EFE
Por... Marc Arcas
California, el estado más poblado de Estados Unidos, ha apostado en firme por el tren de alta velocidad para adelantarse a sus necesidades de movilidad del futuro, erigiíéndose en pionera de un sistema de transporte que todavía encuentra muchos recelos en el país norteamericano.
Según los planes previstos, los dos principales núcleos de población de California, Los íngeles y el área de la Bahía de San Francisco, deberían estar unidos por la alta velocidad en 2029, logrando reducir a menos de tres horas un trayecto que en automóvil se tarda unas seis en realizarse.
"Se prevíé que en California crezcamos hasta 60 millones de personas (ahora el estado tiene 38 millones de habitantes) en 2020. Ahora mismo no tenemos la capacidad necesaria en infraestructuras para hacer frente a un crecimiento así", explicó en una entrevista con Efe la secretaria de prensa de la Autoridad Californiana para el Tren de Alta Velocidad (CHSRA), Lisa Marie Alley.
El pasado 22 de octubre, la CHSRA cerró una ronda de contactos con fabricantes de equipo ferroviario de alta velocidad previa a la licitación de un contrato para la fabricación de hasta 95 trenes que alcancen velocidades superiores a los 322 kilómetros por hora y cada uno de los cuales pueda transportar a un mínimo de 450 pasajeros.
Según indicaron a Efe fuentes de la CHSRA, un total de diez fabricantes de nueve países distintos realizaron ofertas para la construcción de estos trenes, entre ellos la empresa española Talgo.
"Esta ronda de contactos previa a la licitación fue el primer paso en firme que dimos como alta velocidad californiana para anunciar a la industria que estamos buscando trenes y explicarles quíé características buscamos", explicó Alley.
Cuando estíé completada, la línea californiana será la primera de alta velocidad real de EEUU, ya que en la actualidad la única línea que recibe esta consideración en el país es la del corredor nordeste, que circula entre Boston (Massachusetts) y Washington, DC, pero que sólo alcanza velocidades de 240 kilómetros por hora en algunas secciones, significativamente por debajo de los estándares de alta velocidad en el resto del mundo.
"Nuestro mayor reto es que estamos haciendo algo que no se ha hecho jamás en Estados Unidos. A la gente no le gustan los cambios ni le gusta lo desconocido, así que tenemos que explicar a diario los beneficios de la alta velocidad", apuntó Alley en referencia a las numerosas críticas que ha recibido el proyecto.
Los opositores al tren de alta velocidad denuncian el, a su juicio, "desorbitado coste" (las últimas estimaciones presupuestarias ascienden a 67.500 millones de dólares) de un proyecto que el estado "no necesita".
"Pese a lo que se pueda decir, en estos mismos momentos existe una demanda alta para viajar en tren, como demuestra que tres de las cinco líneas de tren convencional más usadas del país están en California", defendió Alley.
"Sin embargo, es cierto que vivimos en la cultura del vehículo privado. Nos gusta viajar en nuestros propios coches, por carreteras amplias. Pero esto no es así en la generación de los nacidos a finales del siglo XX. Estos quieren vivir, trabajar y viajar sin necesidad de tener un coche. La demanda actual es mayoritariamente joven", remarcó.
Los votantes californianos aprobaron en 2008 la construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad que transcurrirá de norte a sur del estado, uniendo sus principales núcleos urbanos como San Francisco, San Josíé, Fresno, Los íngeles, Anaheim y, en una segunda fase, Sacramento y San Diego.
En estos momentos todavía no se han instalado las primeras vías, pero según Alley, "se están poniendo las bases" con el diseño y la adquisición de terrenos para iniciar la construcción de la vía en el tramo entre las poblaciones de Madera y Bakersfield, correspondientes al área conocida como Valle Central.
Una vez completado el tramo californiano y si la nueva infraestructura es un íéxito, los promotores de la alta velocidad en Norteamíérica especulan con la creación de un gran corredor en la costa oeste que una Míéxico con Canadá a travíés de EEUU, cruzando California y pasando por otras grandes ciudades como Portland (Oregón) y Seattle (Washington).