The Associated Press
Hace 10 años, un pequeño grupo de activistas palestinos tuvo una idea novedosa: inspirados en el movimiento contra el apartheid, exhortaron a un boicot global contra Israel como míétodo no violento de promover la lucha por la independencia palestina.
El movimiento BDS, despuíés de largos años de marginalidad, parece empezar a cobrar fuerzas, a tal punto que Israel lo considera una amenaza estratíégica al mismo nivel que las milicias palestinas y el programa nuclear iraní. Aunque Israel dice que el movimiento tiene sus raíces en el antisemitismo, su organización descentralizada y sus llamados a respetar los derechos humanos universales han resultado difíciles de contrarrestar, y han conducido a una serie de victorias que alarman a los líderes del estado judío.
"Ahora empezamos a cosechar los frutos de 10 años de campaña estratíégica, moralmente coherente e innegablemente eficaz por el BDS", dijo Omar Barghouti, uno de los fundadores del movimiento. "El BDS está ganando batallas por el corazón y el pensamiento de la gente en todo el mundo a pesar de la influencia hegemónica de Israel entre los gobiernos de Estados Unidos y Europa".
El movimiento BDS —cuyas siglas se derivan de las palabras boicot, desinversión, sanciones a Israel— nació en 2005 a partir de 170 grupos de la sociedad civil palestina en todo el mundo. Se ha convertido en una red mundial de miles de voluntarios que cabildean a empresas, artistas e instituciones acadíémicas para que corten las relaciones con Israel.
Entre sus miembros hay activistas estudiantiles, grupos de base de las iglesias e incluso judíos estadounidenses de centro-izquierda desilusionados por las políticas de Israel.
Lo que más preocupa a Israel es que algunas de las posiciones del grupo contra los productos fabricados en los asentamientos judíos de Cisjordania empiezan a recibir la acogida de gobiernos europeos. Aunque la UE dice que se opone al boicot a Israel, está estudiando normas para etiquetar los productos de los asentamientos, que muchos israelíes temen sería una norma precursora de una prohibición lisa y llana.
Los artículos producidos en los asentamientos, que forman un porcentaje pequeño de las exportaciones israelíes, incluyen vinos, dátiles y cosmíéticos.
En momentos que las gestiones de paz están paralizadas y no dan señales de reanudarse bajo un nuevo gobierno intransigente, los israelíes temen que esos sentimientos ganen adeptos.
"El temor es que se contagie a un fenómeno mucho más amplio que salga de la marginalidad y reduzca el apoyo a Israel", dijo Emmanuel Nahshon, del ministerio de Exteriores israelí.
El movimiento BDS tiene tres objetivos: poner fin a la ocupación israelí de los territorios ocupados en la guerra de los Seis Días de 1967, poner fin a la discriminación que sufren los ciudadanos árabes de Israel, y promover el derecho de los refugiados palestinos de regresar a las propiedades familiares de las que fueron despojados en la guerra que siguió a la creación del estado judío en 1948.
Para Israel, esta última posición equivale a nada menos que el llamado a su destrucción. Se opone al "derecho a regresar" porque dice que un retorno masivo de los refugiados significaría el fin del país como estado judío. La comunidad internacional promueve una "solución de dos estados" con la creación de un estado palestino junto a Israel, y el presidente palestino Mahmud Abas ha indicado que estaría dispuesto a negociar el asunto de los refugiados como parte de un acuerdo de paz definitivo.
Barghouti, un ingeniero formado en Estados Unidos y que tiene un título de posgrado de la Universidad de Tel Aviv, dijo que el movimiento BDS es "totalmente neutral" en cuanto a la solución política del conflicto. Pero asegura representar el "consenso" palestino, y que cualquier acuerdo que "socave nuestros derechos fundamentales bajo el derecho internacional y perpetúe la opresión colonial" es inaceptable.
En cuanto a sus estudios en una universidad que exhorta a otros a boicotear, dijo que los palestinos "de ninguna manera pueden acatar las mismas normas de boicot que se pide a los internacionales", y añadió que la "población indígena" tiene derecho a todos los servicios que pueda obtener del sistema.
