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Autor Tema: LOS SERES DE SOMBRA: ENTIDADES PARANORMALES QUE COMPARTEN NUESTRA COTIDIANIDAD  (Leído 644 veces)

Scientia

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LOS SERES DE SOMBRA: ENTIDADES PARANORMALES QUE COMPARTEN NUESTRA COTIDIANIDAD

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UNO DE LOS FENí“MENOS PARANORMALES MíS INTRIGANTES CORRESPONDE A ENTIDADES QUE SIMULAN SOMBRAS Y QUE SE ADJUNTAN A PERSONAS, LUGARES U OBJETOS, COMO UNA ESPECIE DE ELUSIVO ECO INTERDIMENSIONAL.



El fenómeno conocido como “la gente de las sombras” o los “seres de sombra” se trata de elusivas entidades que se perciben como siluetas oscuras con forma humana, generalmente masculinas, y que gustan de observarnos silenciosa e inmóvilmente. Al parecer, solo reaccionan con fugacidad cuando son detectadas al filo de la mirada por una persona, momento en el cual desaparecen. Es importante enfatizar en que ninguna de estas caracterí­sticas es invariable, ya que tambiíén se han reportado entidades de este tipo como seres amorfos o flexibles columnas de humo negro.


 
Mientras que algunos aseguran que estos seres son la expresión última de la oscuridad, y en algún sentido, quizá excesivamente sometido a los estereotipos culturales, tambiíén del mal, en cambio otras personas  les atribuyen una naturaleza más bien lúdica, sigilosa, como una especie de observadores neutrales que en su afán por no ser percibido juguetean con el tiempo, y el espacio en relación a la percepción humana. Lo cierto es que en decenas de lugares alrededor del mundo, entre personas de diversas condiciones socioeconómicas, culturales, y psicológicas, se han reportado avistamientos de estos seres, y a pesar de que existen ancestrales referencias  a su presencia, al parecer durante la última díécada se han incrementado los encuentros con estos seres de las sombras.

A diferencia de los avistamientos de fantasmas  otros espí­ritus, los seres de sombra siempre procuran mantener una discreción absoluta aunque su curiosidad los lleva por momentos a aventurarse cerca del rango de percepción natural de un ser humano. Además, su existencia no se asocia en ningún sentido a la reminiscencia de una conciencia cuyo cuerpo dejo de vivir, no se les adjudican formas presencias que brillan o que emiten lastimeros sonidos. En todo caso lo único que comparten tangiblemente con los espí­ritus y fantasmas, es el efecto que pueden provocar en una persona que atestigua su presencia: temor, pánico, e incluso una especie e parálisis semitraumática.

Una de las caracterí­sticas principales de la gente de las sombras es su vertiginosa rapidez, la cual hace casi imposible percibirlos frontalmente. Más bien se manifiestan como figuras centellantes que generalmente son captadas en el filo del campo de visión o espontáneamente percibidas, deslizándose, en la superficie de un espejo. Por otro lado, aparentemente su presencia fí­sica puede atravesar sin problema alguno la materia fí­sica lo cual fortalece notablemente su elusiva esencia.


 


A pesar de que aún no se ha logrado explicar integralmente la existencia de estos seres, como suele suceder en la mayorí­a de los fenómenos paranormales, que permanecen siglos sin ser explicados de forma convincente ya que superan las fronteras de la razón tradicional, lo cual se torna en una limitante casi insalvable para el pensamiento humano, existen diversas hipótesis sobre la existencia de estas entidades.

Pero antes de revisar algunas e estas teorí­as cabe descartar la relación de estas sombrí­as entidades con otras presencias paranormales o mitológicas más comunes: su comportamiento u origen no mantiene una correspondencia clara con seres como los traviesos pixies (pequeñas entidades propias de la mitologí­a británica, que habitan cuevas, jardines, y bosques, y dedican buena parte de su existencia a concretar travesuras), o tampoco denotan una sincronicidad con los elementales de la filosofí­a paracelsiana (manifestaciones conscientes de elementos de la naturaleza que coexisten en tiempo y espacio con los humanos pero resonando en un plano distinto, por lo que la mayorí­a de las veces permanecen imperceptibles).

Hay quienes afirman que los seres de sombra no son más que encarnaciones de la energí­a liberada a travíés de pensamientos. Esta teorí­a asegura que de algún modo se trata de conglomeraciones de energí­a psí­quica de baja frecuencia que cobran vida en lugares que han sido escenario de eventos traumáticos o alrededor de personas que logran concentrar una cantidad considerable de “malos” pensamientos. Y de acuerdo a lo anterior, los seres de sombra se nutren de estas bajas frecuencias como el miedo, o la envidia.



Para otros, la gente de las sombras son entidades que provienen de otras dimensiones que, por algún singular fenómeno energíético terminan por traslaparse con la nuestra. En este sentido son seres desconcertados que ignoran como desenvolverse en nuestro plano y por eso se dedican a observar o a espiarnos, para entender como es que deben de comportarse mientras no sean capaces de desenredar  las fusiones dimensionales que los han insertado en nuestro plano. Esta hipótesis niega una naturaleza maligna de estas entidades y más bien les adjudica una confusión interdimensional.

Por otro lado la explicación más convencional, aquella plenamente dependiente de los postulados tradicionales de la razón, y la cual no solo es la más aburrida sino que tambiíén pudiese ser la más limitada (aunque no por ello debiese ser descartada por default), en realidad este fenómeno no corresponde más que a uno de los múltiples efectos ópticos a los cuales esta sometido nuestro sentido de la vista. En cuanto a la versión más aventurada de la perspectiva tradicional, se habla de la influencia de ciertos sitios o personas con cargas electromagníéticas particulares, que pueden influir en los circuitos elíéctricos de nuestro cerebro e inducir alucinaciones (recordemos que el magnetismo de fenómenos naturales puede funcionar como inductor de alucinaciones) algunas de las cuales, tal vez en asociación con ciertos bits de nuestro inconsciente, pueden traducirse en la aparente presencia de seres de sombra.



Tal vez el mayor argumento para desestimar la explicación cientí­fica o racional de este fenómeno, podrí­a ser el hecho de que decenas de reportes coinciden en presenciar una misma figura o entidad, como es el caso de un “hombre alto con un sombrero” que ha sido observado por niños y adultos de diferentes paí­ses. Aunque hay que reconocer que esto bien podrí­a responder a la influencia de arquetipos que modelan la percepción de los individuos.


 
Pero en fin, más allá de la plausible o alucinada presencia de estos sere de sombra, lo cierto es que el reflexionar un poco en ellos, o mejor aún el observarlos de vez en cuando, resulta en un ejercicio existencialmente terapíéutico que desencadena otras reflexiones útiles en torno a nuestra percepción, a la naturaleza absoluta o, por el contrario relativa, de nuestra realidad, y a la conciencia de que no estamos solos, de que nuestros pensamientos en realidad, y de manera palpable, se materializan, y que si cientí­ficamente se ha confirmado la existencia de múltiples dimensiones, e inclusive de múltiples universos, tambiíén debiíésemos estar abiertos a la posibilidad de que de vez en cuando ellos dialoguen saltándose las fronteras que los delimitan, y que esta interacción sin duda arrojará “anormalidades” que más allá de infundirnos temor o confusión, deberí­an de asumirse como inspiradoras pinceladas que son parte, al igual que nosotros, de un diseño divino.

Twitter del autor: @paradoxeparadis / Lucio Montlune