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Autor Tema: FRECUENCIAS VIBRATORIAS. DEL SER HUMANO  (Leído 834 veces)

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FRECUENCIAS VIBRATORIAS. DEL SER HUMANO
« en: Marzo 02, 2015, 08:11:45 pm »
FRECUENCIAS VIBRATORIAS. DEL SER HUMANO

https://virgiliotovar.wordpress.com/2013/11/12/frecuencias-vibratorias-del-ser-humano/

La verificación del legado maya le da credibilidad a su información sobre estos tiempos

Los mayas demostraron tener credenciales más que suficientes para dar total credibilidad a su información sobre nuestros tiempos. Verificamos la exactitud de su legado cientí­fico, sus extraordinarias matemáticas, su impecable astronomí­a y examinamos los instrumentos increí­blemente precisos –a pesar de su asombrosa sencillez– con los cuales registraron sistemáticamente los movimientos concatenados de la Tierra, el Sol, la Luna, los planetas y las constelaciones. Evidencia cientí­fica –encontrada en los hielos de la Antártida– nos permitió verificar su información sobre la existencia de un Gran Ciclo Cósmico y su relación con pulsos periódicos de energí­a del Centro de la Galaxia; los cuales han inducido incrementos en la irradiación solar que han ocasionado destrucciones sucesivas del orden desarrollado sobre la Tierra. Verificamos tambiíén la relación que ellos encontraron del Gran Ciclo con las constelaciones –a travíés de la Precesión de los Equinoccios– cuyas distintas influencias energíéticas provocan los cambios de Era y estados de ser, puntos de vista, atributos y caracterí­sticas predominantes en el hombre.

Entendimos como, gracias a las comprensiones obtenidas, diseñaron una serie de calendarios y un zodí­aco con los cuales ajustaron su vida al Universo. Verificaron que la realidad tiene un orden inherente, que existe un Plan Supremo el cual genera –en sincroní­a con el Universo entero– una secuencia de eventos y de movimientos cí­clicos de los astros para inducir cambios de estado en nuestro interior. Su propósito es potenciar la evolución de nuestra consciencia y garantizar nuestra iluminación. De las certezas que encontraron sobre la unidad y la conexión entre todo lo que existe, y las sincronicidades entre todo lo que sucede, surgió su filosofí­a. Su comprensión de que aún lo inaceptable es perfecto, puesto que potencia el perfeccionamiento del ser humano, porque tambiíén es necesario experimentar la desarmoní­a para comprender la importancia de evitar las conductas y creencias que la generan.

Ahora sabemos que todo ese conocimiento fue el fundamento de sus profecí­as de crisis y cambio para nuestros tiempos y de su advertencia sobre la llegada del corto perí­odo de intensa transformación que llamaron “El Tiempo del No-–Tiempo”. Perí­odo íéste que podrí­amos identificar y precisar de varias maneras: porque tiene lugar al finalizar su Cuenta Larga; porque coincide con un tránsito de Venus frente al Sol y con un incremento súbito en su irradiación; porque simultáneamente ocurren Eventos de Destino planetario ocasionados por la naturaleza y porque muchas circunstancias confluyen para generar un cambio rápido y profundo del orden existente. Ese cambio es el resultado de una gran transformación que está ocurriendo en la consciencia de millones de seres humanos; transformación interior en cada uno de nosotros que tiene la potencia para manifestar la Nueva Era de luz que ellos anunciaron. Y, como veremos, el Universo entero está colaborando para que esto suceda.

La información está generando profundos cambios en nuestra consciencia

Tal y como ocurrió con la aparición de la imprenta –que inició una divulgación sin precedentes del conocimiento e impulsó el paso del geocentrismo (la Tierra como centro del Universo) al heliocentrismo (el Sol como centro del Universo) y generó el fin de la oscuridad de la Edad Media y la llegada del renacimiento– la internet está gestando la consolidación del banco de la memoria colectiva de la humanidad, permitiíéndonos el acceso sin restricciones, libre e instantáneo, a millones de publicaciones con las investigaciones de millones de personas en todos los campos del conocimiento. Información que amplí­a nuestra consciencia, está pasando del dominio individual al dominio público, catalizando la transformación de millones de personas.

La información encontrada por la comunidad cientí­fica sobre el mundo subatómico, tambiíén está generando una profunda revaluación sobre cómo funciona la realidad: De una visión determinista –sin libre albedrí­o– en la que siempre se podí­an saber exactamente los efectos de toda causa, pasamos a una visión cuántica –que posibilita el libre albedrí­o– en la cual sólo se pueden establecer las probabilidades de lo que puede suceder; y siempre cabe la posibilidad de una sorpresa. Además, la fí­sica estaba basada en la premisa de que los fenómenos de la naturaleza y la manera cómo funciona la realidad no tení­an ninguna relación o correspondencia con lo que pensaran los hombres. Eran piezas separadas e independientes; lo verdadero era objetivo, medible y sólido; lo demás era subjetivo, creencias sin importancia. Sin embargo, para sorpresa de todos, se comprobó sin lugar a dudas que la consciencia afecta la realidad y lo que sucede. Distintas maneras de pensar generan diferentes resultados, diferentes comportamientos del mundo fí­sico. Increí­blemente, la fí­sica se está viendo obligada a acercarse nuevamente a la filosofí­a, de la cual se separó hace cientos de años. Esto nos ha permitido confirmar que creamos nuestra propia realidad dependiendo del nivel de información y de las creencias que tengamos instaladas en la mente. Atraemos por sincronicidad a las personas y los eventos que necesitamos para aprender, y todo esto sucede para que comprendamos lo que realmente significa el Amor. Sucede para que comprendamos que, al actuar basados en sus caracterí­sticas esenciales (la neutralidad, el respeto, la tolerancia y la flexibilidad), encontraremos la felicidad. De pensar que íéramos ¨máquinas¨ perfectas, totalmente desconectados los unos de los otros, esta nueva información sobre el mundo subatómico nos ha llevado a comprender cómo la humanidad tiene una mente colectiva, resultante de la conexión –a la velocidad del pensamiento– de todas nuestras mentes individuales. Cómo se establecen las sincronicidades de aprendizaje, las conexiones mágicas y las relaciones entre unos y otros. De esta manera, la mente colectiva une a los que no tienen información con los que sí­ la tienen, esto permite que los primeros aprendan y mientras los segundos prueban su neutralidad y su tolerancia. Los mayas quienes sabí­an lo conectados y unidos que estamos, lo expresaban y lo reforzaban de manera consciente con su saludo diario: ¨Yo soy otro tu¨, y su respuesta: ¨Tu eres otro yo¨.

Toda esta información ha hecho que veamos la realidad más dúctil, más mágica… Las posibilidades de cambio son ahora insospechadas. Se está manifestando –de manera aún incipiente– una espiritualidad innovadora que sintetiza las mas altas intenciones e ideales de todas las religiones. Cada vez vemos más claro que el gran cambio interior se basa en dos premisas: La primera es, que debemos evitar los pensamientos negativos, puesto que ahora sabemos que atraemos lo que pensamos; La segunda es, que debemos dejar de ser ví­ctimas para asumir la responsabilidad sobre lo que ocurre en nuestra vida, puesto que solo así­ â€“comprendiendo que somos nosotros quienes creamos nuestra realidad– podemos transformarla.

Las nuevas tecnologí­as tambiíén impulsan la transformación de la consciencia

Innovaciones tecnológicas –telescopios y satíélites en órbita, viajes espaciales, escáneres, microscopios, aceleradores de partí­culas– han ampliado el rango de nuestra percepción hacia lo macro y hacia lo micro y, por ende, de nuestra consciencia. Las comunicaciones y el internet están borrando las fronteras entre los paí­ses; han hecho posible la interconexión instantánea, el trabajo en grupos multinacionales y la globalización que están haciendo obsoletas las nacionalidades y nos están acercando cada vez más a la aparición del hombre planetario.

La información, la tecnologí­a y la interacción entre la gente generan profundos cambios de consciencia

La tecnologí­a y la información están impulsando cambios sustanciales en nuestra consciencia; generando una nueva manera de pensar, nuevos valores y prioridades en conflicto con los tradicionales. Cambios que nos están forzando a tomar consciencia de que todos los sistemas que integran nuestra sociedad son tan fuertes como el más díébil de sus eslabones. Esta comprensión está interconectando las responsabilidades que todos tenemos sobre el bienestar colectivo, uniíéndonos y haciíéndonos más coherentes e í­ntegros. Nuestro planeta se ha convertido en una gran aldea.

