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Autor Tema: Argentina: Proteccionismo económico e ineficiencia productiva...  (Leído 107 veces)

OCIN

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Por...  Maximiliano Bauk


La Argentina es el tercer paí­s más proteccionista del planeta. A esta conclusión llegamos si combinamos los cuatro rankings que realizó el think tank británico, Global Trade Alert, en su 16º informe atinente a lo acontecido en el perí­odo 2008-2014, teniendo en cuenta la cantidad de medidas discriminatorias en comercio exterior de cada paí­s, el número de lí­neas de productos afectadas, la cantidad de sectores de la economí­a alcanzados y los socios comerciales perjudicados por ellas.

Si bien la palabra “proteccionista” suena a una ayuda del estado para con sus ciudadanos quitándoles a estos el peso de la dura competencia, esto no implica otra cosa que no sea píérdida de riqueza.

La división del trabajo hizo posible la especialización de las personas y con ella una productividad antes inalcanzable, es gracias a esto que en los hogares de hoy en dí­a no es necesario ordeñar nuestras propias vacas, fabricar nuestros zapatos ni matar nuestras gallinas, en cambio un mecánico, por ejemplo, puede intercambiar sus servicios por dinero y comprarle al productor lácteo la leche, al zapatero los zapatos y al productor aví­cola el pollo. De esta manera cada uno se especializa en las tareas en las que es más eficiente ya sea por una habilidad natural o por el perfeccionamiento adquirido a lo largo del tiempo, por lo cual, al haber un mayor rendimiento, se eleva la cantidad de bienes y servicios disponibles, así­, se satisfacen más necesidades, y, por lo tanto, se eleva nuestro nivel de vida.

Todo el mundo parece estar de acuerdo con lo dicho ya que nadie cree conveniente el auto-abastecimiento de los hogares; de hecho tambiíén se está de acuerdo en esto si hablamos ya a nivel nacional en donde los intercambios de bienes entre ciudades o provincias son incuestionados.

En todo intercambio ambas partes ganan, ya que lo que se entrega se aprecia menos de lo que se recibe, pues, de lo contrario, no se realizarí­a transacción alguna, pero este principio por alguna extraña razón parece no ser válido si se cruzan esas lí­neas imaginarias que son nuestras fronteras, en este caso el resto de los individuos del mundo dejan de ser un agente de cooperación, como lo son nuestros conciudadanos, para convertirse en una verdadera amenaza para nuestra economí­a.

Algo que es importante dejar en claro —y que parecieran olvidar los polí­ticos que hablan de aquella utópica promesa de producir todo lo que necesitamos sin necesidad de importar nada— es que los recursos son limitados, por lo que si destinamos parte de ellos a elaborar productos de una manera más ineficiente de lo que lo hacen otros paí­ses, le estamos quitando recursos a los productos para los que sí­ somos eficientes, por lo cual nuestra producción total, en suma, es menor de la que podrí­amos haber obtenido de dedicarle más recursos a aquello que nos conviene. Es como si Lionel Messi decidiera confeccionarse su propia ropa, para ello le quita tiempo al fútbol por lo que deja de jugar dos partidos a la semana y comienza a jugar solo uno. Lionel, ahora, contará con dos o tres remeras y un par de pantalones gratis ya que los elaboró íél mismo, pero con los cientos de miles de euros que resignó en ese partido no jugado pudo haber comprado miles de remeras y pantalones, por lo cual su riqueza se vio negativamente afectada.

No nos olvidemos que si importamos es porque tenemos con quíé pagar los productos adquiridos, es decir, para importar algo hay que producir otra cosa, por ende, es falso el argumento que las importaciones reemplazan el trabajo nacional, solo reemplazan el trabajo de los sectores ineficientes pero destinando esos recursos a los sectores que mejor los aprovechen, cosa que tarde o temprano deberá realizarse si se busca el desarrollo económico.

En conclusión, el “proteccionismo” no solo no protege sino que además estafa a los consumidores nacionales quitándoles la libertad de elegir el producto que deseen, solo para favorecer a empresas que, sin competencia, pueden poner más elevados precios e invertir menos en la calidad de los productos, ya que, de todas maneras, no existe otra alternativa.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...