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Autor Tema: LA DISOLUCIí“N DEL KARMA  (Leído 509 veces)

Scientia

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LA DISOLUCIí“N DEL KARMA
« en: Noviembre 02, 2015, 07:30:00 pm »

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LA DISOLUCIí“N DEL KARMA


Cuando el Alma encarna profundamente en la materia, vive procesos de ciclos, con despertares graduales.
Pero cuando el Ser intenta hacerse absolutamente consciente, en un despertar perfecto a travíés de la materia, se forman remolinos, debido a la intensidad de la energí­a que fluye, como cuando una gran cantidad de agua se vierte en el cauce de un rí­o.

El remolino de Divinidad se convierte en una yoidad, en un yo, y en ese punto la vida divina se auto hipnotiza, debido al juego del Velo de Maya, y cree que está separada de sí­ misma.
La aparente parte que se cree separada de sí­ misma piensa que existe por sí­ misma, que es independiente, y juega al juego de ver a un Creador fuera de sí­ misma.
Y cuando hace esto, surge una perfecta yoidad. Como un remolino de consciencia, y ese remolino de consciencia hace que se obstruya totalmente el libre fluir de la vida divina a travíés de su expresión estructural.





Hay una simbiosis perfecta entre todas las criaturas que viven y conviven en el campo de la Creación. Pero el remolino genera una alteración de esa simbiosis y esto crea la apariencia de un desví­o del cauce del rí­o universal.
Ese desví­o es como un tabique que se crea, como si se hubiese derrumbado algo de la orilla del rí­o, y ocurre un desbordamiento de la energí­a que genera estragos y destruye lo que encuentra a su paso.
Esa obstrucción creada por la yoidad, generando un derrumbamiento en el cauce de la Vida Divina, es lo que llamamos el karma.

El rí­o de la Vida Divina necesita corregir su cauce, necesita volver a encontrar su camino para ir hacia el mar de la Infinitud.
La dirección del agua es siempre hacia el mar y aprovecha siempre el más mí­nimo desnivel para fluir.
Cuando no encuentra desnivel desborda y produce una inundación.
La Vida Divina, buscando ese desnivel, se topa con el remolino del yo, que obstruye, produce estragos y genera lo que llamamos el karma, porque en ausencia de auto-consciencia, la yoidad, pretendiendo hacer lo correcto, hace cosas que están desviando el fluir natural de la Vida Divina a travíés de las estructuras.
Cuando eso hacemos, la propia Vida Divina tiene que auto corregirse, generar un proceso de auto corrección, de rectificación.

El sendero recto es la distancia más corta que hay entre dos situaciones, entre dos eventos.
El sendero co-recto es un sendero corregido, cuando nos hemos desviado del sendero recto.
Debemos corregir nuestra vida, nuestro sendero, de tal manera que volvamos a encontrar el cauce de la Vida Divina.
Para hacer eso echamos mano de una Ley que es el Principio de polaridad y es íéste el que genera las acciones kármicas.
Estas acciones están dirigidas, en forma general, a corregir la desviación del rí­o de la Vida Divina.

Estamos acostumbrados a escuchar del karma como de una situación que es individual, que nos compete directamente, como algo que se nos devuelve en forma instantánea como sujetos. Pero a la vez tenemos el concepto de que el Ser, la Vida Una, es la totalidad, sin división, y no hay partes.
¿Cómo podrí­a la divinidad, si no tiene partes, querer castigar a una parte suya?
En realidad, la fragmentación solo puede ser una abstracción que se genera bajo el Velo de Maya. Afuera del velo, la Divinidad, el Absoluto, es Indivisible, Indestructible, es Todo, no tiene imperfección, es imposible de ser destruido, atacado, dañado, de manera que la acción kármica solo ocurre bajo el Velo de Maya.

El Absoluto nunca deja de Ser, y por tanto es absolutamente consciente de sí­ mismo, de la Creación, de su propia ilusión y de su propio sueño.
Soñando sabe que sueña y su sueño es perfecto.
Es dentro de su sueño que ocurre el karma, es dentro de su sueño que ocurre la desviación del flujo de la Vida Divina, pero en la realidad no hay ninguna desviación posible.
Por tanto, el karma que ocurre y parece una tragedia dentro del sueño divino, en realidad es algo que pertenece a la perfección del sueño de la Divinidad.