La cantidad de gente es otra de las variables que impulsan nuestro cambio interior, puesto que –aunada a la mayor libertad individual en todo el planeta– permite una mayor interacción que pone a prueba los sistemas de creencias, genera conflicto y resultados equivocados que –al buscar corregirlos– impulsan la evolución de la consciencia. La ventana de transición ya está abierta; hay muchos factores que impulsan una revaluación de lo establecido y un cambio acelerado en nuestra consciencia. Ahora, cabrí­a preguntarnos: ¿Podemos establecer la fecha exacta del momento en que termina ese intervalo de profundo cambio? ¿Habremos alcanzado ya la masa crí­tica necesaria de seres humanos autotransformados para instaurar el nuevo orden que profetizaran los mayas? ¿Acaso, existe algún otro factor –no contemplado hasta ahora– que genere un cambio masivo, sin provocar situaciones de muerte y destrucción?
Experimentamos un perí­odo de cambio rápido e intenso, pero su propósito aún no se ha cumplido

Una inscripción en Tortuguero, Tabasco, señala el 13.0.0.0.0 como la fecha en que termina la Cuenta Larga. Dí­a que tambiíén referenciaron en el calendario Tzol’Kin” como “4 Ahaw“ y en el calendario solar “Haab” como “3 K’an K’in”. Fecha íésta que, en nuestro calendario, corresponde al 21 de diciembre del 2012. La estela dice que ese dí­a habrán de ascender al mundo del hombre –desde su hogar en el inframundo– los “B’olon Ti K’uh”, los “Nueve de Dios” (divinidades encargadas de generar los Eventos de Destino con los que el hombre aprende y evoluciona). Esto podrí­a interpretarse de dos maneras: La primera, serí­a que en ese dí­a termina “El Tiempo del No-–Tiempo” –el momento evolutivo de cambio rápido e intenso en el punto intermedio del Gran Ciclo Cósmico– y que estas divinidades ya habrí­an cumplido con su propósito de impulsar la evolución de la humanidad. Querrí­a decir entonces, que ya tendrí­an que haber ocurrido profundos cambios en el interior de miles de millones de hombres; los suficientes para generar una transformación colectiva y un nuevo orden sobre la Tierra. Esta opción parece bastante improbable, puesto que –para generar un cambio masivo en los dos años que restan antes del 2012– tendrí­an que sobrevenir una cascada de situaciones tremendamente difí­ciles; de amenaza o de muerte a gran escala, que impulsaran un cambio en la consciencia de mucha gente. Este cambio masivo bien podrí­a ocurrir, de aparecer “Eko Kan”, el cometa profetizado por los mayas –que la Biblia llama Ajenjo– el cual podrí­a convertirse en un catalizador de grandes cambios, si por su tamaño y dirección amenazara con impactar la Tierra generando un pánico colectivo.

Otro Evento de Destino planetario bastante más probable, podrí­a ser ocasionado por las decisiones equivocadas de nuestros lí­deres ante el problema aún no resuelto entre Israel y Palestina, que desataran una tercera guerra mundial. Problema íéste, que ya generó el primer Evento de Destino planetario de nuestros tiempos con la destrucción de las torres gemelas en Nueva York. Esta probabilidad –descrita por San Juan en el Apocalipsis– involucrarí­a al menos a Siria e Irán (Gog y Magog) que –aliados con el oso ruso (Rosh)– se enfrentarí­an a Israel y a los Estados Unidos, cuyas tropas ya se encuentran en Irak. Esto ciertamente podrí­a generar los cambios profetizados, pero –por fuerza– nos llevarí­a a la segunda manera en que podemos interpretar el ascenso de los ¨B’olon Ti K’uh¨, la cual implicarí­a que “El Tiempo del No-–Tiempo” realmente no termina, sino que comienza en el 2012, puesto que una guerra como esa podrí­a durar varios años. Sin embargo, este escenario conllevarí­a aceptar la destrucción de las dos terceras partes de la humanidad, como la Biblia dice habrá de suceder. Es decir, algo menos del nivel de destrucción que habrí­a ocasionado el diluvio universal. Sin embargo, esto no corresponde a un momento como el actual, en el cual la naturaleza y el planeta potencian un salto evolutivo para la consciencia de toda la humanidad.

Estamos comenzando a experimentar cambios fí­sicos fundamentales capaces de provocar una ampliación en el rango de nuestra percepción y del estado de ser en el que nos relacionamos los unos con los otros y con el planeta. Esto comenzará a revelar una realidad, hasta ahora no visible, lo cual puede generar un cambio muy rápido y dramático en la manera como nos relacionamos y como funciona nuestra sociedad.
Comenzamos a experimentar los efectos del aumento en la frecuencia residente del planeta

Desde 1992, viene registrándose un aumento en la actividad del Sol. Como consecuencia, el Sistema Solar ha recibido una inusual cantidad de energí­a que ha producido dramáticos cambios climáticos y electromagníéticos en todos los planetas. En la Tierra, este incremento de energí­a, además de producir un evidente cambio climático, ha mantenido sobrecargada elíéctricamente la capa exterior de la atmósfera –a la que llamamos ionosfera– la cual absorbe la mayor parte de la energí­a ultravioleta irradiada por el Sol. Este incremento en la cantidad de energí­a acumulada aumentó la tensión elíéctrica que normalmente ha existido entre la ionosfera y la corteza terrestre. Tensión que siempre se ha descargado a travíés de un flujo vertical y constante de energí­a, generado por miles de rayos y centellas (50 x segundo) los cuales caen a tierra a travíés de 1.200 tormentas elíéctricas que ocurren simultáneamente alrededor del planeta. A raí­z de este incremento en la irradiación solar y en la energí­a acumulada en la ionosfera, los rayos y las tormentas elíéctricas se incrementaron a casi el doble (100 rayos x segundo y aproximadamente 2.000 tormentas elíéctricas) lo cual, como veremos, está comenzando a producir importantes cambios fí­sicos y sí­quicos en toda la humanidad.

Esta capa exterior esfíérica, ubicada a 100 km de altura alrededor del planeta, actúa como una superficie reflejante que conforma –conjuntamente con la esfera de la corteza terrestre– una cavidad cerrada que contiene a la atmósfera. La actividad elíéctrica en el interior de esa cavidad –generada por la descarga continua de rayos– produce un latido regular que es como el ¨pulso¨ del planeta. Todos los seres que convivimos en esa cavidad estábamos acostumbrados a ese latido regular –que durante los últimos 2.000 años habí­a pulsado a un ritmo constante de 8 oscilaciones por segundo– al cual se habí­an ajustado nuestros patrones de crecimiento y todos nuestros procesos biológicos. Esta pulsación de baja frecuencia vibratoria y muy larga longitud de onda, es la frecuencia fundamental de oscilación residente en la atmósfera terrestre que los cientí­ficos llaman frecuencia de resonancia Schumann. Es una frecuencia de resonancia por dos razones: La primera, se debe a que la forma de cavidad cerrada obliga a las ondas a adoptar una forma esfíérica estacionaria, que envuelve la Tierra y mantiene la posición en que oscila, de manera constante. La segunda, se debe a que las ondas esfíéricas estacionarias generadas, se ordenan de manera natural en una escala de frecuencias vibratorias resonantes; las cuales guardan una relación armónica entre sí­, de manera semejante a las cuerdas de una guitarra. Las otras frecuencias son ¨filtradas¨ y excluidas por la forma y las dimensiones fí­sicas de esta cavidad, lo que conforma un sistema de 7 ondas esfíéricas escalares resonantes. Algo similar a lo que sucede en el interior del átomo, donde los electrones se mantienen girando, sin perder su energí­a, al ubicarse ordenadamente en órbitas fijas a distancias armónicas y escalares del núcleo. Estas ondas estacionarias se ajustan a 7 frecuencias básicas (5, 8, 13, 21, 34, 55 y 89 oscilaciones por segundo) que guardan entre sí­ una relación escalar, armónica y divina, porque forman parte de la Progresión Matemática Sagrada (0,1,1,3,5,8,13, 21,34…) estudiada por Fibonacci, la cual ordena todos los ciclos y sincroní­as de la naturaleza y –en combinación con la Proporción Geomíétrica Aurea– ordena todas las formas generadas en el Universo. Quiere decir entonces, que la cavidad entre la ionosfera y la tierra, contiene 7 ondas estacionarias que oscilan a 7 frecuencias vibratorias resonantes distintas; 7 diferentes estados de Ser, uno de los cuales es el estado que mantiene habitualmente, por lo cual se le llama frecuencia de resonancia fundamental o predominante del sistema. Frecuencia que, hasta 1999, era de 8 oscilaciones por segundo.




