Por... Manuel Suárez-Mier
Uno de mis alumnos me preguntó a quíé se debía la severa caída en los precios del petróleo, lo que inmediatamente concitó un largo viaje en mis recuerdos sobre la montaña rusa que han sido los precios del petróleo, de las materias primas, en general, y de las monedas de todos los países, como lo padecemos hoy con rigor.
En el caso del petróleo, el primer evento en la historia reciente que causó un disparo insólito de su precio fue el embargo ejecutado por el cártel de países exportadores, la famosa OPEP, a las ventas a EE.UU. y sus aliados por apoyar a Israel en su guerra de ese año contra sus vecinos árabes.
Para reforzar su embargo, la OPEP, con Arabia Saudita a la cabeza, decidió además fijar cuotas de exportación a sus países miembros para crear escasez en el mercado, y reforzar el aumento en precios que se derivó del embargo, con lo que su nivel de inmediato se duplicó y poco despuíés se cuadruplicó.
Yo estaba a la sazón en Chicago y sufrí los efectos del ascenso en el precio de la gasolina de 35 centavos por galón a 1,25 dólares, las colas interminables en las gasolineras, y el desplome en el precio de reventa de mi precioso Camaro SST convertible con motor de ocho cilindros, que chupaba gasolina con singular alegría.
En tíérminos económicos, las acciones de la OPEP implicaron un desplazamiento de la curva de oferta hacia la izquierda, con el consecuente aumento de precios, pero allí no termina la historia. En el corto plazo, la gente cambia su comportamiento, como yo, que vendí mi Camaro y ya de regreso en Míéxico compríé un auto más económico.
En el mediano plazo los incentivos implícitos en los nuevos precios atraen inversión para producir más petróleo, se reabren pozos abandonados en Texas, se descubren nuevos yacimientos en el sureste de Míéxico y en el Mar del Norte, y varios miembros de la OPEP producen en secreto arriba de sus cuotas.
Todo esto hace que eventualmente haya un nuevo desplazamiento de la curva de oferta en la dirección opuesta a la ocurrida en 1973, y caigan los precios, lo que pasó en 1981, con la funesta consecuencia de contribuir a la crisis de la deuda que explotó en Míéxico en 1982 con graves repercusiones globales.
Por su parte, los ajustes en la demanda, que inicialmente se limitan a cambios de comportamiento, eventualmente incluyen el desarrollo y adopción de nuevas tecnologías para remplazar el petróleo: generación elíéctrica nuclear, eólica y solar, al tiempo que se diseñan vehículos más eficientes y económicos.
La demanda tambiíén se ajustó a la baja como resultado de la generalizada recesión en la que se hundieron los países desarrollados, que ahora tenían que pagar un tributo a los productores de petróleo, con lo que de desplomó su capacidad de compra, fenómeno acompañado de inflación elevada y depreciación del dólar de EU.
Todos estos efectos se combinaron para causar el colapso del precio del petróleo a niveles apenas superiores a los prevalecientes antes del embargo, y así habrían de permanecer hasta fines de los 1990s, cuando China, India y los países del ex-imperio soviíético optan por unirse al resto del mundo y crecer con alucinante celeridad.
La irrupción en los mercados de materias primas de esta nueva fuente de demanda, hizo que el ciclo de precios al alza se iniciara de nuevo en las postrimerías del milenio anterior, hasta romper todos los records alcanzando los 160 dólares por barril justo antes del inicio de la Gran Recesión de 2008, que los sumió abruptamente a menos de 40 dólares en una cuantas semanas.
Allí se inicia de nuevo su carrera alcista, y en el lapso 2011-2014 fluctúa entre 100 y 130 dólares por barril, hasta junio de ese último año, cuando emprende un nuevo trayecto a la baja, lo que se explica por una demanda que crece menos rápido al desacelerarse las economías de los países emergentes, sobre todo China.
Del lado de la oferta, la expansión en la producción en Rusia, y la proveniente de fuentes no tradicionales en Norteamíérica, puso en entredicho la supremacía saudita, que en lugar de recortar su producción para mantener el precio, la dejaron invariable para darle un “quemoncito†a los rusos y a los nuevos oferentes, cuyos costos de producción son muy superiores a los 48 dólares por barril prevaleciente ayer.
Lo único cierto con este precio, es que el subibaja seguirá.