Rodríguez, como siempre, haciendo amigos en la nación más poderosa del mundo
Rodríguez Zapatero, McCain, Obama, elecciones
@Federico Quevedo - 02/10/2008
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Imagínense por un momento que McCain gana las elecciones en Estados Unidos. No es, en absoluto, imposible. Es más, de aquí a la fecha de las elecciones es fácil que la percepción cambie y que el candidato republicano acabe alzándose con la victoria. En el fondo, en un país como Estados Unidos es más fácil que gane McCain, un político que suma experiencia y fiabilidad, que Obama quien suple esas carencias con entusiasmo y un mensaje renovador. Pero, en tiempos de crisis, no sería una sorpresa que un McCain abiertamente distanciado de un George Bush que pasará a la historia como uno de los peores presidentes de Estados Unidos, termine por sumar más voluntades que Obama. Y es que el senador de Ilinois no deja de ser una aventura, y quizás el pueblo americano no estíé en este momento para venturas. Obviamente, no quiero decir con esto que vaya a ganar McCain, ni que vaya a hacerlo Obama. No se lo que va a pasar, pero cualquiera de las dos alternativas es perfectamente viable.
Quizás llevado por el entusiasmo de que Obama se refiriera a íél en el primer debate televisivo con McCain, Rodríguez se fue a Estados Unidos, mantuvo un off the record con el consejo editorial del New York Times –convertido en el verdadero think tank de Obama-, y allí debió de decir de todo, entre otras cosas una frase que uno de los columnistas del periódico aprovechó en un artículo, algo así como que lo que le daba miedo de McCain es que volvera a resucitar la guerra fría con Rusia. Una barbaridad como todas las que suelta por su boca este personaje al que alguien debería de decirle que la prudencia es buena consejera. Si con ello pretendía echarle una mano al candidato demócrata, se ha pasado de la raya. Seguramente Rodríguez va por ahí sacando pecho por la referencia de Obama, sin darse cuenta de que, primero, el candidato demócrata ni siquiera le llamó por su nombre –solo habló del primer ministro español- y, segundo, que lo que hizo fue aprovechar una respuesta ambigua de McCain a un periódico sobre si recibiría o no en la Casa Blanca a Rodríguez, con el fin de intentar minar su supuesta superioridad en materia de política exterior.
Pero Rodríguez, que no deja de ser un inconsciente, se creyó el rey del mambo y allá que fue a Estados Unidos a sentar cátedra. El problema es que, de entrada, ni siquiera tiene ni idea de política exterior norteamericana ni de lo que pasa en aquel país. Es cierto que Obama busca diferenciarse de la Administración Bush en esta materia con respecto a la política que ha llevado Bush en Iraq. Pero, a diferencia de lo que ha ocurrido en España, donde Zapatero ha tirado por la borda treinta años de colaboración transatlántica y ha cambiado de un plumazo nuestras prioridades en política exterior, en Estados Unidos la política internacional es un asunto de Estado, y salvo cuestiones puntuales ambas administraciones, demócrata y republicana, mantienen unos principios inamovibles, y así va a seguir siendo porque, de hecho, ese es el mensaje que está trasladando Obama: puede haber cambio en las formas, pero no en el fondo. Y si Obama tiene que tener mano dura con Rusia por su actuación en Georgia, no vacilará en tenerla, al igual que hará McCain.
Es conveniente recordar que en plena Guerra Fría, fue un presidente demócrata el que llevó a cabo una de las operaciones bíélicas –fallida- más ambiciosas, Bahía de Cochinos, una decisión del afamado y bienaventurado JFK. Pero pretender que ahora McCain vaya a resucitar aquellos tiempos solo cabe en la cabeza inmadura de alguien que demuestra no tener ni idea de lo que se cuece en la política internacional. ¿De verdad se cree Rodríguez que Obama le va a agradecer el gesto si llega a la Casa Blanca? Ningún presidente americano va a ser generoso con un dirigente político de otro país que interfiere, de la manera en que está acostumbrado a hacer Rodríguez, en su política exterior. Yo no se que es lo que le lleva a Rodríguez a cometer estos errores, si su ignorancia, su audacia inmadura o su antiamericanismo antropológico, o una mezcla de las tres cosas, pero lo cierto es que si ha habido un Gobierno bajo el que la política exterior y, sobre todo, nuestro estamento diplomático, se ha visto más degradado y debilitado ha sido con íéste y con las contínuas torpezas de su presidente y del ministro de Exteriores. Como gane McCain, a Rodríguez no le invitan ni a pipas.
Nota del Autor: Como siempre, querido Carlos Sanchez, chapeau a tu columna de ayer. Pero permíteme solo una observación: confundes capitalismo con liberalismo. Es un error muy corriente en la izquierda, pero lo cierto es que no es lo mismo. El capitalismo, sobre todo eso que se ha dado en llamar capitalismo salvaje, puede ser un enemigo acíérrimo de la libertad, como se ha demostrado en múltiples ocasiones, en la medida en que antepone la consecución del máximo lucro posible a la propia libertad, incluso aceptando la intervención del Estado en la economía si con ello los capitalistas se garantizan la consecución de una mayor riqueza, razón por la que ahora defiende con entusiasmo el Plan Paulson. El liberalismo, en cambio, acepta que el Estado ponga normas a la actividad económica en la medida que esas normas permiten que se ejerza con el máximo grado de libertad posible. Eso no significa intervenir, pero sí evitar que el ejercicio de la libertad económica se convierta en un vehículo para los abusos de unos pocos
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