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Re: FRECUENCIAS VIBRATORIAS. DEL SER HUMANO
« Respuesta #1 en: Marzo 02, 2015, 08:12:52 pm »
Cavidad entre la Ionosfera y la corteza terrestre.
Contiene las ondas esfíéricas estacionarias resonantes, ocasionadas por el flujo vertical de rayos en miles de tormentas elíéctricas que suceden simultáneamente alrededor del planeta.


Las frecuencias esenciales del planeta guardan una correspondencia con nuestras ondas cerebrales

Esas 7 frecuencias estacionarias de vibración guardan una correspondencia exacta con las ondas que emite nuestro cerebro en distintos estados de ser. Millones de neuronas se unen y se comunican a travíés de pequeños impulsos elíéctricos, generando enormes circuitos que pulsan –a frecuencias entre 0,5 y 90 oscilaciones por segundo– dependiendo del tipo de proceso que estemos realizando. Estos pulsos se conocen como ondas cerebrales y pueden ser detectados y registrados en un electroencefalograma. Como el mismo planeta, somos seres fundamentalmente electromagníéticos.

Las ondas cerebrales resuenan con las frecuencias residentes en la atmósfera del planeta

Las ondas emitidas por nuestro cerebro –como consecuencia de los estados de ser que experimentamos– y el latido regular del planeta siempre han tenido una relación y una conexión inherentes; lo cual es apenas lógico, puesto que somos hijos de la Tierra. Antes de 1992 –cuando aún no habí­an comenzado los cambios generados por el aumento en la irradiación solar– siempre que nuestro cerebro emití­a ondas Teta, las cuales oscilan entre 4 y 8 veces por segundo, entrábamos en resonancia sagrada con la frecuencia residente de 8 pulsaciones por segundo que en ese entonces tení­a la Tierra. Al oscilar ambos a la misma frecuencia, se producí­a una conexión planeta–cerebro, que transferí­a energí­a vital a nuestro interior e inducí­a bienestar, liberaba tensiones, nos sincronizaba totalmente con nuestro entorno y nos conectaba de manera no consciente con los demás seres humanos.

Estas ondas Teta sólo son producidas por nuestro cerebro cuando estamos dormidos y en sueños, con los sentidos enfocados hacia el paisaje mental interior y receptivos a información procedente del inconsciente. Tambiíén irradiamos ondas Teta cuando adoptamos un estado de quietud deliberada, a travíés de la oración o de la profunda meditación, que generan un estado de total relajación, plenitud y armoní­a.

Sin embargo, a partir de 1992, la mayor irradiación del Sol aumentó la descarga de energí­a por rayos y tormentas elíéctricas que activó un cambio en el estado fundamental de Ser del planeta.
Su latido habitual se aceleró y ha pasado de las 8 pulsaciones –que habí­a mantenido durante los últimos 2.000 años– a las 12,8 pulsaciones por segundo que registra actualmente. Se espera que al llegar al 2013 ese latido se estabilice –por otros 2.000 años– en 13 pulsaciones por segundo, casi el doble de rápido del pulso vital al que estábamos acostumbrados. Esto quiere decir que el aumento en la frecuencia fundamental residente en la atmósfera, no es casualidad. El paso de 8 a 13 pulsaciones por segundo se ajusta a las cifras de la Progresión Matemática Sagrada y forma parte del Plan Supremo que ordena la sucesión de eventos y circunstancias que impulsan la evolución de la consciencia de toda la humanidad. Cambio que tambiíén se relaciona con el paso de la constelación del Jaguar a la del Halcón en el zodí­aco maya, y de la constelación de Piscis a Acuario en el zodí­aco egipcio. Este paso –que tendrá lugar en el 2013– establece los atributos y caracterí­sticas sobre la Tierra, para los próximos 2.000 años, al cambiar el tipo y la frecuencia de la energí­a que recibimos de las estrellas.

Sabemos, por estudios del cerebro humano, que cada frecuencia vibratoria y cada onda cerebral corresponde a un diferente estado de Ser. Si interpretamos lo que está sucediendo con base en la ley de correspondencias que ordenan al Universo –la cual enuncia que “como es abajo es arriba”– y con la comprensión de que la Tierra es tambiíén una entidad electromagníética, un ser vivo que tiene consciencia, podemos inferir que su estado de ser está experimentando un cambio fundamental. El estado de consciencia habitual de ese enorme ser sobre el que vivimos, está cambiando. Está pasando de un estado inconsciente en el que su campo electromagníético oscilaba a 8 vibraciones por segundo, a uno consciente en el que oscila a 13 vibraciones por segundo. Pareciera que el planeta hubiera despertado y se estuviera espabilando; como si hubiera salido del estado de sueño en el que estaba y estuviera ahora consciente y alerta. Como consecuencia, el tipo de conexión que los seres humanos establecemos con el planeta tendrá que cambiar fundamentalmente.
Esto explicarí­a por quíé, hasta 1999, solo podí­amos relacionarnos con el planeta –entrar en la resonancia que amplifica nuestra energí­a vital– cuando estábamos dormidos y en sueños, en estado Teta, conectados al subconsciente o en profunda meditación, con la mente en blanco y con nuestros sentidos totalmente desconectados del exterior. La mayorí­a de la población, recibí­a en sueños reveladores –en los que normalmente aparecí­a un personaje que daba credibilidad y trascendencia al mensaje– la inspiración y la información procedentes de nuestro espí­ritu y del Maestro Ascendido que guí­a nuestra evolución. Sin embargo esto sucedí­a sin nuestra participación deliberada y consciente. Por otro lado, una minorí­a más avanzada –comprometida con un esfuerzo por autotransformarse y consciente de la importancia de incrementar el control de su mente– podí­a recibir esa información a travíés de intuiciones –encuentro súbito de verdades sin participación de la razón– despuíés de una profunda meditación en la que llegaba voluntaria y deliberadamente al estado Teta. Unos pocos –quienes tení­an el conocimiento, el entrenamiento y la disciplina– realizaban esa conexión con el planeta y con las jerarquí­as del universo a travíés de Sueños Lúcidos; en los cuales la consciencia puede crear, controlar y dirigir lo que sucede en esa realidad mágica y dúctil que depende enteramente de la mente y que opera con todas las fuerzas y posibilidades que surgen del inconsciente.

Este planteamiento tambiíén nos permite entender por quíé ahora –tan cerca del 2013 y de llegar a las 13 oscilaciones por segundo– podemos establecer la misma resonancia, estando totalmente despiertos, alertas y conscientes, aunque deliberadamente tranquilos y relajados; bien sea porque acabamos de despertarnos o estamos a punto de dormirnos. Estado de ser en el cual nuestro cerebro produce ondas Alfa (entre 8 y 13 oscilaciones por segundo), en resonancia con las del planeta. Sin necesidad de grandes conocimientos, ahora podemos recibir la inspiración que buscamos, las grandes ideas y las intuiciones súbitas; con solo centrarnos y disponernos deliberadamente al examen interior, podemos llegar a momentos de alta consciencia y epifaní­a, en los que vemos nuestra vida con inusitada claridad, lo cual nos facilita la toma de decisiones generadoras de armoní­a. Está por comenzar una nueva Era con atributos y caracterí­sticas totalmente distintas a las experimentadas durante los últimos 2.000 años. A medida que nos acerquemos al 2013, se nos hará más fácil la concentración, la visualización creativa, el uso de la imaginación verdadera, aquella que proyecta un futuro sólidamente enraizado en el presente, que no es una fantasí­a loca. Basta con que permanezcamos diariamente unos minutos en ese estado de Ser, para que generemos las endorfinas que fortalecen nuestro cuerpo; porque –al resonar conscientemente con el planeta– amplificamos nuestra energí­a vital, atraemos la sanación a nuestras vidas y retardamos nuestro envejecimiento. El Plan Supremo ha determinado que estamos listos para comenzar una nueva etapa. Esto representa un notable avance en la evolución de la consciencia de toda la humanidad. El Universo nos está facilitando la interconexión y la unidad con todo lo que existe y solo necesitamos un estado de quietud y tranquilidad deliberada para lograrlo. El gran Cambio de los Tiempos está sucediendo en nuestro interior; como siempre, impulsado por eventos y nuevas condiciones de nuestro medio, en correspondencia con el Plan Supremo que dirige nuestra evolución. Solo debemos estar dispuestos a explorar conscientemente otras realidades, a abrir nuestra mente para que podamos percibir frecuencias vibratorias más altas y sutiles, cuya percepción habrá de cambiar totalmente el orden existente.


