The Associated Press
Tener un negocio en Koukaki cada vez es más difícil. Los dueños de locales comerciales en este vecindario del centro de Atenas, uno de los que tienen más diversidad financiera en la ciudad, encuentran cada vez más difícil sostenerse y no importa si cortan el cabello o venden camisetas extra grandes: No hay diferencia.
Los locales vacíos son otra vez un rasgo característico de los pueblos y ciudades de Grecia en medio de una crisis que pone en duda el futuro del país en la zona euro.
Esto empeoró despuíés de que a finales de junio el gobierno impuso una serie de estrictos controles al retiro de dinero en los bancos, con un límite diario de 60 euros (64 dólares) en los cajeros automáticos. Aunque los bancos reabrieron esta semana por primera vez en casi un mes, el límite a los retiros sigue sin cambios y el efectivo se vuelve escaso.
Para una economía donde los pagos en efectivo son la norma, ese es un problema.
En Koukaki, a unos 2 kilómetros (1,2 millas) al sur del centro de Atenas, el mecánico Giorgos Prasinoudis, de 65 años, está disgustado.
Su esposa e hija de 11 años ya se mudaron a Alemania, irónicamente el país al que muchos culpan por los problemas económicos y sociales que aquejan a Grecia.
El miíércoles se sentó a beber un cafíé afuera de su tienda de reparación de motocicletas, donde hay un letrero de "Se vende" en la ventana. Prasinoudis cerró su tienda despuíés de 32 años.
"Es el fin para Grecia. No nos recuperaremos en 50 años", dijo. "El país pidió mucho dinero prestado, los que se beneficiaron ya se fueron del país y la gente ordinaria tendrá que pagar la cuenta... espero que mi hija aprenda de Alemania y no regrese. Ni siquiera en un día festivo".
Prasinoudis es una de las incontables víctimas de la crisis económica de Grecia. Tras quedar fuera de los mercados internacionales de críédito en 2010, el país ha dependido del dinero extranjero para saldar sus deudas a cambio de estrictas medidas de austeridad como recortes al gasto e incremento de impuestos.
Sin embargo, el costo ha sido enorme.
Desde entonces se han perdido un millón de empleos, la mayoría en el sector privado, alrededor de una quinta parte de la fuerza laboral del país. El dato más reciente muestra que el desempleo es de 25% y de más de 50% para los menores de 25 años.
Además de los controles de capital, el gobierno impuso una nueva ronda de medidas de austeridad subiendo los impuestos y aranceles a las empresas, mientras que mantuvo los gravámenes a la vivienda que se comen los ingresos de los hogares.
A dos calles del local de reparación de motos, Costas Kitsos, dueño de una tienda de artículos de computación, dice que las ventas se han desplomado desde que se impusieron los controles de capital el 29 de junio.
"La gente viene a la tienda, pregunta precios pero no compran nada... Todos temen gastar dinero porque no saben lo que pasará", agregó.