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Autor Tema: UNA RAZA CAIDA  (Leído 590 veces)

Scientia

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UNA RAZA CAIDA
« en: Enero 05, 2016, 09:50:40 pm »
UNA RAZA CAIDA
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En este post vamos a hablarte sobre una raza caida desde el pasado y que nosotros les llamamos angeles. Durante los últimos 2000 años los ángeles ha sido la imagen estereotipada, fomentada por la Iglesia cristiana.

Pero, ¿quíé son los ángeles? ¿De dónde vienen, y quíé han significado para el desarrollo de la religión organizada?


 
Muchas personas ven el Pentateuco, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, como lleno de cuentas de ángeles que aparecen justo a los patriarcas y los profetas visionarios. Sin embargo, esto simplemente no es así­.

Hay tres ángeles que se acercan a Abraham para anunciarle el nacimiento de un hijo llamado Isaac a su esposa Sara, mientras íél está sentado debajo de un árbol en la llanura de Mambríé. Hay dos ángeles que visitan a Lot y a su esposa en Sodoma, antes de su destrucción. Está el ángel que lucha con Jacobo toda la noche en un lugar llamado Peniel, o aquellos que ve subir y bajar de una escalera que se extiende entre el cielo y la Tierra.

Sin embargo, con excepción de estas cuentas, hay muy pocos ejemplos, y cuando los ángeles aparecen la narración, es, a menudo vaga y confusa sobre quíé es exactamente lo que está pasando.

Por ejemplo, en el caso de Abraham y Lot, los ángeles en cuestión se describen simplemente como “hombres”, que se sientan a tomar alimentos como cualquier persona mortal.

Influencia de los Magi

No fue sino hasta los tiempos de post-exilio – es decir, despuíés de los judí­os regresaron de su cautiverio en Babilonia, alrededor del 450 A. C. – que los ángeles se convirtieron en parte integrante de la religión judí­a.

Fue incluso más tarde, alrededor de 200 A.C. que comenzaron a aparecer con frecuencia en la literatura judí­a religiosa. Obras como el Libro de Daniel y el apócrifo Libro de Tobí­as contienen relatos enigmáticos de los seres angíélicos que tienen nombres propios, apariencias especí­ficas y jerarquí­as establecidas. Estas figuras radiantes eran de un origen no-judí­o. Todo indica que eran extraterrestres, importaciones de un reino extranjero, es decir, Persia.

El paí­s que hoy conocemos como Irán no podrí­a parecer a primera vista la fuente más probable para los ángeles, pero es un hecho que los judí­os exiliados estuvieron muy expuestos a sus creencias religiosas despuíés de que el rey persa Ciro el Grande tomó Babilonia en el año 539 antes de Cristo.

Estas incluyen no sólo el zoroastrismo, por el profeta Zoroastro o Zaratustra, sino tambiíén la religión mucho más antigua de los Magi, la íélite de la casta sacerdotal de Media en el noroeste de Irán. Ellos creí­an en un todo un panteón de seres sobrenaturales llamados ahuras, o ‘los brillantes’, y daevas – ahuras que habí­an caí­do de la gracia debido a su corrupción de la humanidad.

Aunque eventualmente fuera de la ley en Persia, la influencia de los Magi (Magos) corrí­a muy profundamente dentro de las creencias, costumbres y ritos del zoroastrismo.

Por otra parte, no puede haber duda de que magismo (magia), del cual tenemos tíérminos como mago y magia, ayudó a establecer la creencia entre los judí­os, no sólo de jerarquí­as conjunto de los ángeles, sino tambiíén de las legiones de ángeles caí­dos – un tema que las ganancias de su mayor fuente de inspiración de una obra solo – el Libro de Enoc.

El Libro de Enoc

Compilado por etapas en algún lugar entre 165 A.C. y el comienzo de la era cristiana, esta trabajo llamado pseudografico (es decir, falsamente atribuido) tiene como tema principal la historia detrás de la caí­da de los ángeles. Sin embargo, no la caí­da de los ángeles en general, sino de quienes fueron originalmente conocidos como ’í®rin (’í®r in singular), “aquellos que vigilan”, o simplemente “vigilantes” (Watchers) como se traduce en la traducción al Inglíés.

