The Associated Press
En 2010 hubo un clamor fuerte para acabar con el lavado de dinero proveniente del narcotráfico, luego que se descubrió que el banco estadounidense Wachovia permitió transferencias por 110 millones de dólares desde Míéxico.
Esos llamados crecieron dos años despuíés, cuando HSBC Holdings PLC acordó pagar 1.900 millones de dólares para resolver extrajudicialmente infracciones que incluyeron el haber dejado que cientos de millones de dólares de los cárteles de las drogas fluyeran a travíés de uno de los bancos más grandes del mundo.
Ahora existe una sensación creciente en la frontera entre Estados Unidos y Míéxico de que la supervisión financiera se ha extralimitado, al grado de perjudicar a las empresas que respetan la ley. Los bancos estadounidenses, cautelosos por la posibilidad de sanciones fuertes, han preferido cerrar sus cuentas en Míéxico o han impuesto a sus clientes más restricciones.
El problema es particularmente grave para las empresas mexicanas cuyos clientes les pagan en dólares. En Míéxico, los bancos se niegan a recibir sus billetes verdes, incluso despuíés de que el gobierno levantó en septiembre los límites impuestos cuatro años antes a los depósitos en efectivo de la moneda estadounidense.
El presidente ejecutivo de una de las mayores cadenas de farmacias mexicanas en la frontera con Estados Unidos, Roberto Castro, compara ese enfoque con la quimioterapia.
"Mata las cíélulas malas, pero tambiíén mata las buenas", dijo Castro, cuyo padre fundó en 1964 la cadena Farmacias Modernas de Tijuana SA, conocida como Farmacias Roma. "Tienen que ser más específicos en sus estrategias para combatir el lavado de dinero", recomendó.
Los senadores Jeff Flake y John McCain, ambos republicanos por Arizona, pidieron en febrero la realización de audiencias legislativas, alegando que los temores de seguridad deben equilibrarse con la necesidad de acceso a los bancos en las comunidades fronterizas. Imperial Valley Press de California publicó un editorial donde escribió que si las cosas siguen así, la banca fronteriza podría convertirse en "una operación de nicho, donde las opciones se vuelven muy limitadas".
Los reguladores estadounidenses están advirtiendo a los bancos que no actúen indistintamente. Dos agencias del Departamento del Tesoro les pidieron en noviembre que evitaran cerrar cuentas de categorías completas de clientes y les recomendaron hacer una revisión de caso por caso.
"No le decimos a los bancos cómo hacer sus negocios", dijo el contralor de la Moneda Thomas Curry a los banqueros durante una conferencia el lunes. "Ciertamente no les ordenamos que ofrezcan servicios a algunos clientes y no a otros".
En Míéxico, las empresas elogiaron al presidente Enrique Peña Nieto cuando el gobierno eliminó un límite de 14.000 dólares mensuales a los depósitos en esa moneda en los bancos mexicanos, afirmando que la medida, enfocada en frenar el lavado de dinero, estaba perjudicando a empresas respetuosas de la ley.
Ese respiro de alivio, sin embargo, se volvió consternación cuando las empresas se enteraron de que los bancos no aceptarían sus billetes verdes de cualquier manera.
El senador mexicano Marco Antonio Blásquez dijo que ejecutivos de la banca le expresaron preocupación de que un aumento en los depósitos en dólares pudiera alarmar en Estados Unidos a las autoridades y bancos con los que efectúan transacciones.
El sistema bancario mexicano está asustado, declaró Blásquez en enero ante unos 200 dueños de establecimientos en las oficinas de la Cámara de Comercio de Tijuana.
Empresarios mexicanos como Hugo Torres, cuyo elevado hotel Rosarito Beach es frecuentado por turistas estadounidenses, tuvo que recurrir a la imaginación financiera.
En 2013, Bank of America le canceló sin explicación alguna su cuenta en San Diego despuíés de 25 años. Torres tiene ahora sus dólares repartidos en pequeñas cuentas entre diversos bancos mexicanos.
"Utilizamos más o menos 10 bancos", afirmó. "Se ha caído en el exceso" en las medidas contra el lavado de dinero.
Los principales bancos estadounidenses se han abstenido de precisar el número de cuentas que han cancelado sus filiales fronterizas.
JPMorgan Chase & Co. dijo que desde 2013 sus filiales en Estados Unidos cancelaron poco menos de 5.000 cuentas de empresas ubicadas fuera del país que registraban ventas anuales por 20 millones de dólares pero no señaló cuántas de esas compañías se ubicaban en Míéxico.
Las diversas cámaras empresariales afirman que han presentado numerosas quejas en los últimos dos años. "Escucho eso todo el tiempo, pero todo queda en la aníécdota", declaró Richard Dayoub, presidente de la Gran Cámara de Comercio de El Paso.
La Asociación de Bancos de Míéxico, el principal grupo del sector en el país, no atendió las peticiones de comentarios sobre el particular.