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Autor Tema: DEVOLVER SENTIMIENTOS AJENOS (ADQUIRIDOS EN LA INFANCIA)  (Leído 499 veces)

Scientia

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DEVOLVER SENTIMIENTOS AJENOS (ADQUIRIDOS EN LA INFANCIA)
« en: Septiembre 10, 2014, 08:19:36 pm »
http://libres-de-ser-sin-miedos-y-sin-temor.blogspot.com.es/2014/04/devolver-sentimientos-ajenos-adquiridos.html


DEVOLVER SENTIMIENTOS AJENOS (ADQUIRIDOS EN LA INFANCIA) - ALEJANDRO JODOROWSKY - Psicomagia

 Las neuronas del cerebro infantil, tal como espejos, tienen la cualidad de reflejar y almacenar los sentimientos de los padres. Crecemos sintiendo sufrimientos que no son nuestros. Tambiíén, por un deseo de pertenecerles y de ser amados por ellos, reproducimos enfermedades de nuestros antecesores. Ellos, en cambio, pueden no ver nuestra individualidad y nos convierten en sus prolongaciones. El nombre de un bisabuelo (y tambiíén su oficio) puede transmitirse al abuelo, al padre y al nieto, y en ese nombre va contenido el destino que padeciera el antepasado. Muchas veces una depresión, un fracaso, un tumor, etc., por adhesión al clan, se transmite de un familiar a otro. Para un caso de este tipo, aconsejo:

 Lo primero que el/la consultante debe decirse es «¡Este mal no es mí­o, es de tal o cual pariente!». En seguida conseguir una bola de petanca (o más, según sea la importancia del problema), y pintarla de negro (si fue un tumor o una depresión), de gris (si fue un fracaso económico o sentimental), de verde oscuro (si fue una falta de autoestima). Esta pesada bola debe llevarse a la espalda dentro de un morral siempre, excepto cuando uno se bañe o duerma en su cama. Al cabo de siete dí­as debe enviar la bola, envuelta como un regalo de navidad, a quien considera que le pertenece ese sentimiento o enfermedad invasor. La acompañará con un bello ramo de flores y una tarjeta en la que haya escrito: «Esto te lo devuelvo porque es tuyo. Nunca fue mí­o».

A una cíélebre escultora que habí­a realizado todo cuanto deseaba en su vida (prosperidad, íéxito, familia equilibrada), la aquejaban ataques de melancolí­a que le provocaban el deseo de suicidarse pegándose un tiro en la cabeza. Este sentimiento no era de ella sino de su madre, una mujer que nunca realizó su vocación artí­stica. Le aconsejíé esculpir una pistola de mármol, pintarla de negro, llevarla en su bolso durante un mes lunar y en el momento de sus reglas, enviársela de regalo a su madre, acompañada de una caja de bombones en forma de corazón.