El Libro de Enoc cuenta la historia de cómo 200 ángeles rebeldes, o Vigilantes, decidieron transgredir las leyes celestiales y “descender” a los llanos y tomar esposas de entre la especie mortal. El sitio dado para este acontecimiento es la cumbre del Hermón, un lugar mí­tico generalmente asociado con las nevadas cumbres del monte Hermón, en la ante-cordillera del Lí­bano, al norte de la actual Palestina (pero víéase más adelante sobre el hogar más probable de los Vigilantes).

Los 200 rebeldes dan cuenta de las consecuencias de sus transgresiones, porque de acuerdo con un juramento en el sentido de que su lí­der Shemihaza asumirí­a la culpa si toda la fatal aventura saliera terriblemente mal.

Despuíés de su descenso hacia las tierras bajas, los Vigilantes disfrutan de las delicias terrenales con sus “esposas” elegidos, y por medio de de estas uniones nacieron crí­as gigantes llamados Nephilim, o Nefilim, una palabra hebrea que significa “aquellos que han caí­do”, que son considerados, en traducciones al griego como gigantes.

Secretos Celestiales

En medio de aprovecharse de nuestras mujeres, los 200 ángeles rebeldes se dedicaron a impartir los secretos celestiales a los que tení­an oí­dos para escuchar. Uno de ellos, un lí­der llamado Azazel, se dice que “enseñó a los hombres a hacer espadas, cuchillos, y escudos y corazas, y les hicieron conocer los metales (de la tierra) y el arte de trabajar con ellos”, lo cual indica que los Vigilantes trajeron el uso del metal a la humanidad.

Tambiíén se les instruyeron sobre cómo hacer “pulseras” y “adornos” y les mostraron cómo usar “antimonio”, un frágil metal blanco empleado en las artes y en la medicina.

A las mujeres, Azazel enseñó el arte de “embellecerse” los párpados y el uso de “todo tipo de piedras preciosas” y “tinturas colorantes”, presuponiendo que el uso del maquillaje y las joyas no se conocí­a antes de esta edad. Además de estos crí­menes, Azazel fue acusado de enseñar a las mujeres cómo disfrutar el placer sexual y entregarse a la promiscuidad – visto como una blasfemia “impí­a” a los ojos de los narradores hebreos.

Otros Vigilantes fueron acusados de revelar a la especie mortal el conocimiento de las artes más cientí­ficas, tal como la astronomí­a, el conocimiento de las nubes, o meteorologí­a, las “señales de la Tierra”, probablemente la geodesia y geografí­a, así­ como las “señales”, o pasajes de los cuerpos celestes, como el sol y la luna.

Su lí­der, Shemihaza, está acreditado con haber enseñado “encantamientos y cortes de raí­ces”, una referencia a las artes mágicas rechazadas por la mayorí­a de los judí­os ortodoxos.

Algunos de ellos, los Píªníªmí»e, enseñaron que “lo amargo y lo dulce”, seguramente una referencia al uso de hierbas y especias en los alimentos, mientras instruyeron a los hombres sobre el uso de “tinta y papel”, implicando que los Vigilantes introdujeron las primeras formas de escritura.

Mucho más inquietante es Kí¢sdejí¢, de quienes se dice que enseñaron a “los hijos de todos los hombres todos los malvados caprichos de los espí­ritus y demonios, y los secretos para eliminar el embrión en el útero”. En otras palabras, enseñaban a las mujeres a abortar.

Estas lí­neas relativas a las ciencias prohibidas, entregadas a la humanidad por los Vigilantes rebeldes, plantea la pregunta fundamental del por quíé los ángeles deberí­an haber poseí­do un conocimiento de estos asuntos, en primer lugar.

¿Por quíé tení­an necesidad que trabajar con metales, usar encantos, encantamientos y escritura; embellecer el cuerpo, emplear el uso de especias, y saber ahora cómo abortar un niño no nacido? Ninguna de estas habilidades son lo que uno podrí­a esperar que los mensajeros celestiales de Dios, de poseyeran, a menos que íéstos fueran humanos, en primer lugar.

