Por… Níéstor García Iturbe
De acuerdo al intercambio de notas entre Cuba y Estados Unidos, ambos países reanudarán sus relaciones diplomáticas el día 20 de julio.
Podemos decir, que con este paso, se puede dar por concluida una etapa en el desarrollo de las relaciones, precisamente la fase de reanudación, despuíés de la ruptura el 3 enero de 1961, que duró por 54 años, seis meses y 18 días.
La nota cubana y la carta enviada al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por nuestro presidente, Raúl Castro Ruz, establece bien claro lo que Cuba aspira que sea, el “modus operandi†de esta nueva fase de relaciones entre los dos países.
Se plantea que las relaciones deben ser respetuosas y de cooperación, fundamentadas en los principios y propósitos de la carta de Naciones Unidas, el derecho internacional y particularmente, en lo establecido por las Convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Consulares.
En la propia nota se expresa, que estas relaciones deben fundamentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía, al derecho de nuestro país a elegir el sistema político que considere conveniente, sin injerencias de tipo alguno.
Nuestro país reconoce las diferencias existentes entre ambos estados, pero considera y tiene la disposición, de mantener un diálogo respetuoso con Estados Unidos y que se desarrollen entre ambos, relaciones tendientes al beneficio mutuo.
No hay nada más cierto que el refrán de que “una cosa piensa el borracho y otra el bodegueroâ€. Los bodegueros somos nosotros.
El señor Obama, incluyó en su anuncio del día 1 de julio, sobre la apertura de la embajada estadounidense, algunos aspectos que considero muy importante tomar en consideración, pues reflejan su punto de vista de cómo funcionará la misma.
El Premio Nobel de la Paz planteó que se continuará la implementación del programa de Diplomacia Pública (un programa de abierta subversión) y promover el respeto por los derechos humanos. (como si en Cuba no se respetaran los Derechos Humanos y ellos no tuvieran en su país, todos los días, suficientes violaciones de los derechos humanos de las cuales preocuparse). Esto constituye injerencia en los asuntos internos de Cuba.
Señaló que la apertura de la Embajada en la Habana permitirá promover más efectivamente los intereses y valores de Estados Unidos, (todos sabemos cuáles son los intereses de Estados Unidos en Cuba y que valores son los que desean promover, los contrarios a nuestra sociedad socialista) a la vez que incrementará la vinculación con el pueblo cubano. (La Embajada es una representación ante el gobierno cubano, no es una oficina de Relaciones Públicas con el pueblo cubano).
Además de calificar nuestra sociedad de restrictiva, cuando dice que la Embajada operará en la Habana como en otras sociedades restrictivas del mundo, plantea que los diplomáticos tendrán la posibilidad de intercambiar opiniones con entidades gubernamentales y no gubernamentales (esto nos dice que continuarán atendiendo, en este caso desde la embajada, aquellos grupúsculos contrarios a la revolución que ellos consideran entidades no gubernamentales.)
Lo planteado por Obama en su carta incluye otros aspectos, pero considero que con estos tenemos suficiente para formularnos una idea de cómo piensan realizar su actividad desde la embajada.
La fase posterior a la reanudación será la normalización, una larga etapa, que presenta ciertas complicaciones, por la índole de las acciones que deben realizarse durante la misma. En ella debe borrarse todo vestigio de hostilidad para fomentar la confianza política, que permita avanzar en pro del beneficio de ambos países.
No se concibe que puedan denominarse normales, unas relaciones en que un país mantiene un fíérreo bloqueo económico, comercial y financiero sobre el otro.
El ocupar una parte del territorio del otro país, en contra de la voluntad de su gobierno, en este caso por la Base Naval de Guantánamo, no puede ser parte de una relación normal entre ambos.
No se concibe, que si dos países mantienen relaciones diplomáticas normales, uno de ellos mantenga transmisiones radiales y televisivas dirigidas hacia el territorio del otro, violatoria de las normas internacionales y lesivas de la soberanía.
Cuando existen relaciones normales entre dos países, uno de ellos no debe autorizar fondos y organizar programas subversivos que traten de promover la desestabilización del otro.
Es imposible considerar que se han normalizado las relaciones entre dos países, cuando uno de ellos no ha compensado al pueblo del otro, por los daños humanos y económicos provocados como consecuencia de la política que el propio presidente de ese país ha reconocido como errónea.
Como mencionamos anteriormente, esta será una etapa algo complicada, a la que no deseamos se agregaran otras complicaciones, resultantes del vestigio de hostilidad que pudiera aún existir, en determinadas agencias gubernamentales estadounidenses, o en grupos de personas residentes en Estados Unidos, contrarios a la idea de que ambos países puedan tener relaciones normales.
Benito Juárez expresó, que el respeto al derecho ajeno es la paz. Si nos respetamos y los gobiernos exigen se mantenga ese respeto, tendremos paz.
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