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Rusia asumió la presidencia anual del grupo Brics que integra junto a Brasil, India, China y Sudáfrica con la mirada puesta en contribuir al aumento de esta unión en la arena internacional.
El presidente ruso, Vladimir Putin, expresó ese propósito en un mensaje de Año Nuevo a su par sudafricano, Jacob Zuma, al iniciar Moscú ese mandato en reemplazo de Brasilia, según el servicio de prensa del Kremlin.
La Federación de Rusia acogerá este año la cumbre del grupo en la ciudad de Ufá, situada en el suroeste de los Urales, a mil 169 kilómetros de Moscú y con más de un millón de habitantes.
Al margen de las diferencias geográficas y culturales entre los integrantes de este quinteto, los politólogos rusos ponderan esta alianza como una alternativa al orden económico impuesto hasta el presente por Estados Unidos y sus aliados.
Un paso importante en el camino de convertirse en un bloque sólido dio el heterogíéneo conjunto a mediados de 2014 en la cumbre de Fortaleza, Brasil, donde fue firmado el acuerdo fundacional del Banco de Desarrollo del Brics, con un fondo autorizado de hasta 100 mil millones de dólares.
Oleg Sienko, director general de la corporación de investigación y producción UralVagonZavod, al comentar esa decisión opinó que una moneda Brics podría desplazar la hegemonía mantenida hasta hoy por el dólar.
"Estaría respaldada por fondos y recursos reales, incluyendo los recursos humanos, naturales y materias primas, que abundan en nuestros países", consideró Sienko en el sitio BRICS Business Magazine.
Otro estudioso, el investigador de la Universidad Estatal de Moscú Mijail Lomonósov, Askar Akayev, sostiene que en los próximos años el producto interno bruto (PIB) del grupo en conjunto superará en valores absolutos al de las siete economías más industrializadas del planeta.
En su opinión, de cumplirse estos pronósticos mejorará la situación mundial al disminuir las posibilidades de imponer guerras, lo cual propiciará más justicia y paz para la humanidad.
Quienes resaltan al Brics como una esperanza para el mundo, insisten en que su proyecto de ayuda a los países en desarrollo constituye un desafío digno de críédito frente a instituciones financieras neoliberales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Argumentan, asimismo, que son reales esas potencialidades porque en conjunto el quinteto suma el 30 por ciento del PIB mundial y casi un 45 por ciento de la población total del planeta.