Recuperar la capacidad de ver el Aura, un paso trascendental para toda la humanidad

Cuando íéramos niños –antes de cumplir los cinco años– podí­amos percibir e inclusive interactuar con una realidad que hoy no podemos ver. Las creencias falsas y las limitaciones mentales que nos implantaron para gestar el Ego –el que nos permite aprender por el “Míétodo de prueba y error”– bloquearon esa capacidad en el 97% de los seres humanos. Hoy, sólo un 3% puede ver el Aura de las personas; la huella espiritual que revela nuestro estado interior, cómo somos y quíé estamos sintiendo realmente, sin necesidad de expresarlo verbalmente. Esta capacidad, que hasta ahora estaba reservada a los más evolucionados y sensibles, tiene –a raí­z de las condiciones energíéticas actuales– gran probabilidad de convertirse en una facultad común en todos nosotros. Esta percepción de la realidad no visible, puede producir muy rápidamente una transformación fundamental en nuestra sociedad, sin necesidad de Eventos de Destino planetario, que generen destrucción muerte a gran escala. Hoy dí­a, esta facultad ya se está manifestando en los llamados “Niños Cristal” y en muchas mujeres, como tambiíén –en forma aleatoria e í­ndices aún muy bajos– en el grueso de la población. De incrementarse esta tendencia, todos los seres humanos daremos un salto evolutivo desde el nivel en el que estamos a uno más elevado, sin que esto quiera decir que –en un instante– nos vayamos a igualar todos evolutivamente, como por arte de magia.

Uno de los campos que contiene nuestra alma es el etíérico. Allí­ se encuentra nuestro cuerpo de energí­a, que es el que acumula y contiene nuestra fuerza vital; la potencia vibratoria que nos permite Ser. Aquella que nos da la vitalidad para activar las sensaciones y poner en movimiento nuestro cuerpo fí­sico, las emociones en nuestro cuerpo astral y los sentimientos y pensamientos en nuestro cuerpo mental. Es un fluido energíético de partí­culas sutiles en movimiento constante, que vibran y oscilan en el mismo espacio en donde existe la materia de nuestro cuerpo fí­sico –de hecho es su doble energíético– pero, por vibrar más rápido (una octava más arriba), se encuentra en la cuarta dimensión y, por lo tanto, no visible para la mayorí­a de los seres humanos. Esta energí­a vital en movimiento genera alrededor de nuestro cuerpo etíérico –y por ende, alrededor de nuestro cuerpo fí­sico material– nuestro campo electromagníético. Es como un halo pulsante en todos los colores del espectro luminoso de forma oval, que se extiende unos 70 a 90 cms en todas las direcciones. Este fluido luminoso es conocido como el Aura. Se trata de un sutil halo de energí­a que ondula, de manera similar al aire sobre la tierra caliente en un dí­a de verano, sobre el desierto hirviente o sobre las brasas de carbón encendido. En esa misma dimensión etíérica, en el interior de nuestro cuerpo de energí­a y localizado sobre su columna central –en la misma posición de nuestra columna vertebral– está distribuido nuestro sistema de siete chakras, que tambiíén son visibles en el Aura. Vórtices o remolinos de energí­a que giran a siete distintas velocidades, por lo cual pueden transformar la frecuencia vibratoria y la longitud de onda de la energí­a que por ellos pasa, hacia las glándulas de nuestro sistema endocrino. Cada vórtice le suministra energí­a a la glándula que está conectado, en la frecuencia que necesita. Es así­ como íéstas pueden generar las sustancias quí­micas, enzimas y neurotransmisores que activan o detienen los procesos que mantienen funcionando y en movimiento a nuestro cuerpo fí­sico.



El Aura revela exteriormente nuestro carácter y el estado de ser que experimentamos

El Aura es invisible, puesto que su frecuencia vibratoria oscila una octava, más arriba y más abajo, del rango de percepción de luz visible para la media de los seres humanos, que va del color rojo al violeta. Es decir, su rango se extiende del infrarrojo al ultravioleta. Sin embargo, muchas personas la perciben con sus sentidos ordinarios y afirman que entre más intensa es la energí­a vital de una persona, les es más fácil percibir su Aura. La existencia del Aura está demostrada cientí­ficamente, puesto que esta sutil emanación se puede ver a travíés de filtros que sensibilizan el ojo a esas frecuencias, permitiíéndonos percibir su energí­a electromagníética. El Aura tambiíén ha sido fotografiada con las llamadas cámaras Kirlian, actualmente utilizadas como instrumento para diagnosticar el estado de salud de una persona. Muchos llaman al Aura, “atmósfera sí­quica” porque revela nuestro estado interior, nuestro verdadero Ser, el estado de nuestra energí­a vital y de nuestra consciencia. Lo importante de todo esto, es que las combinaciones de colores del Aura reflejan exteriormente dos aspectos fundamentales del estado interior de todo ser humano: Lo primero que revela es el tipo de personalidad, el carácter que tiene la persona, las tendencias que manifiesta y el nivel de su consciencia. Se la ve como un halo denso y con un color muy intenso alrededor del cuerpo, que gradualmente se va haciendo cada vez más tenue, fino y transparente, hasta desaparecer en los bordes de la forma ovoide que mantiene. Estudios realizados confirman que hay una correspondencia entre esos colores y las condiciones fundamentales en las que operan nuestra identidad y nuestra mente, por lo cual quien puede verla, logra “leer” nuestro carácter. Lo segundo que el Aura revela, es el estado de Ser presente, el estado emocional y mental que se está experimentando, el cual cambia constantemente ante los eventos y situaciones que se presentan. Se le ve como una combinación de colores, manchas y pulsaciones que –por su localización sobre el cuerpo y por el color que tienen– revelan quíé estamos experimentando, lo que sentimos y nuestras verdaderas intenciones. Al conocer la relación de los colores en el Aura, con las emociones, sentimientos y pensamientos, es muy fácil “leer” lo que la persona está experimentando. Por lo tanto, el Aura es la manifestación exterior, dinámica y real, de nuestra personalidad y de nuestro estado sí­quico.

Aunque la tendencia de manifestación de esta facultad sólo se incrementara, del 3% que hoy tiene, al 15 o al 20% de los seres humanos, tendrí­a la capacidad de generar un cambio extraordinario, por la incertidumbre que provocarí­a en todos los que –teniendo algo que ocultar– sentirí­an su privacidad amenazada. Al no saber quiíén pudiera poseer esta facultad, sospecharí­amos que cualquiera a nuestro alrededor, podrí­a conocer lo que realmente sentimos y quiíénes realmente somos. Esto nos forzarí­a a manifestar claramente nuestras intenciones, a ser honestos en nuestras actitudes y conductas. Desaparecerí­an el engaño, la falsedad y la mentira; las relaciones entre los hombres serí­an totalmente transparentes.

Llegarí­a la luz –como un Evento de Destino colectivo– a iluminar la oscuridad en el interior de todos los seres humanos, generando un profundo proceso de limpieza y de transformación interior. Tendrí­a lugar un “Uayeb” a escala planetaria, un intervalo de evaluación imparcial, en el que todos asumirí­amos nuestra verdadera esencia y expondrí­amos claramente nuestras debilidades y nuestras fortalezas. La neutralidad, el no juicio, el respeto y la incondicionalidad, todas ellas cualidades esenciales del amor, comenzarí­an a manifestarse en la vida de todos. La sabidurí­a y la integridad serí­an las cualidades esenciales de la autoridad, lo que cambiarí­a muchos gobiernos alrededor del mundo. El proceso evolutivo de la humanidad entera darí­a un salto de enormes proporciones. Nuestro comportamiento ante cualquier situación generarí­a resultados instantáneos que se reflejarí­an en el Aura de todos los involucrados, por lo que podrí­amos enmendar de inmediato los errores cometidos, antes de que íéstos generaran los estados de No-Ser, sentimientos y pensamientos negativos, culpas, resentimientos, rabias, deseos de venganza, odios y miedos que hoy son tan comunes. Se acelerarí­an todos los procesos evolutivos, el autocontrol y la auto-observación permanente serí­an la norma. La clara manifestación de realidades, antes invisibles, impulsarí­a la revaluación y el declive del materialismo hoy dominante; de la falsa creencia que la felicidad está en el control de los demás y en la posesión de cosas materiales. Provocarí­a el surgimiento de una nueva espiritualidad que nos harí­a a todos más solidarios y unidos, dando lugar a un nuevo orden sobre el planeta, en el cual volvamos a saludarnos como los mayas: –“Yo soy otro tú…” (y la respuesta) – “Tú eres otro yo”.

