Por…Carlos Rodríguez Braun
Poco tiempo antes de morir, Elinor Ostrom, la única mujer que obtuvo el premio Nobel de Economía, dio una conferencia en el Institute of Economic Affairs que despuíés publicó con otras colaboraciones: The Future of the Commons. Beyond Market Failure and Government Regulation, 2012.
Se ha dicho que las ideas de Ostrom podrán gustar a la izquierda, porque no tiene una posición de partida contraria al Estado, y admite que, según los casos, la mejor propiedad puede ser la privada, la pública o la comunal, que es a la que se dedicaron ella misma, su marido Vincent y el equipo que crearon en la Universidad de Indiana.
De ahí, por ejemplo, que hayan visitado y estudiado el caso de España, en particular el Tribunal de las Aguas de Valencia. Pero no estoy seguro de que a la izquierda le guste una idea central de Elinor Ostrom, que es la propiedad exclusiva: puede que no sea privada, pero no puede ser “de todosâ€, tiene que haber mecanismos de exclusión, que son fundamentales en el caso de recursos no fácilmente apropiables, como la pesca, donde no se pueden parcelar y repartir los activos individualmente. Pero eso no quiere decir que se trate de fallos del mercado que reclamen la intervención política y legislativa, intervención que a menudo socava el buen funcionamiento de soluciones alternativas, como la propiedad comunal.
En contra de la famosa tesis de Garrett Hardin sobre la “tragedia de los comunesâ€, Ostrom cree que hay mecanismos institucionales que resuelven estos problemas de los bienes públicos sin necesidad de una intervención estatal copiosa. Para colmo de incorrección, apoyan los Ostrom la idea de la “policentralidadâ€, según la cual no es cierto que necesitemos administraciones centralizadas para ahorrar costes.
Coproducción
La idea subyacente a esta noción tan aparentemente contraria al sentido común es que si hay varios niveles de la Administración habrá uno relativamente más cercano a los que a su vez están más cerca de los recursos, que suelen ser los que más saben sobre ellos. El ejemplo que pone Elinor Ostrom es el de la pesca, típico recurso que padece todas las deficiencias de los common-pool resources: apunta que cuando son los pescadores los que la organizan, el sistema que tienden a aplicar no son las cuotas de captura, como suelen hacer los gobernantes; sino limitar el tiempo de captura, el lugar y la tecnología. Este enfoque entronca con otra de sus ideas, que recela de la separación teórica y tajante entre productores y consumidores.
En realidad, en lo que llaman “sistemas socio-ecológicos†hay algo parecido a la coproducción, donde ambas dimensiones se solapan para lidiar con los problemas de los recursos comunes.
El próximo lunes veremos un caso concreto de supuestos “comunesâ€: los búfalos norteamericanos.
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