La actividad económica en Estados Unidos se expandió a un ritmo anualizado del 4,2% —lo que equivale a una tasa intertrimestral del 1,02%—, con lo que mejora en dos díécimas lo que se anticipó en la primera lectura hace un mes. El dato es tambiíén mejor de lo que esperaba el mercado, que anticipaba una ligera corrección a la baja de una díécima. El fuerte repunte entre abril y junio, por tanto, permitirá a la Reserva Federal (Fed) seguir adelante con la retirada gradual de estímulos.
El detalle del indicador muestra que las empresas elevaron más de lo previsto la inversión en infraestructura y equipamiento, y que la balanza comercial hizo menos de lastre en al conjunto de la economía de lo que el Departamento de Comercio había señalado. Las exportaciones se revisaron al alza mientras que el incremento de las importaciones no fue tan pronunciado. Lo que se mantuvo estabe fue el consumo privado, que queda en el 2,5% anualizado.
El proceso de recuperación económica en EE UU, sin embargo, sigue siendo muy desigual, con la curva de crecimiento en forma de puntas de sierra: la sólida progresión del segundo trimestre contrasta con la contracción del 2,1% del primero, que se atribuye al efecto de las fuertes nevadas. Pese a ello, la Reserva Federal considera que la economía se acerca a los objetivos y por eso discute el proceso que llevará a subir los tipos de interíés.
La Fed está comprando en la actualidad deuda pública e hipotecaria a un ritmo de 25.000 millones de dólares al mes, con el objetivo de mantener desmantelado el programa de estímulo para noviembre y dejar un tiempo antes de tocar el precio del dinero. Para dar ese primer paso, necesita más datos y tener claro que la píérdida de potencial no se debe a factores estructurales.