La manera como pensemos que entre el 2012 y la llegada del Equinoccio de Primavera del 2013 –cuando tradicionalmente comenzaba el perí­odo de evaluación e introspección que daba lugar a un nuevo perí­odo– determinará quíé será lo que realmente va a suceder. Son nuestros pensamientos colectivos los que transforman el futuro en presente y ya es hora de que abandonemos esas visiones destructivas y oscuras; porque la luz siempre ha estado con nosotros, es nuestro pesimismo y nuestro materialismo lo que la estaba bloqueando. Todo lo que sucede es perfecto. Vivimos tiempos maravillosos en los que la energí­a, la información, la tecnologí­a y la alta consciencia se conjugan para generar los grandes cambios de pensamiento que habrán de conducirnos a una íépoca dorada. El verdadero cambio de los tiempos tiene lugar en nuestro interior.

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Re: FRECUENCIAS VIBRATORIAS. DEL SER HUMANO
« Respuesta #2 en: Marzo 02, 2015, 08:14:03 pm »
Todo lo que Es, está vivo. Lo conforma Energí­a que vibra, que oscila en distintas frecuencias simultáneamente. Estas frecuencias se encuentran dentro de un “campo”, que es el área donde co-existen las frecuencias que lo conforman. Cada ser tiene su propio “campo vital” desde donde emite en una frecuencia vibratoria propia hacia el Universo. Esta frecuencia propia es única, individual y es como la media o el “centro de gravedad” de las distintas frecuencias que conforman su Ser. En el interior de este “campo” se superponen sus múltiples cuerpos, cada uno constituido por Energí­a que vibra en un rango determinado de frecuencias. Las entidades son multidimensionales.

Todo lo que existe tiene cierto nivel de Información. Esa información ordena la Energí­a que lo constituye, la organiza para condensarla en la sustancia que le da la forma que tiene, la función que desempeña, la conducta que manifiesta y la memoria que acumula.

Todo lo que existe tiene cierto nivel de Voluntad. Una determinada capacidad de manifestación, un radio de acción dentro de la realidad en la que se encuentra, en donde puede generar cambios que la modifiquen.

Todo lo que Es, tiene cierto nivel de Consciencia. Una determinada capacidad instalada para entender, comprender y verificar el orden en el que está inscrito. El nivel de su Consciencia es el resultado de la Energí­a vital de que dispone, de la Información sobre el funcionamiento del universo que ha logrado verificar, la que emplea para actuar generando armoní­a, para evitar la generación de conflicto y sufrimiento. Estas dos variables, información y energí­a determina el poder que tiene, el radio de acción de su voluntad. No todos los seres son iguales porque tienen distintos niveles de Consciencia, se encuentran en distintas fases de su proceso evolutivo. La capacidad instalada evoluciona, permitiíéndole llegar a entender la razón de su existencia e inclusive llegar a participar en su propia evolución, acelerándola, dirigiíéndola.

Todo lo que vibra lo hace con cierta frecuencia. En la realidad existe una gradación infinita de frecuencias a las que vibra la Energí­a. Esa gradación se ordena de acuerdo al espectro en que se descompone la luz. Newton descubrió que la Energí­a, en forma de luz, al atravesar un prisma de cristal se descompone en los colores que la constituyen. Unas bandas de color que siempre mantienen la misma relación de posición entre si, como las del arco iris. La posición que ocupa el color en el espectro es determinada por la frecuencia en que vibra, por la longitud de su onda y estas variables determinan un ángulo constante por el que la luz descompuesta en color sale del prisma. Ese orden que manifiesta la luz en su interior, se refleja en la Energí­a de todo lo creado.

Ese orden tambiíén se ajusta a la forma de un triangulo equilátero. En su base se ubican las Energí­as de mayor longitud de onda y por lo tanto de menor frecuencia vibratoria. En su víértice se ubican las Energí­as de menor longitud de onda, de máxima frecuencia vibratoria. Entre estos dos extremos se ubican la infinita gradación de frecuencias vibratorias en sus longitudes de onda correspondientes. En esos dos extremos se ubican, en lo alto las Ondas de Energí­a en máximo movimiento, en la base las Partí­culas de Energí­a concentrada en una posición definida, las que constituyen la sustancia material de los cuerpos fí­sicos de todo lo que existe. Ondas y Partí­culas son la esencia energíética de todo lo que existe. La Energí­a tiene la capacidad de transformarse eternamente en una u otra, sin nunca destruirse. Es por eso que tradicionalmente el triangulo equilatero ha sido un signo del Orden Divino, de la Información perfecta que organiza la realidad. Un triangulo con el espectro en su interior es aún más diciente, como sí­mbolo del orden universal.



Dentro de esa infinita gradación de frecuencias vibratorias organizadas por sus longitudes de onda aparecen unos rangos que determinan las caracterí­sticas, el estado de Ser, el comportamiento de la Energí­a que allí­ se ubica. Eso es lo que se llama las Dimensiones. Una Dimensión mantiene integra, dentro de unos rangos de frecuencia vibratoria y de sus longitudes de onda asociadas, el estado de la Energí­a que allí­ se encuentra. Si la frecuencia se eleva por encima de el rango superior de la dimensión, o baja por debajo del rango inferior que determina la dimensión, la energí­a automáticamente cambia de estado, cambia de dimensión, sus caracterí­sticas esenciales cambian. Es decir no se puede cambiar de dimensión manteniendo constantes las caracterí­sticas esenciales de la Energí­a. Por decirlo de otra manera cada estado de la Energí­a tiene su dimensión especifica, ocupa una posición determinada en su relación con otros estados de la energí­a y este orden preciso es determinado por la longitud de las ondas que las constituyen. Esto es lo que permite que la Energí­a-Información-Voluntad o sea la Consciencia que es realmente el único fenómeno que existe, experimente y obtenga comprensiones gracias a los resultados que obtiene en la vida con las decisiones que toma, las acciones y las creaciones que manifiesta. Esto tambiíén implementa un orden perfecto en la realidad que construye la consciencia colectiva.



Los seres humanos no son iguales, no perciben de igual manera, ni han construido en su mente un mismo modelo de como funciona la realidad. Unos operan con un modelo totalmente desajustado e irreal, que siempre les genera sufrimiento, mientras que otros -que han logrado comprender como funciona- permanecen en paz interior y en total confianza que lo sucede a su alrededor siempre es perfecto.

Estas diferencias tan extraordinarias, son creadas porque no todos los seres humanos tienen el mismo nivel de consciencia, no todos han vivido el mismo número de experiencias, ni han cometido el mismo número de errores. Es precisamente el error el que genera comprensión sobre como funciona la realidad al permitir discernir las acciones y conductas que al ir en contra del orden universal, generan caos y sufrimiento.

No todos han desarrollado las mismas virtudes, dones y habilidades, ni las mismas certezas sobre como pensar, decidir y actuar para generar siempre resultados de armoní­a en sus vidas. No todos tienen la misma auto estima, ni tienen la misma capacidad de manifestación. No todos están en el mismo grado, no asisten al mismo curso, ni toman las mismas materias, en el colegio universal de los contrastes.

No son iguales el niño en kinder, el que está en quinto elemental y el que está a punto de graduarse de bachiller. La diferencia la crea la cantidad de cursos que han tomado, el número de vidas que han experimentado, las veces que han reencarnado. No todos fueron emanados del absoluto simultáneamente, unos lo hicieron primero y otros despuíés, por lo tanto los que encarnaron primero han acumulado más comprensión -por prueba y error- que los que lo hicieron más tarde. Sin embargo todos tienen la misma potencia para crear y experimentar una infinita variedad de estados de ser, para extraer comprensión de esas vivencias que transforme su ignorancia sobre la realidad en sabidurí­a. Todos sin excepción terminan su aprendizaje como Seres Humanos y alcanzan la iluminación, convirtiendose en Seres de Luz. Ni uno solo permanece condenado a una eternidad de sufrimiento, esto harí­a absurdo todo el Plan Divino.



En ese proceso de perfeccionamiento, los Seres Humanos ascienden por 7 niveles de consciencia. Hay un nivel básico por cada uno de los 7 colores mono cromáticos en que se descompone la luz, los que conforman el arco iris. Uno por cada una de las 7 notas musicales, cada nivel de consciencia utiliza uno de los 7 chacras que ordenan el cuerpo etíérico, para generar su energí­a vital. Así­ se conforma la llamada Escala de Jacob, por la que ascienden los Seres Humanos a medida que van acumulando comprensión hasta que alcanzan la iluminación.

