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Autor Tema: Realidad económica, ficción polí­tica  (Leído 646 veces)

Corealso

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Realidad económica, ficción polí­tica
« en: Octubre 27, 2008, 08:47:13 pm »
Cualquier alteración artificial y polí­ticamente correcta de la sociedad mediante la imposición de nuevas leyes repercute directamente en nuestro bienestar y nuestra riqueza. Entonces nos darí­amos cuenta de que polí­tica y economí­a sí­ están relacionadas.

¿Cree que Zapatero será capaz de sacarnos de la actual crisis? ¿Y Rajoy? ¿Y cualquier otro polí­tico? Si usted realiza estas preguntas a diferentes personas sin un grado de politización especial, muy probablemente le digan que no confí­a en ninguno de ellos para solucionar ningún problema económico. ¿Entonces para quíé sirven los polí­ticos?
Desde hace unos años, en España se ha ido abriendo cada vez más la brecha entre realidad socioeconómica e ilusión polí­tica. En las últimas elecciones catalanas, por ejemplo, sólo votaron poco más de la mitad de los censados. El Gabinet d'Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP) achacaba el fenómeno al "descontento con los polí­ticos". Según un estudio de la UNED, desde el año 2000 el porcentaje de jóvenes entre 15 y 24 años que recela de la polí­tica y los polí­ticos ha pasado del 15% al 56%. Adicionalmente, más de un 30% de los jóvenes considera la polí­tica intranscendente.
¿Y por quíé sigue apoyando la gente a esos personajes que tan apáticos e incompetentes parecen? Tal vez sea una cuestión polí­ticamente correcta. La polí­tica y cada una de sus ramas, concretamente la polí­tica económica, se han desprendido del todo de la realidad. La reacción del ciudadano y actor económico es que la economí­a no es una cuestión de Estado. Los polí­ticos sirven para hacer un mundo más utópico y de color de rosa. Si algún burócrata anuncia medidas favoreciendo el ecologismo, la discriminación positiva y multas a las empresas y lo dice riendo afirmando que es para el bien común, muy probablemente gane un sinfí­n de votos. Curiosamente, cuando esas medidas se aplican y se han de subir los impuestos, se encarecen los alimentos básicos por las subvenciones a los carburantes "bio", se han de colocar a personas no válidas en cargos de responsabilidad para cubrir cuotas, la corrupción crece dramáticamente y las leyes parecen más un sistema de financiación alternativo del Estado que un medio para establecer la justicia, entonces el ciudadano considera tal situación una injusticia.
Tal incongruencia sólo se explica porque el ciudadano no establece correctamente las relaciones entre causa y efecto, pues cree que el mundo de lo polí­ticamente correcto y el de la economí­a son dos caminos totalmente diferentes. Ser ecologista, feminista, igualitarista y estar a favor de cualquier sistema que delegue la libertad individual a un jerarca polí­tico es la moda y lo fácil. En un sistema donde nadie es responsable de sus actos porque todo está delegado al jerarca polí­tico, es evidente que el más socialista y populista es el que más ríéditos económicos y polí­ticos ganará independientemente de las acciones que despuíés tome. El mundo de la polí­tica es la proclamación de las buenas intenciones, pero no de los buenos resultados, todo lo contrario que la vida real. Siempre existen excusas para justificar que una medida polí­tica no haya funcionado, por ejemplo culpar a los empresarios, al egoí­smo del ser humana y a la insolidaridad ciudadana.
De una forma intuitiva ya todos hemos asumido que nadie nos sacará de la crisis, y hemos tomado una visión determinista asumiendo que en el futuro inmediato seremos más pobres. Tal vez un mejor paso serí­a ver de una vez que cualquier alteración artificial y polí­ticamente correcta de la sociedad mediante la imposición de nuevas leyes repercute directamente en nuestro bienestar y nuestra riqueza. Entonces nos darí­amos cuenta de que polí­tica y economí­a sí­ están relacionadas, y que concretamente polí­ticos y economí­a son tíérminos opuestos. A más polí­tica y más poder para los burócratas, menos bienestar individual. No podemos tener hospitales "gratis" y esperar que no haya colas, porque algo así­ sólo significa convertir la demanda en infinita mientras que la oferta siempre es limitada. No podemos vivir en el lujo de la tecnologí­a y disfrutar de los abundantes gadgets que nos hacen la vida más cómoda y pretender a la vez cerrar todas las centrales nucleares o que tengamos los mismos consumos energíéticos que nuestros abuelos. Tampoco podemos ir repartiendo decenas de millones de euros al subdesarrollo y a la vez tener unas mejores vacaciones o una mejor educación (privada) para nuestros hijos.
Las utopí­as son irrealizables, pero si consentimos que el Gobierno las realice sólo avanzamos a la tiraní­a y pobreza. Polí­tica y economí­a son dos conceptos demasiado unidos y no podemos separarlos. Cuanta más polí­tica, más pobreza y menos individualidad. Cuanta más economí­a libre, más producción, más alternativas y más libertad para que seamos nosotros mismos quienes manejemos nuestras propias vidas hacia nuestras propias metas.



carlos88

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Re: Realidad económica, ficción polí­tica
« Respuesta #1 en: Octubre 27, 2008, 10:43:04 pm »
una reflexion personal , que no se adapta a la realidad pues los grandes defensores del mercado libre y la no intervencion del estado han sido derrotados por la realidad de los mercados. de esta crisis he aprendido no solo que los politicos son eso politicos , sino que la elite de los dirigentes economicos han acuñado una nueva frase
privatizamos las ganancia, socializamos las perdidas
corealso te suena la frase el mercado en si mismo se regula, pues que se hubiese regulado en esta crisis, que me gustaria saber cuanto mas pobre nos ha hecho a los de siempre para pagar las ganancias de los de siempre
los ciudadanos pagan las consecuencias debido a medidas que tienen que tomar los politicos porque los ejecutivos nos ha llevado a la ruina
muchas veces se vende humo, sin energia nuclear tambien se viviria y problamente mejor.
Cuanta energia solar produce el sahara, hay estudios que dicen que la suficiente para toda europa, pero como se traslada hasta nosotros , casi seguro que invirtiendo lo que cuesta una central nuclear
coralso son distintas formas de ver la vida
corre, corre , que te pillo