Solo lo vemos como karma desde aquí­, solo lo vemos como una acción, como una fuerza que nos es devuelta para equilibrar, por polaridad, una fuerza que está desbalanceada. Pero en realidad no se puede aplicar un karma individual; en realidad el karma siempre es colectivo, porque hay una sincroní­a entre quien vive el evento kármico y quien es instrumento de las fuerzas kármicas.

Solo podemos percibir el karma bajo el Velo de Maya porque sin el Velo de Maya el karma no existe. Los Maestros enseñan que cuando entramos en el proceso de meditación, que significa el estado de permanecer en el Ser sin que exista la mente inferior como ilusión del yo, en ese instante se quema el Karma.

La fuerza kármica es una fuerza muy inteligente. Es la Inteligencia Divina que busca la sincroní­a universal para devolver el fluir de la Vida Divina al cauce natural.

No se planea una encarnación sola, pues no hay un individuo planeando una encarnación, porque las estructuras de la yoidad están disueltas. Tampoco se planea un karma solo.
No hay un individuo planeando su auto castigo, su karma.
La misma energí­a divina vuelve a crear, por la memoria de sus remolinos anteriores, la precipitación de un juego de encarnaciones.
Y una vez que ha ocurrido esa aparente división, esa ilusión de separatividad nuevamente, lo cual ocurre antes del nacimiento de los seres, cuando estamos descendiendo desde el bardo hasta la encarnación, las fuerzas kármicas se reparten en forma colectiva, de tal manera que hay una sincroní­a, donde comienza a operar la fuerza de destrucción de la Divinidad, que hace que esas fuerzas antiguas se canalicen y vayan hacia las fuentes de su propia creación.
Entonces toda fuerza regresa a su origen, a su propia fuente, para ser corregida.
Pero la fuente aparentemente ha sido un remolino de yoidad que no existe, porque la yoidad es una ilusión, generada por un vací­o en la percepción, creada por la ilusión de la percepción sensorial, que es la que ha creado ese karma, de tal suerte que ese karma es tambiíén ilusorio.

Una planta surge de una semilla que es similar a su propia naturaleza. No podemos sembrar naranjos y obtener cardos. Si sembramos semillas de naranja, surgen naranjas, así­ que lo que nace de la ilusión es ilusión tambiíén.
El karma dirigido a un ente individual es ilusorio por cuanto quien lo genera es un yo ilusorio y vuelve hacia íél.

Si Uno logra permanecer en ese estado de contemplación y meditación en forma permanente, allí­ la ilusión del karma muere porque el Velo de Maya se ha levantado.
El karma solo existe bajo este velo y si no hay velo, no hay karma. Así­ de fácil se acaba, y Dios despierta de su sueño.

Es como cuando tenemos una pesadilla en la que alguien nos persigue y nos va a matar con un cuchillo y no podemos correr y se atraganta nuestra voz y no podemos pedir auxilio y ya casi el asesino nos alcanza y entonces ya sucumbimos de terror.
En el estado de ensueño es una tragedia, es algo graví­simo, tenemos sufrimiento y hay angustia. Pero de repente alguien nos dice: hey, despierta! es tan solo un sueño. Entonces despertamos, suspiramos y descansamos.
No era verdad, termina la angustia, termina el dolor, termina el sufrimiento, todo aquello acaba, la calma vuelve.
La persona dice que lo que vivió en la pesadilla es real, pero es una realidad transitoria, relativa. Vivió esto una existencia relativa allí­, en ningún lugar real.
Es una sensación relativa esto del karma.
Una vez salimos del sueño, lo cual equivale a levantar el Velo de Maya, vemos que todo está bien, que todo está en calma, que solo se trataba de una ilusión. Así­ que al despertar de nuestro largo sueño de consciencia de Divinidad, de la ausencia de auto-consciencia, volvemos a recuperar la consciencia del Ser y despertamos de esta pesadilla llamada karma.

Pero como el karma existe bajo el Velo de Maya, mientras estemos bajo este velo, aparece ante nosotros como un karma real, en la ilusión del sueño divino llamado Creación.
Y en este sueño hay determinados karmas que se precipitan en nuestras ilusorias vidas.
De un lado, está el karma que debemos pagar en esta encarnación, que se ha precipitado a travíés de la estructura de esta vida como una corrección para volver al camino recto.
Este es una especie de karma programado para la encarnación.
De otro lado existen otros karmas que están latentes, dados por todo el conjunto de samskaras que se encuentran en nuestro ser.
Los samskaras son todas nuestras tendencias negativas no redimidas de otras vidas. Esa suma de memorias, de instintos, emociones, sensaciones automáticas y pensamientos programados que se encuentran en nuestro inconsciente.