Cada uno de esos 7 colores básicos, el rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul, el morado y el violeta, tiene en su interior 7 sub niveles o tonos dentro de su misma gama de color, por eso realmente existen 49 niveles de consciencia. 49 peldaños en los que se transforma un animal instintivo e ignorante en un maestro ascendido, en un creador eterno de realidades perfectas.

Entre más alto el nivel de consciencia, más ajustado a la realidad será el modelo conceptual que el ser humano tiene sobre la vida y sobre los procesos que experimenta. Obviamente esto determina distintas capacidades perceptivas y muy distintos sistemas de creencias sobre el orden y sobre la verdadera naturaleza del amor. Cada nivel de consciencia experimenta un proceso fundamental de aprendizaje muy distinto al que viven los otros niveles.

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En el primer nivel básico de Consciencia, el representado por el color rojo y la nota musical Do y en sus 7 sub niveles, los Seres Humanos creen ser cuerpos. Su mente busca sobrevivir, dominar sus miedos, sus preocupaciones, sus vulnerabilidades y sus inseguridades. La falsa creencia que son un cuerpo determina que sus experiencias sean casi las de un animal. Son seres salvajes que encarnan por primera vez como seres humanos, viven para comer, practican el canibalismo, son tremendamente violentos, reactivos y pasionales. Viven en cuevas y en construcciones primitivas. Los guí­an sus instintos, sus conductas automáticas inconscientes naturales, el sexo, el hambre y el miedo por sobrevivir que determina si huyen o atacan. Apenas comienzan a desarrollar sentimientos, a convertir sus emociones fí­sicas en procesos mentales fundamentados en un sistema de creencias sobre la realidad. Nacen inocentes, vací­os de información de sabidurí­a y de conocimientos, vulnerables, creen y aceptan todo lo que les dicen, llenan su mente de falsas creencias lo que los convierte en ignorantes. Aprenden por prueba y error, a travíés del sufrimiento que generan sus errores, mientras van explorando su individualidad, abandonando los procesos colectivos comunes a su animalidad original…

En el Segundo nivel básico de Consciencia, el representado por el color naranja y la nota musical Re, el ser humano sigue convencido que es un cuerpo. Su aprendizaje principal es a travíés de la sexualidad. El deseo de encontrar una pareja para explorar los placeres y los recovecos del cuerpo, para experimentar el orgasmo de múltiples maneras, hace que venza su miedo a sobrevivir, lo que eleva el nivel de su consciencia. Todas las personas con las que se relaciona son parejas potenciales, si la oportunidad se manifiesta. Son seres bárbaros que agreden a los demás para imponer su sexualidad o sus falsas creencias. Son guerreros con actitud confrontante, cuyo código de conducta está basado en la Ley del Talión y en la Ley del más fuerte. Luchan por el poder, realizan invasiones y masacres, viven en el conflicto y en la violencia. Sus estados interiores habituales son de No-Ser, viven en la oscuridad de la verguenza, la culpa, el odio y en la obsesión por el sexo. Su mente es muy emotiva, súbita, reactiva, pasional, desconfiada, insegura, y celosa. Se excita o se deprime, su estado de ser sube y baja súbitamente, dependiendo de las situaciones externas. Su estado habitual es de No-Ser porque vive explorando los sentimientos negativos que producen sus errores habituales, la verguenza, la culpa, la apatí­a, la tristeza, la rabia, el odio y el miedo. Su ignorancia es mucho mayor que su sabidurí­a, tienen muchas falsas creencias y conductas auto destructivas. En este nivel que crea un infierno en la vida permanece el10% humanidad actual. Son los llamados ¨malos¨ y su principal función es generar los conflictos, los eventos de destino y de dificultad con los que aprenden los llamados ¨buenos¨…

En el Tercer nivel básico de Consciencia, el representado por el color amarillo y la nota musical Mi, el aprendizaje lo induce la obsesión por adquirir posesiones materiales y el deseo de controlar a los demás. Operan bajo la falsa creencia que su felicidad está en las cosas y en que los demás renuncien a su libre albedrí­o y actúen como ellos quieren. Son seres materialistas, que verbalizan todo lo que ven para generar juicios y posiciones egoí­stas basadas en el sistema de falsas creencias que tienen sobre la realidad. Operan con una moralidad binaria, todo para ellos es bueno o malo, pecado o virtud, blanco o negro, no ven las gradaciones intermedias que conforman la realidad. Viven en el juicio fundamentalista que genera tantos conflictos y guerras en la sociedad actual, en competencia contra todos los demás, lo que les impide amarlos y encontrar su paz interior. Su principal obsesión es alcanzar el ¨íéxito¨ para tener dinero, fama y poder sobre todos a su alrededor. Agreden por posesiones, por falsas creencias, y por su tremendo egoí­smo; Creen que el tiempo es oro y por eso viven en una sociedad organizada por el dinero y la propiedad privada, en clases económicas donde las leyes humanas se aplican por la fuerza. Donde el gobierno es -en tíérminos generales- la dictadura de una minorí­a corrompida, que busca enriquecerse a costa del erario público, elegida y reelegida por una mayorí­a de ignorantes incautos a los que compran con un vaso de leche. Su mente es racional, lo más importante para ellos es tener la razón, por eso crean una babel de egos individualistas extremos. Viven para razonar, su vida está en su cabeza, no tienen sentimientos, solo propósitos que les producen satisfacción o poder. Sin embargo al no alcanzarlo -solo una pequeña minorí­a lo logra- la gran mayorí­a cree ser ví­ctima inocente de los demás. No tienen por eso ningún poder ni capacidad de manifestación, porque se lo han entregado a su victimario. Usan su poder para convencerse a si mismos que no lo tienen, se auto hechizan colocándose una camisa de fuerza. Al culpar a los demás viven en el odio, el rencor y los deseos de venganza. Tienen la falsa creencia que la realidad es injusta, que la enfermedad es un castigo divino y que el estado tiene la obligación de mantenerlos. Así­ está el 65% de la humanidad…

Al Cuarto nivel básico de Consciencia, el representado por el color verde y la nota musical Fa, se llega cuando ya no se enjuicia a los demás. Cuando se ha aprendido a respetar su libre albedrí­o, aún para tomar decisiones equivocadas porque se comprende que es precisamente a travíés del sufrimiento y de las dificultades que el error produce que se evoluciona. Son seres que a travíés de la auto observación han logrado desarrollar su voluntad, su disciplina y su auto control. Son seres neutros, que no culpan a otros por sus creaciones equivocadas, saben que con ellas crean de oportunidades aprendizaje, por eso asumen su responsabilidad y agradecen el error cometido, lo utilizan para localizar y trascender las falsas creencias o las falsas conductas que los generan. Experimentan, sienten y al reflexionar sobre lo vivido, sobre los resultados que generaron sus decisiones y sus acciones obtienen certezas y sabidurí­a que convierten en dones, virtudes y habilidades que facilitan su vida. Son seres flexibles, que mantienen una convivencia armónica. Son discí­pulos que viven en el tiempo presente, verificando la información y los conocimientos que obtienen para convertirlos en comprensión sobre las reglas de juego de la realidad. Permanecen comprometidos con su perfeccionamiento espiritual, sin agredir a nadie. Su neutralidad los sitúa en el justo medio entre los ¨malos¨ a los que solo les interesa su propia satisfacción y los ¨buenos¨ a los que solo les interesa la felicidad de los demás, hasta el extremo de sacrificar la suya. En este nivel solo se encuentra un 10% de la humanidad…

El Quinto nivel básico de Consciencia, el representado por el color azul, el de la voluntad del padre y de la nota musical Sol, acoge a los que han acumulado la suficiente comprensión para tener total confianza en la perfección de todo lo que existe y sucede. Viven en un estado de alta consciencia, como testigos imparciales de lo que sucede, su alta energí­a vital les permite permanecer largo tiempo en un estado de meditación contemplativa. Su principal proceso es aprender a irradiar permanentemente amor. Son seres amorosos y humildes, llenos de dones y virtudes, que fluyen gozando y disfrutando con todo lo que sucede en su vida. Maestros mortales de sabidurí­a, su oficio está en el servicio a los demás, son un ejemplo de conducta mesurada y serena. No se preocupan por adquirir posesiones, no les interesa la fama ni controlar a los demás. Su mayor virtud es la humildad, mantienen empleos de servicio de muy bajo perfil. Las sociedades de quinto nivel son llamadas de los hermanos mayores, por sus facultades superiores y por la alta tecnologí­a que manejan. Su campo de energí­a genera un intenso bienestar, por lo que las personas desean estar en su presencia. Tienen una asombrosa capacidad de atención, concentración y memoria. Son imperturbables, súper flexibles y adaptables. Las sociedades de quinto nivel viven en planetas que tienen un gobierno mundial armónico, donde no existe la propiedad privada porque los recursos son comunes. En la Tierra hay muy pocos de estos seres…

