Por… Manuel Hinds
Rusia está entrando en lo que parece será una crisis muy seria que contradice la idea que mucha gente tenía de que, como los otros países emergentes, se había convertido en una economía más fuerte que las de EE.UU. y de Europa.
La crisis la está causando una enfermedad muy propia de los países subdesarrollados: su dependencia de los precios de un producto primario, en este caso el petróleo. La industria rusa todavía muestra la herencia del ríégimen comunista y es muy ineficiente. Produce a altos costos y con muy baja calidad. Por eso, sus exportaciones industriales son muy bajas y depende tanto de los productos primarios como el petróleo, que son los que no tienen mucho valor agregado. Como consecuencia de la caída de los precios del petróleo, las exportaciones totales han caído y la moneda nacional, el rublo, se ha devaluado espectacularmente. Como se ve ha pasado de 36 a 74 rublos por dólar de agosto al 11 de diciembre de este año es decir, al doble.
Pero de acuerdo a lo que dicen los que creen que tener una moneda propia para poder devaluarla y para poder bajar la tasa de interíés es la solución a los bajones de crecimiento esta devaluación debería de tener bien contentos a los rusos. "Muy fácil" dirían estos, "hay que dejar que la moneda se devalúe para que suban las exportaciones".
Pero los banqueros centrales de Rusia son más profesionales que esto y no les gusta que el rublo se estíé devaluando, por varias razones. Una es que al devaluarse la moneda la tasa de inflación está subiendo rápidamente —lo cual es natural porque todas las cosas importadas suben de precio. Otra es que, como resultado de la devaluación, el peso de las deudas internacionales de Rusia, que están denominadas en dólares y en euros, está aumentando al mismo ritmo que la devaluación. Así, si una empresa debía, digamos 100 dólares en agosto, eso equivalía a 3.700 rublos. Ahora equivale a 7.400 rublos, o sea el doble. Esto va a ahogar en deudas al gobierno, a los bancos y a las empresas, con lo que la gente común se va a quedar sin empleos.
"¡Ahh, pero eso no es problema!" dirán los simplistas, "lo que tiene que hacer el Banco Central es bajar la tasa de interíés". ¡Pero, como muestra la gráfica 2, el Banco Central no sólo no está bajando las tasas de interíés sino que las está subiendo! El Banco Central de Rusia subió la tasa de referencia de 9,5 a 10,5 hace una semana y en la medianoche del lunes a martes la subió a 17 por ciento.
Esto debe tener confundidos a los simplistas porque no sólo Rusia sino Brasil y varios otros de los mercados emergentes están muy preocupados por las devaluaciones de sus monedas y, contradiciendo los consejos simplistas, están subiendo las tasas de interíés.
¿Por quíé hacen esto, sabiendo que al subir la tasa de interíés se desincentiva la inversión que ahora necesitan tanto para revivir la inversión y el crecimiento?
Lo están haciendo porque no tienen otra alternativa. Tienen que contrarrestar las fugas de capitales y las importaciones que están causando las salidas de dólares, y las resultantes devaluaciones porque si no las detienen les explotará una crisis profunda porque ni gobierno ni empresas ni ciudadanos podrán pagar sus deudas.
Las subidas de tasas de interíés rebajan las fugas de capital porque aumentan el atractivo de dejar el dinero en el país. Tambiíén rebajan las importaciones precisamente porque las inversiones causan importaciones, de modo que al rebajar la inversión bajan las importaciones. Es decir, para defender la moneda propia, los bancos centrales tienen que tomar medidas que ellos mismos saben que van a terminar de matar el crecimiento. Si no defienden la moneda, la crisis financiera que se les vendría encima (y que de todos modos pareciera que no podrán evitar) sería terrible. Sólo piense que Rusia está recibiendo menos dólares por la caída de los precios del petróleo, tiene fugas grandes de capital en dólares por el miedo a las devaluaciones, tiene que recortar la inversión para evitar la salida de dólares que causa la inversión, y cada vez que se devalúa el rublo se aumenta la cantidad de rublos que tienen que usar para pagar las deudas en dólares. Piense en esto y calcule el calibre de la crisis que se le viene encima.
De esta manera, los países en desarrollo que tienen moneda propia (la dinámica es distinta en los países desarrollados) tienen que aplicar políticas que deprimen la inversión y reducen la tasa de crecimiento precisamente en los momentos en los que necesitarían que las tasas de interíés fueran más bajas. Esto no es nuevo. Ha pasado siempre. Pasó en 2008-2009 cuando la crisis. Note usted cómo las tasas de interíés de los países dolarizados y los no dolarizados reaccionaron a la crisis. Los no dolarizados tuvieron que subir sus tasas violentamente, mientras que en los dolarizados las tasas permanecieron bajas.
La gráfica, pues, muestra que, en todas las circunstancias, las tasas de interíés de los países dolarizados son más bajas que las de los no dolarizados, y que, cuando se aproxima una crisis, las tasas se mantienen bajas en los países dolarizados pero suben en las de los no dolarizados, empeorando la situación en medio de la crisis. Ese es uno de los costos de tener una moneda propia. Para defenderla, hay que aplastar la inversión. Y hay que pagar tasas más altas de interíés, siempre.
Pareciera que las subidas tan drásticas de intereses que está haciendo Rusia no están logrando detener la caída del rublo, que ya se está convirtiendo en pánico. Si sigue cayendo así, Rusia tendrá una crisis peor que la de 2008, comparable a la de 1998, cuando Rusia dejó de pagar sus deudas. Quizás con esta crisis los que creen que todo se compone devaluando la moneda y bajando las tasas de interíés se darán cuenta de las realidades de la vida y de lo que pasa en la economía de la vida real.