EFE
ílvaro Mellizo
Encabezada por Alemania y Francia, Europa se ha convertido en la más sólida defensora del acuerdo nuclear entre el Grupo 5+1 e Irán, embarcada como está en una "ofensiva de seducción" para restaurar relaciones políticas y económicas que complicará el rechazo del Congreso de los EEUU al pacto.
Apenas quince días despuíés del anuncio de Viena con el que las potencias del Grupo 5+1 (EEUU, Francia, China, Reino Unido, Rusia y Alemania) e Irán presentaron el acuerdo que puso fin a la crisis sobre el programa atómico del país asiático, franceses y alemanes, así como la propia Unión Europea, han sido los más fervientes defensores públicos del mismo y no han escatimado en enviar señales para asegurar que el pacto será ejecutado pese a quien pese.
Este activismo europeo, ansioso por recuperar los lazos con la República Islámica, ha superado incluso a los de China y Rusia, teóricos "aliados" de Irán en la negociación.
Además, están haciendo bueno el argumento del secretario de Estado de los EEUU, John Kerry, para persuadir al Congreso de que si rechaza el pacto, poco se podrá hacer para que el resto del mundo siga aplicando las sanciones sobre Irán.
Esta semana visitaron Teherán tanto la jefa de la política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, como el ministro de Asuntos Exteriores francíés, Laurent Fabius, con un idíéntico mensaje: el acuerdo abre la puerta a unas nuevas relaciones con Irán, Europa reconoce la importancia regional y global del país y, toda vez que se cumpla con lo recogido en el acuerdo, apuesta por una recuperación total de las relaciones.
La más clara en este aspecto fue Mogherini, quien durante su paso por Irán advirtió a los enemigos del acuerdo -fundamentalmente la derecha estadounidense, Israel y algunos países del Golfo Píérsico- que Europa invirtió mucho esfuerzo en lograr el pacto y que "tendrá el mismo nivel de voluntad para ponerlo en marcha".
Como síntoma, o quizá como causa, de esta aproximación a Irán y tambiíén como una garantía del interíés europeo por mantener y profundizar el deshielo con Teherán, el apoyo político ha venido acompañado por un indiscreto interíés comercial.
Al calor del fin de las sanciones sobre la economía iraní que exige el acuerdo nuclear, los europeos quieren recuperar e incluso estrechar más sus lazos económicos con un país que tiene una de las mayores reservas energíéticas del mundo, una población joven ansiosa por consumir y miles de millones de dólares en reservas para gastar.
Alemania arrancó el pasado día 20 su aproximación a Irán con una visita del vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, acompañado por más de 60 directivos de empresas alemanas, particularmente del área de la industria y la energía dispuestas a invertir en el país.
Fabius vino solo, si bien lo primero que hizo fue anunciar la visita en septiembre de una gran delegación empresarial francesa y reunirse con altos responsables iraníes de la industria del petróleo.
No en vano la petrolera francesa Total ha sido una de las más interesadas en regresar a Irán, incluso antes del fin de las sanciones.
Peugeot, otra de las grandes empresas galas, tambiíén está lanzada a regresar al país, donde ya participó en el pasado en importantes alianzas con fabricantes de autos locales, mientras que Airbus, el consorcio europeo de la aviación con sede en Tolosa, ya está en directas negociaciones con Irán para la venta de aviones y repuestos al país.
En Irán, estas aproximaciones que la prensa bautizó como "ofensiva de seducción" están siendo muy bien recibidas y son consideradas como un "íéxito" de las negociaciones nucleares, pese a algún intento de los sectores más conservadores, que desde un principio desconfían de cualquier aproximación con Occidente, para restarle importancia.
El Congreso estadounidense, controlado por la oposición republicana, tiene 60 días para revisar el acuerdo nuclear y tiene la opción de votar en septiembre sobre el pacto.
Los legisladores solo podrían anular la participación de EE.UU. en el acuerdo si una mayoría de dos tercios en ambas cámaras vota en ese sentido, algo que invalidaría el veto que el presidente Barack Obama ha prometido imponer a cualquier legislación contra el mismo.