Por... Georgi Kantchev
Ante el elevado costo de las casas, londinenses buscan opciones más asequibles y que flotan a lo largo de los 150 kilómetros de canales que hay en la ciudad. Y aunque pareciera idílico, no lo es. Si no se cuenta con un código postal, aparte de retrasar la entrega de correspondencia, pues tampoco la policía puede llegar rápido si hay una emergencia.
En el barrio de la Pequeña Venecia, en el oeste de Londres, los nombres de los botes parecen tan coloridos como su pintura. El Mayflower color carmesí se menea frente al Esmeralda, verde oscuro, no lejos del azul marino Globetrotter, amarrado detrás del Hobbit, color violeta.
La Pequeña Venecia, donde se cruzan dos de los canales más grandes de Londres, puede parecer un bolsón de tranquilidad pintoresca y un sitio dulce para un modo habitacional cada vez más popular en la ciudad: la casa flotante. Sin embargo, si se le pregunta a un residente a lo largo de los 150 kilómetros de la red de canales de Londres, lo más probable es que describa algo menos que idílico.
David Ros, quien ha vivido en su casa flotante, Elizabeth, desde el 2006, ha aguantado vejaciones, que incluyen la lucha cotidiana con los elementos y la carga de vaciar las aguas del pantoque. Hasta la falta de algo aparentemente tan trivial como un código postal puede representar un problema, ya sea por la entrega oportuna y precisa del correo o por la rápida presencia de la policía, si se la llama para que arregle algún caos en el camino de sirga.
No obstante, a últimas fechas, las casas flotantes enfrentan un problema nuevo y potencialmente mayor: la aglomeración urbana. Los precios de la vivienda en Londres siguen aumentando, alrededor de 20 por ciento en lo que va del año. Un resultado es que las casas flotantes en los canales – otrora, principalmente, una opción alternativa en el estilo de vida _, se han convertido en opciones asequibles de vivienda que se buscan cada vez más.
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SE DUPLICA NíšMERO DE CASAS FLOTANTES
“Los dos últimos años han sido una explosiónâ€, dijo Ros, de 53 años, quien trabaja en forma independiente como diseñador de sonido y vive solo en su casa flotante de una habitación. “Con el costo de la vivienda tan estúpidamente alto, hay un montón de personas nuevas, sin experiencia, en el agua. Y mucho menos espacioâ€.
Ahora hay alrededor de 3 mil casas flotantes en Londres, el doble que hace siete años, según la oficina de la dependencia gubernamental encargada, el Canal and River Trust, que supervisa las vías navegables internas de Inglaterra y Gales. Podría parecer que no es una cantidad elevada. Sin embargo, ese crecimiento está extendiendo los límites del sistema de apoyo a los canales existente, incluido el suministro de agua domiciliaria y la eliminación de desechos.
Si bien la red de canales de Londres es una de las más largas de Europa, casi del doble de la longitud de la de Amsterdam, los residentes dicen que las franjas habitables están operando casi a toda su capacidad.
“La necesidad de encontrar vivienda asequible ha tenido un efecto negativo en la vida como residente de una casa flotante; al menos para algunos de nosotros que la conocimos cuando era más tranquilaâ€, comentó Ros.
Jennifer Jones, baronesa de Moulsecoomb y militante del Partido Verde en la Cámara de los Lores en el Parlamento, es parte de una organización londinense que ha estudiado a la creciente población de las casas flotantes. Mencionó “la terrible falta de infraestructura, como regaderas, sanitarios, reciclado y hasta botes de basuraâ€.
En el informe del año pasado, titulado “Moor or Lessâ€, del cual Jones es una de los autores, se plantea que la demanda en aumento está rebasando a la cantidad de embarcaderos y otras instalaciones para las casas flotantes en Londres.
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LUGAR PARA ANCLAR
No hay disponibles suficientes sitios donde anclar en forma permanente para rentarle al Canal and River Trust o a operadores privados. Eso significa que la mayoría de los residentes de casas flotantes deben depender ahora de las licencias de “crucero continuoâ€, por las que se permite que se queden en un mismo lugar por no más de dos semanas y luego tienen que buscar el siguiente sitio de amarre disponible.