El inconsciente está en el cuerpo fí­sico, energíético, emocional y mental.
Es un campo de fuerzas que nuestra consciencia no puede ver, que subyace a la consciencia vigí­lica.
En el transcurso de las encarnaciones van saliendo de acuerdo a un cronograma, a un juego, a un patrón dinámico.
El inconsciente es algo que permanece ahí­, como un gato encerrado que busca huir. Cuando encuentra una ventana abierta, da el salto y aflora.
Es energí­a represada, contenida por la misma Divinidad, que sabe que si manifiesta toda la sombra de un solo golpe, destruye la estructura. Así­ que lo va sacando a cuenta gotas.

El inconsciente no es solamente una memoria olvidada que genera un impulso, que es una memoria olvidada de un pensamiento o una emoción de algo que hemos vivido en el pasado. No es simplemente un clichíé, una pelí­cula o un ví­deo cinematográfico lo que está guardado en nuestra memoria.
El inconsciente es una fuerza potente que es capaz de obrar sobre nuestro cuerpo material, sobre nuestra energí­a, sobre nuestras emociones y sobre nuestro pensamiento. Ese conjunto de fuerzas que hay ahí­, son todos nuestros samskaras.

Cuando la consciencia Absoluta del Ser se establece y decidimos permanecer en el Ser, en ese momento la consciencia es Total.
Cuando la consciencia es total, no necesitamos guardar memoria donde hay Sabidurí­a Absoluta. Si lo sabes todo, ¿para quíé necesitas la memoria?
La memoria es un artificio del yo, para hacernos creer que el proceso de evolución es un movimiento que se realiza a travíés del conocimiento de la mente racional, que necesitamos aprender cosas y más cosas, y ponerlas en la memoria y hacer un proceso de análisis, comparación y sí­ntesis con el objeto de obtener un conocimiento y una sabidurí­a. Pero la Sabidurí­a verdadera no es así­. La Sabidurí­a es total. Dios, estrictamente hablando, no tiene memoria ya que es sabio siempre.
La creación, su sueño, sí­ tiene una memoria, tiene muchas memorias, las llamadas memorias de la naturaleza.
Todas las memorias, aunque existen son ilusorias. Son producidas en el Mundo de Maya, que es el mundo de nombres y formas, el cual es generado por una perversión de la percepción.
El karma se basa en esas memorias.
Es una ilusión creada por el Velo de Maya. Creemos que somos incapaces de salir de la prisión. Es increí­blemente fácil esto y sin embargo nos parece tan difí­cil salir de esta cárcel. Lo único que nos saca de esta prisión kármica es la perspectiva de percepción.
Si miramos desde el yo estamos presos, si miramos desde el Ser somos seres libres.
Por eso, la experiencia de alcanzar el nivel de conciencia que mediante una distinta forma de cognición nos permite una percepción absoluta y total se denomina Liberación.
¿De quíé nos liberamos? De maya. De una ilusión cósmica.

En este sendero hacia la liberación total es necesario, primero, no generar más karma en esta encarnación, lo cual significa ir por el sendero recto que es el más corto.
Para lograrlo hay que tener un gran sentido del equilibrio, del punto medio, de la balanza, de ser justos.
Para evitar nuevo karma se necesita que haya justicia, el equilibrio de las fuerzas.
Tenemos que encontrar ese punto medio, el camino del Buda. Cuando encontramos ese punto medio y obramos desde ese punto, no generamos karma porque no nos vamos hacia ningún lado de la fuerza de polaridad. Si es así­, no necesitamos de una posterior fuerza equilibrante para llegar al punto neutro.

Existe karma en cuanto hay dualidad, polaridad, ilusión de la realidad, ausencia de consciencia de la real unidad, vací­o de auto consciencia; pero en la medida en que ese vací­o se llena, porque el alpinista sube a lo alto y se libera de todas las fuerzas que hay en el valle de la ilusión, en ese momento no hay karma porque la auto consciencia vuelve.
El fluir natural de la fuerza se restablece porque la percepción va más allá de la simple causa y del efecto. Se está por encima, en el punto neutro del yin y del yang, en el punto inmóvil de la oscilación del píéndulo existencial. En ese momento no hay karma; ese es el secreto real de transmutar un karma.

