Por... Martha Andríés
El Fondo Monetario Internacional (FMI) pidió a Portugal mantener el camino del ahorro y las reformas emprendidas a raíz del rescate financiero, con el objetivo de continuar la recuperación económica.
Mientras la nación lusa se prepara para celebrar elecciones legislativas en octubre próximo, y tras los resultados de los comicios realizados este mes en Grecia, el organismo financiero advirtió a Lisboa sobre el peligro de anunciar medidas con propósitos electorales.
Como ya se ha visto en los últimos meses, el período preelectoral no es propicio para iniciativas de reforma valientes, pues se espera que aumente la tentación de adoptar políticas populistas, expresó el FMI al Gobierno portuguíés.
La credibilidad lograda por las autoridades lusas y las actuales condiciones de mercado ofrecen una limitada oportunidad de avanzar con estrategias que permitan un mayor crecimiento y, al mismo tiempo, protejan de estos riesgos, consideró la institución.
En el primer informe de vigilancia realizado por la entidad luego de que concluyera el rescate al país europeo en mayo de 2014, el FMI apuntó que pese a los logros alcanzados por Lisboa, el país sigue enfrentándose a desafíos significativos.
Para el organismo, la nación tiene una importante carga de deuda pública y privada, apagadas perspectivas de crecimiento y significativas vulnerabilidades subyacentes.
Con esas advertencias, el FMI busca evitar un panorama similar al existente hoy en Grecia, donde el nuevo Gobierno encabezado por el partido de izquierda Syriza quiere una reestructuración de la deuda adquirida a partir del rescate financiero otorgado a ese país por la troika de acreedores internacionales.
Esa tríada, integrada por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, concedió a Portugal en 2011 un paquete de asistencias por 78 mil millones de euros.
A cambio de ese príéstamo, la troika exigió al Gobierno conservador de Pedro Passos Coelho la adopción de reformas estructurales que incluyeron fuertes recortes de empleo y de servicios públicos, entre otras medidas impopulares.
Tales estrategias provocaron multitudinarias manifestaciones de rechazo en diferentes ciudades portuguesas, ante el empeoramiento de las condiciones económicas y sociales de los ciudadanos.
Entidades como la Organización Internacional del Trabajo calificaron de crítica la situación lusa debido al impacto de las fuertes medidas de austeridad dirigidas a enfrentar la crisis, que provocaron niveles ríécord de desempleo y fuerte disminución de inversiones productivas.