallo del cajú, conocido como manzana de cajú, produce un jugo dulce y acre que ha atrapado la atención de Pepsi, que trabajo con productores indios para incluirlo en su cadena de suministros.
Cuando comienza la cosecha de cajú, los huertos que penden de las montañas quedan cubiertos por una brillante alfombra amarilla, naranja y roja, creada cuando los campesinos arrancan las cajúes y lanzan el tallo al suelo. Allí, las manzanas de cajú, como se conoce a los tallos, se pudren rápidamente, excepto por unos cuantos que se utilizan para fermentar un licor local llamado feni, que es popular en la vecina Goa.
Pero, esta temporada, la alfombra será más delgada porque Pepsi está apostando a que el jugo dulce y acre de las manzanas de cajú puede ser la siguiente agua de coco o el jugo de acaí.
“Los jugos de coco, de granada y de limón son populares, pero la asequibilidad se está volviendo un problema importanteâ€, notó V.D. Sarma, el vicepresidente de adquisiciones mundiales de PepsiCo India. “Así es que siempre estamos buscando nuevas fuentes de jugos que se produzcan localmente para ayudar a bajar los precios, para nosotros y para los consumidoresâ€.
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El exigente grupo demográfico conocido como milíénico, así como nuevos consumidores en la emergente clase media en el mundo, tienen un apetito incansable que está impulsando a las compañías alimentarias a experimentar a gran escala con sabores e ingredientes cuyo atractivo era local, en gran medida, hasta hace poco.
Ahora hay escasez de quinua, un cereal denso en proteínas, con un sabor parecido al de la nuez, que fue un alimento básico en la dieta prehispánica en los Andes, gracias al voraz apetito de los consumidores mundiales. La chía, una semilla rica en ácidos grasos omega 3 se puede encontrar en todo tipo de cosas, desde granizados hasta magdalenas.
A partir del año entrante, el jugo de cajú será parte de una bebida que es una mezcla de jugos de frutas y que se vende en India con la etiqueta Tropicana, que sustituye a jugos más caros, como los de manzana, piña y plátano. Al final, la compañía espera agregarlo a sus bebidas en todo el mundo.
“Podemos contar una historia en torno suyoâ€, comentó Anshul Jana, un gerente síénior de jugos y bebidas de jugo en PepsiCo India. “La manzana de cajú es exótica y atractiva, y pensamos que es un producto de calidad supremaâ€.
Los campesinos aquí están algo desconcertados por el interíés de Pepsi en sus manzanas de cajú. Si el cajú es una nuez favorita en todo el mundo, la llamada manzana de la cual crece cada nuez, casi siempre se queda en el suelo o se tira, y su fermentación comienza a las 24 horas de haberla recolectado. Y el jugo por sí mismo, si bien es altamente nutritivo, tiene abundantes taninos que le dan un sabor acre.
“Pensíé que era algo extraño que quisieran comprar las manzanas de cajú, pero no quise cuestionar una nueva fuente de dineroâ€, notó Sanyay Pandit, quien, junto con su padre Hanumant Pandit, cultiva alrededor de 300 árboles de cajú en la aldea de Kondye.
Hoy día, los brasileños son los mayores consumidores de las manzanas amarillas y rojas; se presentó un puñado de ellas en la publicidad de la FIFA para la Copa del Mundo. Sin embargo, Brasil, una importante fuente mundial de nueces de la India, solo procesa alrededor de 12 por ciento de su cosecha de manzanas de cajú al año, debido a los desafíos que presenta a causa de su corta vida de anaquel, de acuerdo con la investigación realizada por la Alianza Africana de Cajú, un organismo gremial del sector, que tambiíén busca formas de sacar partido de las manzanas de cajú.
El jugo de cajú tambiíén aparece en diversos productos locales en todo el mundo, como Cashewy en Tailandia, al que su productor publicita como “la bebida de los diosesâ€. Sitios web sobre nutrición y salud elogian su alto contenido de Vitamina C e, incluso, se dice que ayuda a quemar grasa y mejora el desempeño sexual.
Pepsi se topó con la fruta en Brasil hace algunos años, cuando Mehmud Jan, su jefe de investigación y desarrollo en el ámbito mundial, estaba trabajando ahí para levantar y dejar en marcha el negocio del agua de coco de la compañía. Un proveedor local lo llevó a un huerto de cajúes, donde vio las coloridas manzanas y se preguntó cómo podrían utilizarse.
El gran escollo, averiguó Pepsi, para cualquier uso comercial era la rápida fermentación de la fruta. “Eso es un riesgo para nosotros; no podemos tener Tropicana con alcoholâ€, notó Sarma.