La percepción de la Presencia Absoluta consiste en la atención en el presente.
La atención en el presente es la ausencia de futuro y la ausencia de pasado.
Si estoy en el punto neutro, en el presente perfecto, en la Seidad o consciencia de Ser, no hay pasado, no hay futuro, no hay causa, no hay efecto, no hay karma.

¿Es obligatorio pagar el karma mediante el dolor? No.
Hay un beneficio absolutorio que se llama la Gracia Divina.
Y es el despertar en la conciencia del Ser lo que genera la adquisición del poder de la Gracia Divina.
El mal no es real. No pertenece a la esencia pura del Absoluto, porque toda la creación es un sueño divino, y el sueño divino es un drama que está lleno de personajes, de yoes que sueñan en el bien y el mal.
La única forma de superar el karma, todo el karma en una encarnación, la única forma de cancelar todo ese karma es salir del sueño, despertar, romper la pesadilla.
Pero en realidad es la Divinidad misma quien a sí­ misma se despierta, porque no hay un alguien allá afuera que pueda despertarnos. Eso solo ocurre dentro del sueño.
Es como si yo me miro en un espejo y le pido a mi imagen en el espejo algo, y espero que la imagen en el espejo me responda, cuando en realidad soy yo el que se mira en el espejo y tengo el poder de hacer lo que le estoy pidiendo a la imagen del espejo.

Solo hay karma si estamos en la oscilación. La oscilación de Maya. Pero si salimos de esa oscilación trepando por el hilo del presente perfecto, de la consciencia del Ser, entonces no hay oscilación.
Vamos al punto donde el píéndulo comienza, a la fuente de la Creación, donde no hay movimiento.
La oscilación está en el extremo del píéndulo y entre más lejos se estíé de la fuente, mayor oscilación existe, pero entre más cerca de la fuente hay menor oscilación y cuando llego al punto exacto, a la fuente del píéndulo, allí­ solo hay perfecta quietud.
Si en la conciencia no hay oscilación, y de hecho en la verdadera consciencia no la hay, no hay karma, no hay ni causa ni efecto.

En la existencia fenomíénica contamos con tres recursos. Existen tres fuerzas: creación, mantenimiento y destrucción.
Y existen tres formas de saldar el karma: el dolor, el amor y la consciencia.
El dolor está de acuerdo con la fuerza de destrucción; es el abrir una puerta a la entrada de las fuerzas de la destrucción.
Estamos en el mayor grado de ilusoriedad cuando permitimos esto.

La fuerza del amor está de acuerdo con la armoní­a. í‰sta revela un punto medio en el que la fuerza del amor nos enseña que podemos saldar nuestras deudas kármicas a travíés de ella; del compartir, de la misericordia, de hacer algo bueno, de ejercer una compensación antes de que la fuerza que nos va a compensar lo haga, antes de que tengamos que abrir la puerta a las fuerzas de la destrucción.

Hay una tercera forma que es la consciencia.
Si nos hacemos conscientes y comprendemos, no tenemos que esperar a las fuerzas del amor que generan apego, porque nosotros en nuestra ilusión de Maya confundimos el amor real con el apego a las criaturas, y tratando de amar lo que hacemos es apegarnos y atraemos tambiíén las fuerzas de destrucción.
La consciencia se anticipa a cualquier necesidad de expresar nuestro afecto hacia afuera, debido a que rompemos la ilusión de separatividad. Entonces comprendemos que el que está afuera es todos y yo tambiíén, pero son los mismos que están adentro porque todos somos una unidad perfecta.
Entonces obramos en una naturaleza del amor distinta. Es el amor de la Divinidad perfecta, que mantiene el equilibrio entre todas las criaturas porque todas las criaturas somos Uno; es una sensación distinta este amor que no genera apego y no atrae las fuerzas de destrucción.