A algunos residentes, claro, no les importa vivir como nómadas flotantes en el corazón de una de las ciudades de mayor movimiento en el mundo. Aun antes de que los embarcaderos permanentes escasearan tanto, Kevin Kibbey había sido un crucero continuo por elección en los canales de Inglaterra, en los seis años desde que se retiró de la fuerza policial metropolitana de Londres. Durante los dos últimos años, ha estado navegando por los canales de Londres, donde, de día, trabaja como analista de programas informáticos.
“Significa la libertad para cambiar tu escenografía con solo encender un motorâ€, dijo mientras aplicaba una capa nueva de pintura verde oscuro a su bote, el Rymardas, mientras estaba temporalmente en la Pequeña Venecia. “La semana pasada, estaba en Kings Cross. La próxima semana voy a Notting Hillâ€.
Los canales de Londres no siempre han sido residenciales. Construidos hace más de 200 años, son parte de los 3 mil 200 kilómetros de una red de canales británicos que se extiende desde el río Támesis en Londres hasta Manchester y Liverpool, en el norte de Inglaterra. Durante la revolución industrial, el sistema de canales londinense era uno de transportación comercial crucial, por el que circulaban cinco millones de toneladas de carga al año.
Para mediados del siglo XX, no obstante, el transporte terrestre eclipsó al comercio en los canales. Estos, se volvieron atractivos para los cruceros de placer y, finalmente, para las embarcaciones residenciales.
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OPCIONES ANTE ALTAS RENTAS
Aunque los barcos siguen siendo más baratos que la mayoría de las demás opciones de vivienda en Londres – donde la renta promedio de un departamento de una habitación es ahora de más de mil 200 libras mensuales (alrededor de 2 mil dólares) – la inversión inicial en una casa flotante es considerable. Una embarcación nueva puede costar más de 100 mil libras, aunque es posible conseguir una de segunda mano por alrededor de 20 mil libras, dependiendo de la antigí¼edad y la calidad.
La licencia anual cuesta más de 10 mil libras en un embarcadero permanente, o alrededor de mil libras al año por el crucero continuo. En el último año, se ha incrementado en un tercio la cantidad de cruceros continuos a más de mil barcos, tan solo en el este de Londres, según Canal and River Trust.
“Esto es motivo de inquietud para nosotros, ya que es una presión en aumento en las instalaciones a medida que aumenta la cantidad de los barcos que las utilizanâ€, notó Sorwar Ahmed, el gerente de enlace con los residentes del Trust. “Simplemente, no se diseñó al sistema para tener tantas embarcacionesâ€.
Con el creciente número de casas flotantes, la seguridad es una preocupación en aumento porque los oscuros y aislados caminos de sirga hacen que las embarcaciones y sus residentes sean vulnerables. Los allanamientos de morada ocurren con mayor frecuencia. Si bien Canal and River Trust instaló recientemente nuevas cámaras de vigilancia, muchos residentes dicen que no se sienten seguros por las noches.
Wilf Horsfall, quien decidió vivir en un barco hace tres años porque su renta en Londres estaba “subiendo ridículamenteâ€, ha experimentado los riesgos de primera mano. Lo robaron el año pasado, a punta de cuchillo, justo afuera de su bote. “La gente tiene una visión idealizada de lo que es vivir en un barcoâ€, dijo, “pero simplemente no se da cuenta de la cantidad de riesgos que se tomanâ€.
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FALTA DE Cí“DIGO POSTAL
La dura experiencia dejó al descubierto otro inconveniente de la residencia de su elección: la falta de código postal, que, en Londres, es un número extremadamente específico que puede señalar con precisión una dirección. “Cuando llamíé a la policía, querían el código postalâ€, recordó Horsfall. “Les llevó toda la vida llegarâ€.
Aparte de la seguridad, existen otras complicaciones. Kibbey, por su parte, es rápido con una lista que incluye limpiar las híélices, llenar el tanque de diesel y el del agua y vaciar el depósito del escusado.
Jones del Partido Verde expresó que son cada vez más y con mayor frecuencia los informes de disputas entre residentes de casas comunes y de las flotantes, que implican quejas por estufas llenas de humo (muchos de los que viven en íéstas utilizan madera como combustible para cocinar) y el ruido de los motores que dejan prendidos ya entrada la noche para recargar las baterías que mantienen encendidas las luces.
Para los residentes de casas flotantes como Ros, las barreras en esa vida son inquietantes. “Vivir en un barco proporciona un magnífico estilo de vida alternativo, y se debería protegerâ€, dijo. “No debería ser un último recurso para quienes no pueden pagar otra cosaâ€.