Para ayudar a mejorar el cultivo, la recolección y el procesamiento rápido de las manzanas, Pepsi recurrió a la Fundación Clinton, la cual había manifestado estar interesada en los esfuerzos de la compañía para incorporar a pequeños campesinos a su cadena mundial de suministro. Los pequeños campesinos la proveen de garbanzos en Etiopía, y maíz y girasoles en Míéxico.
“Trabajamos con ellos para mejorar los cultivos y las cosechas, y ofrecerles mejores precios por sus nueces, así como crear un mercado para sus manzanas de cajúâ€, expresó Govind Ramachandran, el gerente general de Acceso Cashew Enterprise, el negocio que estableció la Fundación Clinton en diciembre pasado para llevar a cabo el programa en la India.
Los portugueses introdujeron el árbol del cajú en el siglo XVI, en la región alrededor de Goa, con la esperanza de detener la erosión de la capa superior del suelo, a la que estaban arrastrando las fuertes lluvias. Ahora, India es uno de los productores de cajú más grandes del mundo. Alrededor de tres cuartas partes de las aproximadamente 600 mil toneladas de nueces crecen en esta zona, cultivadas por pequeños campesinos con huertos de una a dos hectáreas, o 2.5 a cinco acres.
Es típico que los campesinos, que cultivan entre finales de enero y abril, almacenen las nueces y las vendan conforme necesitan el ingreso, lo que hace que las cajúes sean prácticamente equivalentes a dinero en efectivo. Sin embargo, históricamente, solo han recibido una fracción del valor final de la nuez, gracias al sistema de distribución que está lleno de intermediarios.
Acceso está remplazando parte de esa red al comprar nueces a un precio más alto y al crear un mercado para lo que hasta ahora había sido, esencialmente, basura: las manzanas de cajú.
Aproximadamente 500 pequeños campesinos en esta zona han participado en el programa Acceso, vendiíéndole sus manzanas en 2.5 a tres rupias el kilo. (Cada kilo de nueces produce de cinco a seis kilogramos de manzanas de cajú.)
La temporada pasada, los campesinos cosecharon aproximadamente 100 kilogramos de futa al día, la cual se tuvo que recolectar de inmediato en huertos remotos que es frecuente que se ubiquen en barrancos escarpados. Se transfirió a las manzanas de cajú hasta Exotic Fruits Pvt. Ltd., una planta procesadora de frutas en la ciudad de Ratnagiri, donde se lavaron, exprimieron y colaron para hacer el jugo.
Los campesinos del programa asistieron a un taller de dos días en el que se los introdujo a la Vengurla 4 y la Vengurla 7, dos variedades nuevas y más productivas de árboles de cajú que desarrollaron investigadores del gobierno indio. Tambiíén aprendieron tíécnicas y prácticas para ayudarlos a incrementar las cosechas de los árboles existentes, muchos de los cuales son de variedades nativas. Los campesinos pueden, por ejemplo, abrir zanjas alrededor de sus árboles y crear terrazas para ayudar a captar y distribuir las lluvias del monzón, que simplemente escurrirían montaña abajo.
Más de una docena de agricultores entrevistados dijeron que las ventas del fruto del cajú la temporada pasada habían incrementado sus ingresos en algo así como 20 por ciento. Uno de ellos, Ravindra Agare, dijo que pudo comprar libros de texto para sus hijos.
Los dos hijos de otro campesino, Harshad Mukadam, toman clases de inglíés que comentó que nunca habría podido pagar antes. “Me hace feliz que pueda hacer esto por ellosâ€, expresó Mukadam.
Incluso, el potencial del ingreso adicional ha alentado a campesinos como Pravin Shirke, quien no participa en el programa, a adoptar algunas de las nuevas tíécnicas.
Shirke abrió zanjas alrededor de varios de sus árboles y comenzó a desherbar y podar. Tras adoptar estas tíécnicas, pudo venderle 200 kilogramos de manzanas de cajú a Acceso, con lo cual ganó más de 400 rupias, una parte de las cuales utilizó para pagarles a los hombres que cavaron las zanjas. Con lo que le quedó, invertirá en más árboles, comentó.
No todo el mundo ha abrazado el plan. Pandit dijo que varios vecinos que cultivan cajú pasaron por el huerto de demostración que creó Acceso en una de sus parcelas y lanzaron advertencias funestas.
“Algunos de ellos tratan de asustarme, diciendo que Acceso me va a quitar mi tierra o que no me va a pagarâ€, expresó. “Yo les digo que mis cosechas han aumentado y estoy ganando más dinero, pero algunos de ellos todavía no están convencidosâ€.