El camino de la consciencia significa cambiar nuestra perspectiva de percepción; ver como el águila desde un punto más alto; como el alpinista en la cima, ver la totalidad del paisaje.
Cuando nos elevamos hacia la consciencia vemos desde una perspectiva superior y nos damos cuenta de que en realidad el karma depende de la oscilación de las fuerzas de polaridad. Y si estamos por encima, como alpinistas, en el sitio más alto, estamos en el punto donde no hay oscilación.
Es un estado de consciencia real este estado de no oscilación, el estado de no movimiento y tiene que ver con la mente superior.
Cuando logramos estar en ese estado supra mental, entonces vamos por encima de la mente racional, ilusoria, mayávica, memorí­stica, imaginativa, que oscila, que recuerda, que se proyecta al futuro, que nos mueve de la causa al efecto y que se traslada a travíés del tiempo.
En la supra mente no funciona el tiempo, no funciona la dualidad, y ese estado de percepción y de cognición es el equivalente a estar en el punto más alto de la montaña, a ir donde el píéndulo no se mueve y a donde, sin haber oscilación, no hay más karma. Entonces se alcanza así­ el punto de liberación.

Cuando el karma llega a mí­, y estoy en la conciencia de yoidad, lo único que tengo que hacer para evitar el movimiento es tener quietud, evitar la oscilación, tener calma, y en ese instante pensar en quíé es lo que realmente soy. Soy Atman, el Infinito Ilimitado, La Chispa de la llama Divina, un Ser indestructible, que no se quema, que no se moja, que no se destruye, que no se fragmenta.
Es enfocándose en la supra mente que es muy poderosa.
¿Como íésto se logra, porque la supra mente opera en un nivel por encima de la mente ordinaria?
Necesitamos que la Divina Presencia recupere su cauce.
Cuando la Divina Presencia recupera su cauce, la supra mente, que es la Mente Divina se establece en la estructura.
Pero no es mi mente la que tiene ese poder, no es la mente del yo, no es mi yoidad, no es un poder ganado porque me fue transmitido por alguna entidad caprichosa a la que le caí­ bien. Es el poder de Dios que actúa en la estructura quíé logro la perfección.

Solo se logra saldar totalmente el karma con esa perfección de la Seidad.
Es el hecho de Ser verdaderamente, es el hecho de permanecer en el Ser Total.
Es la comprensión de la Ley Universal lo que salda el karma.

El karma no solamente se cura con la consciencia de totalidad sino que no se genera cuando hay consciencia de la totalidad. Solo se genera karma cuando se está en la consciencia de la yoidad.
El nivel de sufrimiento está determinado por el nivel de consciencia en el que se percibe.
Una persona que tiene un nivel de consciencia bajo, lo cual significa, donde Dios duerme profundamente, donde hay una gran ilusión, donde reina Maya, sufre mucho.
Si una persona no tuviese esa consciencia de que todo tiene una razón de ser, entonces está todo el tiempo oponiíéndose a la realidad, y al oponerse sufre.
A medida que vamos comprendiendo cómo funciona esto, el sufrimiento desaparece porque dejamos de ejercer resistencia frente a la realidad.
Si vamos saliendo de la ilusión, vamos haciendo agujeros en el Velo de Maya. Nuestra persistencia de obtener el estado de permanecer en la consciencia del Absoluto, nuestra intención silenciosa en la meditación, son capaces de perforar en múltiples lugares el denso Velo de Maya. Entonces la luz penetra, por los agujeros, o más que penetrar surge, porque la luz siempre ha estado ahí­, como el sol que es ocultado por la nube, contenida por el remolino del yo. Y entre más luz hay, más comprendemos, y entre más comprendemos menos sufrimos, y entre mas comprendemos y menos sufrimos más estamos en la consciencia de la Eternidad. Entonces karma no tiene efecto sobre nuestro Ser, porque no hay yoidad, no hay necesidad.
Cuando la yoidad muere desaparecen los deseos, desaparece el karma. Si no hay deseos no hay karma.

Simplemente hay que elevar el nivel de conciencia.
Cuando el nivel de conciencia se ha elevado, al punto en que no se genera más karma, el que tengo se tiene que acabar.
Cuando se agota el karma, solo se regresa a la encarnación si quiere voluntariamente volver. Los liberados con frecuencia quieren volver, no porque estíén atrapados en la rueda de samsara o rueda de las encarnaciones. Lo hacen para disolver el karma de la humanidad.
Es en la no dualidad, en la quietud interior, en el silencio de la mente, ese que no tiene comienzo ni final porque permanece en la Eternidad, donde la Sabidurí­a se manifiesta y es en ese estado de conciencia donde el karma no existe más.

Alipur Karim
FUENTE http://caminoaldespertarr.blogspot.com.es/