En mi opinión, esta revelación del conocimiento la sabidurí­a previamente desconocidos parecieran ser las acciones de una raza muy avanzada transmitiendo algunos de sus secretos estrechamente vigilados, a una cultura menos desarrollada que estaba aún tratando de entender los principios básicos de la vida.

Más desconcertante fueron las acciones aparente de la empresa completamente desarrollados Nefilim, pues dice:
Y cuando los hombres ya no pudieron sostenerlos, los gigantes se volvieron contra ellos y devoraron a la
Humanidad. Y empezaron a pecar contra los pájaros y las bestias, y reptiles, y peces, y a devorarse la
carne unos a otros, y beberse la sangre. Luego la tierra estableció acusación contra los sin ley.
Por ahora los gritos de desesperación de la humanidad fueron fuertemente escuchados por los ángeles, o Vigilantes, quienes habí­an permanecido leales al cielo.

Uno por uno, son escogidos por Dios para proceder contra los Vigilantes rebeldes y sus descendientes, los Nefilim, que son descritos como “bastardos y ríéprobos e hijos de la fornicación”.

El primer lí­der, Shemihaza, es colgado y atado boca abajo y su alma desterrada para convertirse en las estrellas de la constelación de Orión. El segundo lí­der, Azazel, fue atado de pies y manos, y expulsado por la eternidad a la oscuridad de un desierto denominado Dí»dí¢íªl.

Sobre íél se colocaron “piedras irregulares y en bruto” y aquí­ se mantendrá por siempre hasta el Dí­a del Juicio, cuando será “echado en el fuego” por sus pecados.

Por su parte en la corrupción de la humanidad, los Vigilantes rebeldes se ven obligados a presenciar la masacre de sus propios hijos antes de ser expulsados a una especie de prisión celestial, considerado como un “abismo de fuego”.

Siete Cielos

El patriarca Enoc, entonces, entra en escena y, por algún motivo inexplicable, se le pide que interceda en favor de los rebeldes encarcelados. í‰l intenta conciliar con los ángeles del cielo, pero falla estrepitosamente. Despuíés de esto, el Libro de Enoc relata cómo el patriarca es llevado por los ángeles sobre las montañas y los mares a los “siete cielos”.

Aquí­ íél ve una multitud de seres angíélicos mirando las estrellas y otros cuerpos celestes en lo que parecen ser observatorios astronómicos. Otros hacen huertos y jardines que tienen más en común con un kibutz israelí­ que con un reino etíéreo sobre las nubes.

En otra parte del “cielo” está el Edíén, donde Dios plantó un jardí­n para Adán y Eva antes de su caí­da – siendo Enoc el primer mortal en entrar en este dominio desde la expulsión de ellos.

Por último, durante la vida del bisnieto de Enoc, Noíé, el Diluvio cubre la tierra y destruye todos los vestigios restantes de la raza gigante. Así­ termina la historia de los Vigilantes.

Los Hijos de Dios

¿Quíé vamos a hacer con el Libro de Enoc? ¿Están sus cuentas de la caí­da de los Vigilantes y las visitas al cielo por el patriarca Enoc basadas en algún tipo de verdad histórica? Los estudiosos dirí­an que no. Ellos creen que es una obra puramente de ficción, inspirada en el libro del Gíénesis, en particular, dos pasajes enigmáticos en el capí­tulo 6.

En la primera, que constituyen los versí­culos 1 y 2, dice lo siguiente:
Y aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y nacieron hijas a ellos, que los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí­ mujeres de todo lo que eligieron.
Por ‘hijos de Dios’, el texto quiere decir ángeles celestiales, siendo el original hebreo bene-ha-Elohim. En el versí­culo 3 del capí­tulo 6, Dios se pronuncia de forma inesperada que su espí­ritu no puede permanecer en los hombres para siempre, y que puesto que la humanidad es una creación de la carne, su vida útil en lo sucesivo se redujo a “ciento veinte años”. Sin embargo, en el versí­culo 4, el tono de repente, vuelve al tema original de este capí­tulo, ya que dice:

Los Nefilim estaban en la tierra en aquellos dí­as, y tambiíén despuíés, cuando los hijos de Dios se juntaron con las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: los mismos fueron los valientes que desde la antigí¼edad fueron varones de antiguo renombre.

