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Autor Tema: Los precios de los medicamentos se examinan bajo el microscopio...  (Leído 270 veces)

OCIN

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Por... Jonathan Ford




A la industria farmacíéutica le cuesta poco trabajo responder a esta pregunta. Cada vez más adopta agresivamente la opción basada en el valor.

¿Cuál es el valor de los ‘medicamentos de precisión’ que salvan vidas?
Si creas un medicamento que cura una enfermedad anteriormente difí­cil y cara de curar, ¿cuánto deberí­as cobrar por tu invento?

¿Deberí­as fijar el precio a un nivel relacionado con el costo de desarrollo y fabricación? O ¿deberí­as elevar el precio de acuerdo con el “valor” que consideras le estás ofreciendo al paciente — aun si sobrepasa por mucho lo que el mercado pueda soportar?

A la industria farmacíéutica le cuesta poco trabajo responder a esta pregunta. Cada vez más adopta agresivamente la opción basada en el valor.

Tal vez el mejor ejemplo sea Sovaldi, un tratamiento exitoso recientemente lanzado para el potencialmente fatal virus que daña al hí­gado: hepatitis C. A diferencia de medicamentos anteriores que tienen efectos secundarios desagradables y sólo curan a una tercera parte de los pacientes, elimina el virus en cerca de 95 por ciento de aquellos que se someten a un tratamiento de doce semanas con muy pocos efectos secundarios.

El problema es el costo. El fabricante de Sovaldi, Gilead Sciences, ha puesto un precio de lista para ese ríégimen de 84,000 dólares.

La compañí­a lo justifica pues se compara favorablemente con el costo de un trasplante de hí­gado para aquellos pacientes cuya condición ha degenerado en cirrosis. Pero íéste es un tratamiento que se hace como un último intento para sólo una minorí­a de casos.

Más de tres millones de estadounidenses tienen hepatitis C, y en el mundo hay un estimado de 150 millones que la padecen. El tratamiento de esos pacientes en EU costarí­a casi 300 mil millones de dólares — una cantidad que rompe cualquier presupuesto de los ya abrumados sistemas de cuidado de salud.

El precio de Sovaldi, por supuesto, ha encantado a Wall Street y Gilead está valuada ahora en 170 mil millones de dólares, más que Merck, la quinta compañí­a farmacíéutica en el mundo de acuerdo a ventas. Pero ha creado considerable animadversión entre los sistemas de salud que ahora tienen que pagar. Medicare y Medicaid, dos programas públicos estadounidenses de seguro míédico, pagaron hasta 6 mil millones de dólares a Sovaldi el año pasado (de un total de 12 mil millones de dólares de ventas mundiales). Ahora Medicaid dice que no tiene otra opción más que racionar el acceso a los casos más serios.

Jeff Myers, jefe de Medicaid, compara la conducta de Gilead desfavorablemente con la de otros inventores de medicamentos en el pasado. “Si Jonas Salk hubiera cobrado por la vacuna del polio como Gilead, aun tendrí­amos polio”, refunfuña. El economista Jeffrey Sachs es aún más mordaz: “Este margen de beneficios sobre el costo de Gilead está cerca de 1000 por 1, probablemente un ríécord mundial”.

Gilead no está solo en el hecho de poner precios muy altos a los ‘medicamentos de precisión’. Vertex, otro grupo farmacíéutico prometedor, recientemente lanzó Kalydeco, una pí­ldora contra la fibrosis cí­stica que cuesta 300,000 dólares al año. Praluent, de Sanofi, un nuevo tratamiento para el colesterol, se va a vender a 14,600 dólares, comparado con las estatinas que cuestan unos cuantos cientos de dólares al año. Estos precios ayudan a explicar por quíé la cuenta total de medicamentos de EU subió 14 por ciento en 2014.

Establecer el precio basado en el valor puede sonar factible. Despuíés de todo, muchos sistemas de cuidado de la salud tienen un tipo de contabilidad que le confiere un costo a la vida — por más que suene poco moral. El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido ha creado cifras complejas para calcular los “años de vida de calidad ajustada” — la cantidad que podrí­a pagar por un año de vida adicional que de otra forma el paciente hubiera perdido.

Pero es muy cuestionable si íéste debe ser el modelo correcto para ser usado por las compañí­as. Pensemos en los negocios en que el uso del modelo basado en el valor es común. Las lí­neas aíéreas lo utilizan para vender lugares escasos en vuelos populares. Los fabricantes de artí­culos de lujo lo usan para justificar precios para bienes que están fuera de toda proporción con el costo de producción. Como dice el economista del cuidado de la salud Jack Scannell, es una manera de cobrar más.

El público acepta todo esto pues puede responder perfectamente yendo a otro lado — no tomando ese vuelo a Bali, por ejemplo, o rechazando esa bolsa de Chanel. Pero íése no es el caso con los remedios que salvan vidas, especialmente cuando la alternativa no existe o es mucho menos efectiva. Esta maximización agresiva del valor tambiíén cae mal en un sistema de patentes que suprime la competencia al conceder a una compañí­a farmacíéutica un monopolio legal por cierto tiempo para vender un medicamento que ha descubierto.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...