Por… Jeffrey A. Miron
El 10 de marzo los senadores Rand Paul, Cory Booker y Kirsten Gillibrand introdujeron una ley ante el senado para legalizar a nivel federal la marihuana para uso medicinal. Lo más importante es que la ley requiere que la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglíés) cambie de categoría a la marihuana en virtud de la Ley de Sustancias Controladas.
Este cambio en las contradictorias y confusas leyes de marihuana de EE.UU. se necesita desde hace mucho.
La ley federal actualmente ilegaliza la marihuana para todos los propósitos. Muchos estados, sin embargo, han legalizado la posesión, producción y uso de la marihuana para usos medicinales o recreativos. El gobierno federal sostiene que la ley federal se antepone a la ley a nivel de un estado, implicando que las autoridades federales pueden hacer cumplir la prohibición federal en todas partes, sin importar cuál sea la ley de determinado estado.
Aún así las autoridades federales actualmente han adoptado una estrategia de mantener la distancia frente a la compra y venta de marihuana cuando estos actos no violan las leyes de un estado. El tráfico a travíés las fronteras entre los estados legalizados y no legalizados crea todavía más ambigí¼edad. Esto significa que la ley federal aplica de manera distinta a lo largo de distintos estados y que, de manera más general, el gobierno federal está eligiendo cuando no hacer cumplir una ley federal.
El gobierno federal tiene varias opciones para abordar esta incoherencia. Por un lado, la Administración para el Control de las Drogas y otras autoridades federales podrían hacer cumplir de manera vigorosa la prohibición federal de la marihuana a lo largo del país. Por otro lado, el congreso podría eliminar la prohibición federal de la marihuana al removerla de la lista de sustancias federalmente controladas.
La primera estrategia no parece aconsejable por muchas razones. Tal estrategia requeriría un sustancial gasto nuevo y aún así tendría un impacto limitado sobre el uso de la marihuana, considerando la experiencia en el pasado. Volver a endurecer el cumplimiento conduciría al mercado de la marihuana otra vez a la clandestinidad, con la inherente violencia y corrupción de los mercados negros. Tambiíén estaría en conflicto con un creciente respaldo popular a la legalización de la marihuana.
La segunda opción —derogar la prohibición de la marihuana— es atractiva y es la única opción que eliminaría los conflictos y contradicciones en la ley existente. Pero la legalización federal puede que todavía no sea políticamente posible, así que las estrategias intermedias merecen una consideración.
Un compromiso razonable es que el Congreso haga que la DEA cambie de categoría a la marihuana en virtud de la Ley de Sustancias Controladas (CSA, por sus siglas en inglíés), la ley federal que actualmente gobierna la prohibición federal de la marihuana.
La CSA coloca a las drogas conocidas en una de cinco categorías, siendo “Schedule I†la categoría más restrictiva y Schedule V la menos restrictiva. La DEA define a las drogas de la categoría “Schedule I†como sustancias “con ningún uso míédico aceptado y con un alto potencial de abusoâ€. Son “las drogas más peligrosas de todas las categorías de drogas con potencial y severa dependencia psicológica y físicaâ€. Ejemplos de estas drogas incluyen a la heroína, la LSD, la íéxtasis y, si, la marihuana.
Las drogas de la categoría “Schedule II†tienen “menos potencial abusivo que las drogas de la categoría ‘Schedule I’â€, pero “tambiíén son consideradas peligrosasâ€, estas incluyen a las metanfetaminas, Oxycontin, Adderall y otras.
Ubicar a la marihuana en la categoría “Schedule I†es extraño. Pocos observadores consideran que la marihuana no tiene “uso míédico aceptado†o que tiene “un alto potencial de abusoâ€, y muchos creen que es más segura que las drogas en las categorías “Schedule I†y “Schedule IIâ€.
La DEA tiene el poder de cambiar de categoría a la marihuana por cuenta propia, pero hasta ahora se ha negado a hacerlo. Esto, a pesar del hecho de que en 1988 el juez de ley administrativa de la DEA, Francis Young, dictaminó que, “La marihuana, en su forma natural, es una de las sustancias terapíéuticamente activas más seguras que el hombre conoce. Según cualquier medida de análisis racional la marihuana puede ser utilizada de manera segura dentro de una rutina supervisada de cuidados míédicosâ€. í‰l recomendó que sea “transferida de la categoría ‘Schedule I’ a la ‘Schedule II’â€.
Pero el administrador de la DEA, John Lawn, rechazó la decisión de Young y dos fallos de Cortes de Apelaciones han reafirmado la autoridad de la DEA de mantener la actual clasificación. De manera que la acción del Congreso probablemente sea necesaria para forzar la mano de la DEA.
Cambiar de categoría a la marihuana, pasándola de la categoría “Schedule I†a la “Schedule II†significaría que la provisión míédica en los actuales o futuros estados con marihuana medicinal no sería inconsistente con la ley federal. Y si las autoridades federales permiten un espacio razonable a los míédicos para prescribir marihuana, consistente con la actual práctica en los estados con marihuana medicinal como California y Colorado, el mercado negro para la marihuana se reduciría de manera sustancial.
El cambio de categoría de la marihuana no está en conflicto con los tratados internacionales de drogas, dado que muchas sustancias cubiertas por esos tratados están en “Schedule II†o categorías más restrictivas. Y la “medicalización†federal reduciría las barreras existentes a la investigación acerca de los posibles beneficios de salud de la marihuana.
La medicalización federal está lejos de ser una política perfecta. En virtud de la medicalización, el gobierno federal todavía podría practicar una prohibición de facto al interferir con la habilidad de los míédicos de prescribir marihuana, como ocurre ahora con otras drogas clasificadas en “Schedule IIâ€. Si las restricciones federales a las prescripciones fuesen sustanciales, el mercado negro de la marihuana volvería a surgir. Además, tratar a la marihuana como una medicina, en lugar de como se tratan otras commodities, podría impedir la tributación (esto pasa ahora, parcialmente, en Colorado).
Esta estrategia es imperfecta porque todavía restringe el acceso legal a la marihuana, en lugar de respetar el derecho de cada individuo de consumir marihuana o no. Cambiar de categoría a la marihuana, moviíéndola a la categoría “Schedule IIâ€, tampoco eliminaría el conflicto entre las leyes federales y de los estados respecto de la marihuana; la legalización integral, como en Colorado, Washington, Oregon, Alaska, y el Distrito de Columbia, todavía sería inconsistente con la ley federal.
Pero la medicalización mediante el cambio de categoría aún es una mejora sustancial en relación a la política actual: reduce el mercado negro para la marihuana, reduce el gasto en hacer cumplir la ley, y racionaliza la ley actual, mientras que libera a los usuarios de marihuana de mal concebidas amenazas legales y penalidades.
El congreso debería actuar ahora y permitir esta muy necesitada reforma.
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