http://lamenteesmaravillosa.com/8-senales-de-que-estas-dando-demasiado/8 señales de que estás dando demasiado
Ayudar a tus seres queridos es una cualidad del carácter. Pero puede pasar que nuestras buenas intenciones se vuelven inútiles y disfuncionales. La solución no es dejar de ayudar por completo,sino límites cuando estíén abusando de ti. A continuación te doy algunas señales de alerta que te ayudarán a saber cuando estás dando demasiado.
1. Es cada vez más evidente que tu ayuda fomenta codependencia, irresponsabilidad, incompetencia o mal carácter
A veces tenemos que enfrentarnos al hecho de que nuestras buenas intenciones han ido mal. Esto es obvio cuando continuamente ayudas a la misma persona, incluso si gastas tus propios recursos. Una ayuda saludable promueve el crecimiento de los demás, la independencia y el desarrollo de su potencial. Usa tus energías y recursos para ayudar a la gente y causas que verdaderamente se beneficiarán.
2. La otra persona ha violado numerosos acuerdos, siempre pide ayuda y no ha utilizado la ayuda de hacer lo prometido
Es hora de dejar de creerles y dar oportunidades a quienes han demostrado no valorarlas. Al menos hasta que tengas pruebas sólidas de que está listo para usar tu ayuda para avanzar en su vida, no deberías ayudarle más. Continuar solo hará que esa persona siga fallando y tú te sentirás enojado y resentido.
3. Tu ayuda provoca que la otra persona se estanque en su vida diaria y habilidades profesionales
Puedes ser muy útil al crear procesos que faciliten el avance de tus amigos en ciertos aspectos. Pero si esta ayuda es desmedida, los condenas a no aprender a desarrollar sus capacidades. Además evitas que desarrollen nuevas habilidades y que descubra o explore todas sus capacidades. Esto tambiíén aplica a los padres sobreprotectores que evitan cualquier fracaso a sus hijos. El fracaso es vital para crecer.
4. Para ayudar debes cometer un acto deshonesto o comprometes tu integridad
Engañar a otros para ayudar a un amigo o decir mentiras por íél son dos ejemplos de actos poco sanos. No puedes ayudar a alguien si eso te hará decepcionar a otros, guardar secretos muy graves o faltar a tu código moral. Lo peor es que si continúas podrías encontrarte bajo una bola de mentiras que en verdad te afecten.
5. Te sientes manipulado para ayudar
A veces resulta tan obvia la manipulación que realmente nos sentimos incómodos. Pero si eres una persona que se siente culpable de decir no, podrías no hacer caso a ese instinto. Solo recuerda que la manipulación es el signo de que alguien busca sacar ventaja de ti. Analiza la situación y si de verdad te incomoda dar esa ayuda, evítalo.
6. Ya se ha vuelto imposible seguir prestando ayuda
El límite de la ayuda es ese punto en el que comienzas a sacrificar tu salud física o mental, tu bienestar económico o faltas a tus principios. A veces es necesario evitar ayudar cuando realmente no tienes nada que aportar sin ponerte en riesgo. Solo puedes ayudar si tú estás bien.
7. Tus relaciones se deterioran o simplemente se ven dañadas irremediablemente
La ayuda que des a los demás tambiíén te hace crecer y mejorar en tus relaciones. Si estas comienzan a verse afectadas con fraudes, conflictos, sentimientos de obligación o resentimiento son un problema.
Puede bastar con alejarte un poco para ver la situación desde otra perspectiva. En el peor de los casos, la relación puede estar fracturada en su totalidad. Si esto pasa, pocas veces has algo que hacer pero al menos te habrá quedado la experiencia.
8. Tu ayuda evita que la otra persona estíé sana
Por mucho que seas una persona optimista, hay que aprender a admitir cuando alguien tiene problemas o desafíos son más grandes que tú y requieren ayuda profesional. Retirar la ayuda puede ayudar a que la otra persona se haga con el control y enfrente su situación. Tu ayuda será más útil si logras que la otra persona conecte con los recursos profesionales adecuados. Estos pueden ser un tratamiento, hacer ejercicio, llevar una dieta sana, etc.
Crecemos en una sociedad donde nos enseñan que dar nos hace buenos ante los demás. Pero pocas veces nos enseñan a poner límites y crecemos sin hacerlo. Estos límites son los que nos hacen sentir más seguros y garantizan que al dar no nos perdamos.