En el Sexto nivel básico de Consciencia, el representado por el color morado y la nota musical La, su mente permanece en la contemplación meditativa de la realidad, en la altí­sima frecuencia del amor, la neutralidad y la incondicionalidad. Son seres sabios e inefables, con altí­simos niveles de energí­a vital, lo que ocasiona que su percepción sea en cámara lenta, su mente en el no-pensamiento. Tienen percepción simultánea desde todas partes, sin un punto focal definido, permanecen conectados a todo lo que existe. Su mente no conceptualiza, permanece en infinito silencio, solo es. Captan el pensamiento de quien desee, para ellos no existe la intimidad sino la transparencia, no se enferman, no tienen accidentes, viven total consciencia y en conexión constante con El Todo. Son maestros de maestros, en constante sincronicidad con todo a su alrededor, en control consciente de lo material y en absoluta neutralidad…

En el Síéptimo nivel básico de Consciencia, el representado por el color violeta-fucsia y la nota musical Si, termina el proceso de acumulación gradual de cualidades positivas y de sabidurí­a. Se alcanza la inefabilidad, lo sublime, el contacto con la divinidad y la libertad para mover la mente por el eje vertical de la realidad sin necesidad de morir, libre de las limitaciones espacio-temporales. Son seres súper conscientes, su estado es de dicha, gozo y íéxtasis. Tienen la máxima energí­a vital, la máxima información de sabidurí­a y el máximo poder que un ser humano puede alcanzar. Han terminado su destino porque ya aprendieron lo que este nivel podí­a aportarles. Son invulnerables ante lo que sucede, e incontaminables, están en servicio pedagógico apoyando a los ángeles y a los maestros, porque pueden ver la cadena de vidas, los eventos de destino y los bloqueos de todos a su alrededor, información que utiliza para ayudarlos cuando se lo solicitan. Nacen por ultima vez para convertirse en Seres de Luz, en hombres-Dios, para comenzar una nueva etapa de perfeccionamiento espiritual. como pedagogos y guí­as espirituales que transmiten, intuiciones, intenciones y sincronicidades a quienes aún permanecen encarnados. Invulnerables a la tentación, tienen certeza absoluta del resultado que produce cualquier acción. Son súper consciencias, conscientes de lo inconsciente. Permanecen como observadores en amor, como testigos imparciales del despliegue, la transformación de la realidad y de el maravilloso proceso de perfeccionamiento de todo lo que existe…

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Re: FRECUENCIAS VIBRATORIAS. DEL SER HUMANO
« Respuesta #3 en: Marzo 02, 2015, 08:15:45 pm »
DIMENSIONES DE LA PERSONA
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Seres Multidimensionales:

Todos somos seres multidimensionales, existimos simultáneamente en varias dimensiones. Tenemos una serie de cuerpos que por la frecuencia vibratoria de la sustancia que los constituye, tienen diferentes estados, funciones y caracterí­sticas propias. Esos cuerpos tienen rangos precisos dentro de los cuales mantienen su constitución esencial. Como el agua que mantiene su estado liquido mientras su temperatura sea menor a 100º C, de ese punto en adelante se transforma en vapor. Es decir cambia su constitución esencial.



Cuerpo Fí­sico: En la 3 dimensión se encuentran los Cuerpos Fí­sicos de todas las entidades manifestadas en el aquí­ y el ahora. Esos cuerpos están constituidos por energí­a en longitudes de onda larga, energí­a condensada de baja frecuencia vibratoria, en lo que llamamos sustancia material. Energí­a en una posición especifica en el holograma tridimensional del universo, partí­culas organizadas por información divina especí­fica para dar lugar a átomos, molíéculas, cíélulas, órganos y cuerpos. Cuerpos Fí­sicos con los que la consciencia experimenta para obtener comprensión “en carne propia” sobre el orden del universo. Orden que permite la continuidad eterna de los procesos evolutivos que conducen a la comprensión de la esencia del amor, lo que realmente fundamenta todo lo que sucede.

La materia de los cuerpos fí­sicos es creada simultáneamente en las primeras tres dimensiones. En la primera dimensión se manifiesta desde el punto de creación del universo como una Fuerza Elíéctrica sobre el eje de Y, la voluntad emanada por el absoluto. Un flujo elíéctrico genera instantáneamente un Campo Magníético a 90º de la dirección de su movimiento, por eso en la segunda dimensión se manifiestan los campos magníéticos sobre el eje de X. Estas dos fuerzas combinadas generan una reacción condensadora llamada Fuerza Gravitatoria que es la que termina condensando tambiíén a 90º, sobre el eje de Z, en la tercera dimensión la energí­a en materia, en lo que llamamos masa.

Cuerpo Etíérico: En la 4 dimensión se encuentran los Cuerpos Etíéricos, cuerpos morfo-geníéticos, los verdaderos generadores de la forma individual que tiene la infinidad de Cuerpos Fí­sicos. Moldes virtuales contenedores de la energí­a que se condensa en materia. “Campos” donde se encuentra la in-forma-ción, lo que da la forma y la conducta instintiva automática asociada a cada cuerpo, su función especifica y sus caracterí­sticas esenciales. En esa dimensión etíérica sobre el eje elíéctrico de la columna vertebral, están ubicados los “Chakras” o vórtices transformadores de energí­a, los que transforman y comunican lo sutil con lo fí­sico. Se ubican exactamente sobre los sistemas glandulares, para que su energí­a active procesos quí­micos especí­ficos en el cuerpo fí­sico. En esa dimensión tambiíén se ubican las energí­as masculina, positiva, centrifuga y la femenina, negativa, centrí­peta responsables del vórtice que genera el campo electro-magníético personal y el llamado Aura, energí­a manifestada como una serie organizada de colores fuera del rango de percepción normal de la vista, que reflejan exteriormente lo que sucede en el interior de todo ser humano. Algunos seres humanos más sensibles son capaces de percibirla.

Cuerpo Astral: En la 5 dimensión se encuentra el Cuerpo Astral, el contenedor de las emociones, sensaciones y deseos personales. Matrices ubicadas en esa dimensión permiten que la energí­a astral, la energí­a de las emociones, de mayor frecuencia vibratoria y de menor longitud de onda que la energí­a etíérica, se muevan conectando lo etíérico, lo fí­sico y lo mental. Esa energí­a emocional es la que ponen en movimiento a la mente. Tambiíén en esa dimensión se conectan e interactúan los cuerpos astrales de todas las entidades.

Cuerpo Mental: En las dimensiones 6 a 10 se encuentra el Cuerpo Mental con sus archivos psicológico, intelectual, de personalidad, de destino y de las comprensiones obtenidas. Estas son las dimensiones a las que llega la energí­a de las emociones para convertirse en sentimientos positivos o negativos dependiendo de las creencias falsas y las comprensiones instaladas. En la mente los sentimientos se transforman en pensamientos, decisiones y se ordenan las acciones o las omisiones que producen resultados de armoní­a o de sufrimiento en nuestra vida. Son esos resultados los que producen comprensión sobre el orden del universo y sobre lo que es verdad. Una creencia puede ser falsa o verdadera, solo cuando actuamos basados en ella podemos verificar que es verdadera porque produjo resultados de armoní­a en nuestra vida o falsa porque produjo conflicto, sufrimiento, perdida de energí­a vital, depresión y somatización de enfermedad. Al encontrar una creencia falsa de esta manera, la borramos de nuestra mente, cambiamos nuestra conducta pues no volveremos a actuar basados en ella y con ello se produce la evolución de nuestra consciencia.

Cuerpo Espiritual: Entre las dimensiones 4 y 10 hay una octava de frecuencias vibratorias, 7 dimensiones donde se ubican nuestros cuerpos sutiles. En la siguiente octava, entre las dimensiones 11 y 17 se encuentra nuestro Cuerpo Espiritual. Su centro de gravedad va ascendiendo de dimensión a medida que va acumulando comprensión, se va transformando el inocente en el sabio, hasta que se ilumina y entra a la siguiente octava de frecuencias vibratorias, transformándose en un Maestro ascendido.