Los líderes israelíes consideran que el movimiento es el más reciente de una historia de antagonistas empeñados en destruir al pueblo judío.
"Estamos en medio de una gran lucha librada contra el estado de Israel, una campaña internacional para manchar su nombre", dijo recientemente el primer ministro Benjamin Netanyahu. "No está conectada a nuestras acciones. Está conectada a nuestra existencia misma".
El movimiento es dirigido por un comitíé nacional con sede en Cisjordania y con representantes en todo el mundo, que fija normas pero permite a los comitíés locales que decidan su propia estrategia. Encara batallas que tiene una posibilidad razonable de ganar. Por eso no ha atacado a las empresas más grandes que están activas en Israel, como Intel y Microsoft.
Se han producido batallas en cooperativas de alimentos y concejos municipales de Estados Unidos. El movimiento ha ayudado a organizar varios boicots por organizaciones acadíémicas de Estados Unidos y Gran Bretaña y ha penetrado en los campus estadounidenses. Una docena de centros estudiantiles han aprobado propuestas de desinversión.
Artistas populares como Roger Waters, Elvis Costello y Lauryn Hill se han negado a actuar en Israel. El movimiento BDS se ha declarado responsable de presionar a grandes compañías para que terminen o alteren sus operaciones en Israel, entre ellas la fábrica de gaseosas SodaStream, la compañía constructora francesa Veolia y la firma de seguridad internacional G4S.
El mes pasado, la organización nacional de estudiantes británica se sumó al movimiento. La semana pasada, el organismo legislativo de la Iglesia Unida de Cristo votó desinvertir de compañías que tienen negocios en los territorios ocupados por Israel tras una medida similar de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos.
Tal vez el golpe mayor fue el anuncio el mes pasado del presidente de la gran empresa francesa de telefonía celular Orange, de que quería poner fin a su sociedad con la israelí Partner Communications y mejorar sus relaciones comerciales con el mundo árabe. Aunque el director general Stephane Richard viajó a Israel a ofrecer disculpas, Orange y Partner anunciaron planes para terminar su sociedad.
La idea del boicot toca un nervio particularmente sensible en Israel. Netanyahu se ha referido al boicot de los nazis a empresas y artistas judíos —que incluyó actos de violencia y consignas antisemitas— en la Alemania de la díécada de 1930, antes del Holocausto. En las díécadas de 1970 y 1980, algunos países árabes presionaron a las empresas que tenían negocios con ellos para que dieran la espalda a Israel. En la actualidad, los boicoteadores comparan las políticas israelíes en Cisjordania con el apartheid sudafricano.
"Los ataques a los judíos siempre fueron precedidos por calumnias a los judíos", dijo recientemente Netanyahu.
Los activistas del BDS rechazan la acusación de antisemitismo y aseguran que la batalla es contra Israel, no contra los judíos. Destacan que tienen partidarios judíos, incluida la "Voz Judía por la Libertad", una organización estadounidense cuyos 9.000 miembros apoyan el boicot.
Naomi Dann, coordinadora de prensa de la organización, dijo que "no se trata de destruir a Israel. Pero la plena igualdad de derechos y una sociedad democrática son más importantes que la preservación del carácter judío del estado".
Es difícil calcular los verdaderos logros del movimiento BDS.
Empresas globales líderes como Microsoft, Google, Apple e Intel tienen operaciones en Israel. Grandes artistas como Paul McCartney, Lady Gaga, Madonna y Rihanna se han presentado allí en los últimos años.
En febrero, un informe del Ministerio de Hacienda israelí concluyó que el impacto económico era mínimo. Pero desarrolló algunas hipótesis, como boicots por gobiernos de la UE o cancelación de acuerdos de libre comercio.
David Makovsky, ex miembro del equipo de paz del secretario de Estado norteamericano John Kerry, dijo que, para detener el movimiento, Israel debe demostrar que realmente está a favor de la creación de un estado palestino.
"Para reducir su alcance y su impacto, debe quedar claro que cuando el primer ministro dice que está a favor de dos estados para dos pueblos, no dirá a continuación que Israel se asentará en lo que será el futuro estado palestino", dijo Makovsky.