El dinero huirá hacia lo comprensible en 2008
Luis Aparicio Píérez
Director de Contenidos de INVERTIA
La crisis financiera va cogiendo derroteros inesperados y cada vez más angustiosos. Asustan las cifras que los bancos centrales destinan a mantener engrasado el sistema y a base de tamaños talonarios han logrado enderezar esta semana el euribor que en los plazos cortos ya rozaba el 5% y en los más largos –caso del año- superaban el 4,8%. Sigue la confusión y la desconfianza.
Firmas de calificación financiera, como Standard & Poors acusadas en principio de pirómanos de la situación al mostrar un excesivo optimismo con las emisiones ligadas a vivienda, avisan ahora de que sólo ha aflorado una cuarta parte de las píérdidas subprime. Simplemente, la punta del iceberg tras la que se esconden otras tres cuartas partes que regarán de color rojo las cuentas de resultados.
Despuíés de estas apocalípticas premisas hay algunas lecciones positivas que se pueden extraer. La más favorable, sin duda, será una menor sofisticación financiera que es muy de agradecer para el conjunto del sistema y para el ahorrador particular. En los últimos años han ido proliferando productos poco entendibles cuyas rentabilidades se ligaban al devenir de un subyacente. En ese camino entre la hipotíética ganancia y el producto contratado se elaboraba una gigantes fórmula matemática en una ecuación de mil incógnitas.
La falta de demanda de lo sofisticado, de lo estructurado y de lo titulizado impedirá tambiíén que las entidades financieras se muevan en la misma dirección de los últimos años. Los expertos destacan cómo muchos inversores, con independencia de la solvencia, huyen de todo aquello que estíé ligado al mundo de la vivienda. A parte la voluntad que tengan las entidades, serán los propios clientes los que huirán de unas ofertas que nunca acababan de comprender a la perfección.
Volver a la cuenta corriente, al depósito a plazo, al fondo de inversión al que se puede comparar con el mercado en el que compra y vende activos financieros, será un placer. Todo ello con claridad, con las comisiones a disposición del todo el mundo y sin piruetas –la mayor parte de ellas imposibles- para conseguir una rentabilidad. Especialmente arcanos han sido los fondos de inversión en este periodo y así les ha ido con el dinero huyendo a lo comprensible.
Habrá otras ventajas derivadas. En gran medida esta crisis hay que achacarla a la avaricia de los grandes gestores capaces de de cualquier cosa por llegar a cobrar su bono de numerosos ceros. Asumir riesgos desmedidos, prestar a quien no se debe, comprar lo que antes estaba prohibido por el reclamo de una mayor rentabilidad se ha convertido en prácticas usuales con ese objetivo de llenarse los bolsillos al final de año. Amíén de algunas dimisiones, por cierto muy bien remuneradas, que conste que se bonus lo hemos pagado entre todos y lo seguiremos pagando. Amíén.