Maestros Ascendidos: Entre las dimensiones 18 y 24, comienzan las jerarquí­as del Universo, los Maestros Ascendidos, que luego de haber pasado miles de años aprendiendo y evolucionando como seres humanos ahora deben emplear el mismo tiempo guiando y enseñando. Continuan su proceso evolutivo hasta que se transforman en Regentes.

Regentes: Se sabe que hay Regentes planetarios, regentes galácticos, regentes de universos y de súper universos, pero no es mucha la información que tenemos sobre las entidades que existen una octava de frecuencia más arriba a los Maestros Ascendidos, entre las dimensiones 25 y 31.

Divinidades: En lo más alto del triángulo de frecuencias vibratorias, entre las dimensiones 32 y 38 se encuentra la Divinidad. Las Divinidades creadoras de universos, las divinidades mantenedoras y las Pedagogas, las encargadas de generar los procesos de comprensión sobre todo lo creado.

Alfa y Omega: Por último en los dos extremos opuestos, en la dimensión 39 y la dimensión 0, están el Alfa y el Omega. Los principios opuestos que generan el orden y los equilibrios temporales que dan lugar a todas las dimensiones intermedias manifestadas entre ellos. El Alfa es el Dios Padre, el principio positivo, masculino, activo, radiante que tiene la información que permite ordenar la energí­a en forma, función y conducta. El Padre es movimiento, es la onda cuántica que tiene posibilidades infinitas de manifestación. El Omega es el Dios Madre, el principio negativo, femenino, pasivo, concentrante capaz de condensar la energí­a en una posición, de transformarla en infinidad de partí­culas que constituyen la sustancia material de todo lo manifestado. Es la interacción, el equilibrio temporal entre estos dos principios, el Ying y el Yang, el que permite el colapso de la onda de probabilidades infinitas en el momento que la consciencia escoge, decide, que forma material manifiesta para experimentar con ella.

El Absoluto: En la llamada Dimensión 40, se encuentra el absoluto que está en todas partes, como un súper fluido, súper conductivo que no genera resistencia al paso o al movimiento de ondas por su interior. Lo que los antiguos llamaron Ether y que por sus caracterí­sticas es indetectable, sostiene en estado de constante neutralidad todo lo que se manifiesta, lo que toma forma. Su frecuencia vibratoria es infinita, por lo que su energí­a es absoluta. Allí­ está la gran mente de Dios, el gran contenedor que sostiene todo lo que existe y sucede, todas las dimensiones que conforman la infinita gradación de energí­a, la información de lo que sucedió durante la eternidad y lo que como una onda de probabilidades tiene potencia de suceder. Este orden dimensional perfecto que se ajusta al orden del espectro en que se descompone la luz, está diseñado para existan rangos de frecuencias que determinan el estado de la energí­a que allí­ se encuentra, energí­a en materia fí­sica, etíérica, astral, mental, espiritual. Organiza tambiíén a las jerarquí­as del universo y a los dos principios fundamentales de la realidad manifestada el Alfa y el Omega.

Un cambio en la frecuencia vibratoria que exceda el rango de longitudes de onda de una dimensión, determina un cambio de estado de la energí­a a la condición de la siguiente dimensión, lo que produce un cambio fundamental en su constitución esencial. Por eso es imposible que aparezca un cuerpo fí­sico en la cuarta o en la quinta dimensión sin haber transformado fundamentalmente su estado, sus caracterí­sticas, funciones y la energí­a que lo compone.

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La aparición de tensión en el sustrato cósmico neutro e inmutable creó la primera polaridad, la que produjo un movimiento en alguna dirección y con ello dio lugar al espacio/tiempo. Esa primera polaridad -que surge del deseo de crear- tení­a un aspecto activo y otro pasivo contrario. De ella surgieron la dimensión, la posición, la duración, el espacio limitado que oscila a distintas frecuencias para producir la apariencia de materia y todas las sensaciones que la limitada percepción de los seres humanos experimentan ante ella. Visto así­ el universo no serí­a otra cosa que infinidad de tensiones polares que ocurren en el neutro sustrato que es la mente de Dios…

Desde allí­ la paz, o el estado de reposo solo puede darse cuando se unen los opuestos, cuando se complementan el uno al otro. Cuando el píéndulo se detiene exactamente en el centro neutro que separa los dos aspectos polares contrarios. La tensión solo desaparece y se detiene la oscilación, cuando se acepta y se reconoce su existencia simultánea. Cuando se reconoce que no pueden existir el uno sin el otro, como las dos caras de una moneda nacen simultáneamente…

Tu proceso evolutivo -que tambiíén está basado en la existencia de infinidad de opuestos, de tu libre albedrí­o y de tu responsabilidad individual- es reforzado precisamente por la Ley del Píéndulo. Esta garantiza que siempre que decidas experimentar uno de los dos estados que conforman una pareja de opuestos, tengas que experimentar obligatoriamente el otro. El universo está conformado por opuestos que al crear tensión y fricción, generan la energí­a que impulsa todo lo que existe al movimiento y al cambio. Además las experiencias contrastantes que producen esa infinidad de estados opuestos de ser te facilitan discernir y comprender que tipo de pensamientos y acciones causan caos o armoní­a en tu vida. Crean certezas sobre cuales caminos debes tomar para lograr la felicidad que anhelas…

Tu realidad está sostenida por un complejo entramado de opuestos. Toda pareja de opuestos está compuesta por dos estados de ser que tienen atributos, cualidades y caracterí­sticas contrarias. Existen para crear experiencias contrastantes que iluminen tu mente. La tensión existente entre ambos crea la energí­a que impulsa la alternación de un extremo al otro y viceversa. La oscilación entre infinitos estados opuestos es la que mantiene la realidad en movimiento, mientras crean un entramado que sostiene la vida e impulsa la evolución de la consciencia…

Hay pares de opuestos en todos los niveles y dimensiones de la realidad. En un mismo dí­a cambias varias veces de extremo: eres armonioso/ácido, sereno/reactivo, orgulloso/humilde, quieres/odias, sientes miedo/confianza, utilizas tu razón/intuición, tu mente/corazón, eres introvertido/extrovertido. Alternas momentos opuestos: dí­a/noche, lluvia/sol, invierno/verano, sol/luna, los mismos eventos son opuestos paz/guerra, consenso/conflicto, caos/orden, armoní­a/sufrimiento. Todo estado tiene su par opuesto, conforman un gigantesco motor que impulsa la vida y la evolución de la consciencia…

Toda polaridad píéndula. La misma energí­a que emplea la mente buscando permanecer en uno de los dos estados opuestos -a veces ignorando el otro- la lleva inevitablemente a experimentar el opuesto que no quiere considerar. El par castidad-lujuria es un ejemplo claro y actual: El propósito de muchos era el de permanecer en castidad y reprimir a toda costa su lujuria. Sin embargo esta decisión no la hací­a desaparecer, permanecí­a en las profundas y oscuras aguas de la inconsciencia. Allí­ esperaba el momento oportuno de debilidad de la mente para surgir violentamente y apoderarse de ella. La ignorancia de la Ley no exime a nadie de sus resultados. Toda energí­a empleada para llevar el píéndulo al extremo izquierdo lo lleva a regresar inevitablemente al derecho…

Para trascender la dualidad de los opuestos necesitas convertirte en testigo. El testigo aparece cuando logras observar simultáneamente los dos extremos de la polaridad, cuando descubres que se alternan y coexisten para impulsar la evolución de tu consciencia. Cuando encuentras un punto desde el cual mirarlos simultáneamente, sin parcializarte por uno ignorando al otro. En ese punto de neutralidad que no tiene tensión te conviertes en testigo. Desde allí­ no experimentas la tensión entre los opuestos, te sitúas por encima de la polaridad, la trasciendes y al hacerlo nunca pierdes energí­a…

Como testigo permaneces alerta y consciente, pero neutro y desapegado, sin envolverte en lo que sucede, en una especie de meditación contemplativa, observando la vida como una pelí­cula. Desde ese estado de consciencia observas tu personalidad sin identificarte con ella. Tus actos se vuelven totalmente conscientes, serenos, sin ninguna reactividad. Lo puedes lograr cuando comprendes que todo lo que sucede es siempre perfecto….

Cuando eres testigo vives totalmente en el presente, fluyes sin pasado, por eso todo se vuelve nuevo para ti y lo que haces ocupa toda tu consciencia. Como testigo no le llevas la contraria a nadie, llegas a acuerdos, apoyas y cooperas, por eso nunca pierdes energí­a vital y aceleras tu proceso evolutivo…

Convertirte en testigo es el camino más rápido que tienes para llegar al Ser