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Autor Tema: Amazoní­a: ¿Quíé se puede y debe hacer?…  (Leído 139 veces)

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Amazoní­a: ¿Quíé se puede y debe hacer?…
« en: Octubre 25, 2015, 12:46:43 pm »
Por… Ivo Poletto

 

 

Quien oye las invocaciones de Pachamama, Madre Tierra, ya sabe que no se deberí­a repetir en la Amazoní­a lo que ha sido la norma en las relaciones de los seres humanos con otros biomas.  Tener presente la paciente historia de la tierra significa darse cuenta, con alegrí­a y humildad, que la vida humana es un don de la naturaleza, incluso si reconocemos la presencia del Espí­ritu de Dios en el proceso.  Con diferentes imágenes y mitos de origen, los pueblos se reconocen arcilla y aliento divino[1].  Su existencia en este planeta fue precedida por un increí­ble proceso creativo, que se expresa en la espectacular biodiversidad, en los mares, en los manantiales de agua dulce, en el suelo y subsuelo, en las diferentes capas vegetales[2].

Pues bien, quien se da el tiempo y el placer de dialogar con la tierra, escucha de ella la advertencia de que no tendrá condiciones de garantizar un ambiente favorable para la vida si los biomas fueren sistemáticamente modificados e incluso destruidos.  Los territorios de los biomas son diferentes fuentes de vida, aunque en condiciones muy diferenciadas.  Para dar un ejemplo, no pasa de ser una forma irresponsable y casi absurda de ser y actuar lo que se ha hecho de los biomas de la Mata Atlántica y el Cerrado, en Brasil.  ¿Cómo puede mantenerse la Tierra en equilibrio si el 94% de la capa vegetal, y junto con ella, toda la biodiversidad existente en la Mata Atlántica, ha sido modificada y herida?  ¿Cómo puede la Tierra mantener el Cerrado como el bioma de las aguas, del abastecimiento de los acuí­feros, si en tan sólo 30 años fue destruida más del 80% de su capa vegetal, y por eso, las profundas raí­ces de los árboles y la biodiversidad tí­pica de este bioma fueron extirpados de este territorio?

Quien dialoga con la Tierra y con los pueblos que conviven con ella desde hace miles de años, respeta su sabidurí­a y reconoce que no se puede seguir agrediendo biomas creados por la Tierra.  Y quien percibe que, incluso tardí­amente, las investigaciones cientí­ficas sobre el “estado de salud” de la Tierra[3] confirman la sabidurí­a y los llamados profíéticos de los pueblos originarios exigiendo cambios en el modo de ser de los que buscan riqueza a cualquier precio, sabe lo que debe hacer en la Amazoní­a – que es el bioma sobre el cual se reflexiona en este artí­culo.

No más deforestación de la selva amazónica, asumiendo prácticas y polí­ticas de “deforestación cero”.  Esto significa dejar de ver la selva como una oportunidad de negocios, e igualmente el suelo amazónico sin árboles como oportunidad de más negocios.  Basta de implantar el falso y concentrador “progreso económico” del modelo del agronegocio, que ve a los bosques y los pueblos de la selva como obstáculos a su expansión.  Significa aprender a vivir atendiendo las necesidades reales de una vida dignamente humana con iniciativas de convivencia, de diálogo y cuidado de los bienes que la Tierra creó para todos los seres vivos.

No más agresión a los rí­os de este bioma de aguas, aguas necesarias para ser Amazoní­a.  En lugar de las ecológica y socialmente destructoras hidroelíéctricas, producir la energí­a realmente necesaria para una vida dignamente humana con el uso de otras fuentes, como el sol y los vientos.  En lugar de pesca predatoria, la defensa de los lagos-santuario, destinados a la reproducción de los peces.  La diversidad de formas de vida y la relación del agua con la vida de la selva y con la atmósfera son caracterí­sticas de la Amazoní­a.  Así­ es como genera el “rí­o aíéreo ” sobre el bosque, un rí­o que, llevado por los vientos, humedece y garantiza lluvias y agua en muchas otras regiones.  En relación con el Cerrado, ella devuelve parte de las aguas que ese bioma ofreció a ella.  Pero a la región de la Mata Atlántica del sureste brasileño, le ofrece graciosa y generosamente lluvias que la mantienen fíértil.

Basta de agredir el seno de la tierra amazónica para retirar de ella falsa riqueza en forma de minerales, petróleo, gas; solo hacer algo de eso cuando realmente sea necesario para una vida humana digna, actuando con el máximo cuidado y cariño, respetando las áreas sagradas de los pueblos y las reservas ambientales.

Plantar árboles en las áreas deforestadas, y no con eucaliptos o pinos, sino con árboles tí­picos de la Amazoní­a.

………………………

[1] Ver, por ejemplo, Libro del Gíénesis 2,7

[2] Esos largos tiempos del proceso son descritos en la Biblia como “dí­as”, puesto que, en el síéptimo, tambiíén Dios descansó.

[3] Los cinco informes del IPCC confirman, con seguridad cada vez más fuerte, que el calentamiento constatado de forma permanente desde la revolución industrial es provocado por acciones humanas, y, por tanto, el cambio climático que afecta de modo especial a los más pobres tambiíén tiene causas humanas.

 

Suerte en sus vidas…


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