Por... Manuel Hinds
Esta semana la Reserva Federal de EE.UU. (el banco central) subió las tasas de interíés en la cuarta parte de un punto porcentual. Hay todavía mucha gente que sigue pensando que esta medida afecta sólo a los países dolarizados. Hace poco hasta una agencia de clasificación de riesgos dijo eso en un reporte, implicando que los países dolarizados tendrían aumentos de tasas de interíés mientras que los no-dolarizados no tendrían que aumentarlos. Los que escribieron esto estarán sorprendidos de que apenas anunció la Fed el aumento, los bancos centrales de muchos países con monedas propias, incluyendo a Míéxico y a Chile, aumentaron las suyas y por la misma cantidad.
Esto lo tienen que hacer porque si no lo hacen, la fuga de capitales de sus países hacia EE.UU., ya grande, aumentaría inmediatamente porque los depósitos bancarios buscan las tasas de interíés más altas. Es pues, absurdo, decir que el aumento en las tasas de interíés en dólares afecta únicamente a los países dolarizados.
Pero hay otra cosa que es absurda: creer que, en general, los países no dolarizados tienen la ventaja para ajustarse a choques causados por decisiones de la Fed. La idea es que los países no-dolarizados pueden bajar sus tasas de interíés por debajo de los niveles en dólares porque tienen su propia moneda. La gráfica 1, que compara las tasas de interíés de críéditos en toda Latinoamíérica, muestra lo absurdo de esta afirmación: es como decir que en una carrera una persona con muletas tiene la ventaja sobre uno que no las necesita porque la primera puede botarlas mientras que el segundo no, porque no tiene. Si fuera cierto que los países no dolarizados pueden bajar las tasas de interíés, ¿por quíé no las bajan a los niveles de los dolarizados? Sin muletas, sin políticas monetarias, los países dolarizados tienen tasas de interíés mucho más bajas que las de los dolarizados (menos de la mitad que el promedio de los no dolarizados).
Pero usted puede pensar que los países no dolarizados tienen tasas de interíés más altas por otra razón, no porque tienen monedas propias. Bueno, comparemos las tasas de interíés en monedas propias con las tasas en dólares en los nueve países latinoamericanos en los que, teniendo moneda propia, los bancos centrales autorizan a los bancos a dar críéditos en dólares. Esto se muestra en la gráfica 2. Como usted puede ver, las tasas en dólares en esos países son muy semejantes a las de El Salvador, mucho más bajas que en las monedas propias. Los países son Argentina, Bolivia, Chile, República Dominicana, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay. En sus críéditos en dólares, ellos tienen más o menos las mismas tasas de interíés que El Salvador (y Panamá).
Para estar seguro de esto, mire la gráfica 3, que muestra las tasas promedio de interíés en esos mismos nueve países (no todos los países latinoamericanos, sino sólo los nueve) en dólares y en su moneda propia. La diferencia es enorme, igual a la diferencia de toda Latinoamíérica con El Salvador. Los críéditos se dan en los mismos países, con sus mismos riesgos, lo único que varía es la moneda, y esa diferencia hace una diferencia enorme en la tasa de interíés de los príéstamos.
Esto es cierto en todos los países, pero si quiere verlo en un país en particular mire la gráfica 4, que muestra el caso de Perú, un país con una política económica muy prudente. Aun así, la tasa de interíés en Nuevos Soles es 16 por ciento y en dólares es 8 por ciento…¡La mitad! Y no solo eso. Como está pasando en toda Latinoamíérica, las tasas en monedas locales están subiendo más rápido que en dólares.
Habrá gente que piense que lo mejor es tener de las dos y que la gente escoja. El problema es que usted no puede darle críéditos en dólares a alguien que gana en monedas locales. Si la moneda local se devalúa, el críédito se vuelve impagable. Por eso es imprudente permitir que la gente que gana en moneda local tome críéditos en dólares. Puede quebrar el sistema bancario.
Pero siempre hay gente que puede tomar críéditos en dólares porque gana en dólares, por ser exportadores, o que puede ofrecer garantías en dólares, por tener cuentas en EE.UU. Entonces, usted termina con un país en el que hay gente que, por el mismo críédito, con el mismo riesgo, paga sólo 6 por ciento (los que tienen acceso al críédito en dólares) y otra que paga 16 por ciento (los que tienen que tomar prestado en moneda local). Esto no sólo es injusto sino que tambiíén crea desbalances en la competencia.
Cuando le digan que los países no dolarizados pueden usar la política monetaria para mantener bajos los intereses, dígales que los dolarizados la tienen más baja que los no-dolarizados sin necesidad de muletas, es decir, sin necesidad de hacer política monetaria. Hay que mostrar la realidad muchas veces para combatir los prejuicios.