EFE
Teresa Bouza
El gigante del vehículo compartido Uber no ha dudado en declarar la guerra a taxistas, gobiernos, compañías rivales y periodistas para convertirse en una empresa multimillonaria, pero esa estrategia combativa empieza ahora a volverse en su contra.
La compañía con sede en San Francisco, que conecta a pasajeros en docenas de ciudades de todo el mundo con conductores de vehículos registrados en su servicio a travíés de una aplicación móvil, está en el ojo del huracán despuíés de que saliesen a la luz sus planes para investigar la vida privada de periodistas.
La empresa, valorada en 18.000 millones de dólares, contemplaba invertir un millón de dólares en contratar a ocho investigadores para indagar en la vida privada de periodistas críticos con Uber como Sarah Lacy, cofundadora de la página web de tecnología PandoDaily, publicó en exclusiva esta semana la web BuzzFeed.
El objetivo, según reveló el vicepresidente de Uber, Emil Michael, en una cena privada el lunes en Nueva York a la que tuvo acceso BuzzFeed, era forzar a los periodistas a probar "su propia medicina".
Michael insistió en que en el caso concreto de Lacy podrían probar un hecho "muy específico" sobre su vida personal.
La filtración de esos comentarios desencadenó una avalancha de críticas y obligó a la empresa a pedir disculpas.
Pero lo ocurrido no es más que el último incidente en una ya larga lista de episodios controvertidos que llevaron el miíércoles al millonario inversor Peter Thiel a describir Uber como la compañía "con menos íética" de Silicon Valley.
"A veces la gente que rompe las reglas gana y otras van demasiado lejos. Creo que Uber está a punto de pasarse de la raya", afirmó en una entrevista con la cadena de televisión CNN Thiel, quien ha invertido en Lift, rival de Uber.
Entre los episodios políémicos recientes está una campaña publicitaria lanzada este año desde las oficinas en Lyon (Francia), que prometía a los pasajeros viajar durante 20 minutos en vehículos conducidos por "tías buenas" y que se anunció en la web, aunque no llegó a llevarse a cabo tras ser tachada de sexista.
La plana ejecutiva de Uber calificó el episodio como "un error de juicio del equipo local".
Por su parte, los competidores de Uber, Lyft y Gett, la han acusado de interferir en su negocio al solicitar vehículos y despuíés cancelarlos.
En concreto, Lyft dijo a CNN en agosto que 177 empleados de Uber habían pedido, y despuíés cancelado, más de 5.000 viajes para dar así la impresión de que no había suficiente servicio en el mercado.
Uber ha negado esas acusaciones, aunque sí ha reconocido que "embajadores de la firma" viajan en vehículos de la competencia e intentan reclutar conductores, una práctica que ha defendido el propio consejero delegado de la empresa, Travis Kalanick, quien dice que es cómo si uno llama a un fontanero y luego decide contratarlo.
Kalanick tambiíén reconoció, en un artículo publicado este mes por la revista Vanity Fair, que trató de ejercer influencia en la reciente ronda de financiación de Lyft al llamar a los inversores de riesgo y decirles que los que invirtieran en la empresa rival podrían tener el acceso bloqueado en Uber.
En mayo, el ejecutivo volvió a acaparar titulares al afirmar durante una conferencia tecnológica sus planes para reemplazar en el futuro a los conductores con vehículos autodirigidos.
Sus comentarios no fueron bien recibidos por los empleados de Uber, lo que hizo que Kalanick tuviese que aclarar en Twitter que los robots no reemplazarán a los conductores hasta por lo menos el año 2035.
Famoso por estar siempre listo para una pelea, Kalanick asegura que no se detendrá hasta estar presente en cada ciudad del planeta y asegura que su objetivo es alcanzar un punto en el que usar Uber sea más barato que tener un coche.
El ejecutivo no oculta, por lo demás, el desdíén por sus adversarios, entre ellos los reguladores locales: "Algunos empleados de los ayuntamientos son maravillosos, pero la mayoría son gente que no me inspira en absoluto. Me reúno con ellos lo menos posible".
Mientras, el que fuera el principal arquitecto de la elección presidencial de Barack Obama en el 2008 y en la actualidad asesor de Uber, David Plouffe, negó en Vanity Fair que la empresa tenga un problema de imagen y aseguró que cualquiera que irrumpa en un mercado y quiera cambiarlo se encontrará con que le disparan "muchas flechas".