Como el Pentateuco está considerado como haber sido escrito por Moisíés, el legislador en c.1200 a.c., se supone que las lí­neas de Gíénesis 6 influido en la construcción del Libro de Enoc, y no al revíés. A pesar de esta suposición obvia por parte de eruditos hebreos, hay pruebas que demuestran que gran parte de Gíénesis fue escrito despuíés del regreso judí­os del cautiverio en Babilonia a mediados del siglo V a.C.

Si este fuera el caso, entonces no hay razón por la cual las lí­neas de Gíénesis 6 no podrí­an haber sido manipulado en esta íépoca. En un intento de enfatizar la enorme antigí¼edad del Libro de Enoc, el mito hebreo siempre ha afirmado que fue transmitido a Noíé, nieto de Enoc, despuíés del Diluvio, es decir, mucho antes de la compilación del Gíénesis.

Esta reivindicación de prioridad sobre el Pentateuco llevó finalmente al teólogo cristiano, San Agustí­n (AD 354-430) a afirmar que el Libro de Enoc era demasiado antiguo (antiquitatem nimiam ob) para ser incluido en el Canon de las Escrituras.

Raí­ces de los Nefilim

Hay otro enigma contenido dentro de las lí­neas de Gíénesis 6, ya que pareciera encarnar dos tradiciones totalmente diferentes.

Observe de nuevo las palabras del versí­culo 2. í‰stas hablan de los Hijos de Dios viniendo hacia las Hijas de los Hombres, mientras que, en contraste con el versí­culo 4, dice con firmeza:
“Los Nefilim estaban en la tierra en aquellos dí­as y tambiíén despuíés de eso, cuando los hijos de Dios vinieron donde las hijas de los hombres”.
Y tambiíén, despuíés de eso…

El significado parece bastante claro: existen dos tradiciones muy distintas enredadas aquí­ â€“ una relativa a la raza caí­da conocida a los primeros israelitas como los Nefilim (que se mencionan en otras partes del Pentateuco como los progenitores de una raza de gigantes llamados hijos de Anac), y otra relativa los bene ha-elohim, los Hijos de Dios, que son equiparados directamente con los Vigilantes en la tradición enoquiana.

Los teólogos están conscientes de este dilema, y evaden el problema sugiriendo que los ángeles cayeron de la gracia de dos veces – una vez por el orgullo y luego nuevamente a travíés de la lujuria. Parece cierto que el tíérmino Nefilim era el nombre original hebreo de la raza caí­da, mientras que bene ha-elohim es un tíérmino muy posterior – plausiblemente de Irán – que entró en el Gíénesis 6, mucho tiempo despuíés de su compilación original.

A pesar de las contradicciones rodeando al Gíénesis 6, su importancia es bastante clara, ya que conserva la firme convicción entre los antepasados de la raza judí­a, de que en algún momento, en el lejano pasado, una raza gigante habí­a gobernado una vez la Tierra.

Así­ pues, si los Vigilantes y los Nefilim realmente habí­an habitado este mundo, entonces,
¿Quiíén o quíé eran esos seres que parecí­an fí­sicos?
¿De dónde vinieron?
¿Quíé aspecto tienen?
¿Dónde viven y cuál fue su destino final?
El Libro de Enoc era una fuente vital de conocimiento con respecto a su existencia anterior, pero yo necesitaba más – otras cuentas menos contaminadas de esta aparente raza de seres humanos.

Luego vino una ruptura importante.

La Conexión del Mar Muerto

Eruditos hebreos desde hace mucho tiempo señalaron las semejanzas entre algunas de las enseñanzas reaccionarias en el Libro de Enoc y de los evangelios según los esenios – una fundamental, y sin embargo una comunidad religiosa muy justa, de la cual hablan de los eruditos clásicos que existió en la orilla occidental del Mar Muerto.

Esta conexión fue fortalecida despuíés de 1947, cuando se supo que entre los Rollos del Mar Muerto, ahora considerados como haber sido escritos por los Esenios, habí­a varios fragmentos de textos pertenecientes a diversos ejemplares del Libro de Enoc.

Hasta este momento, las únicas copias disponibles del manuscrito completo para el mundo literario habí­an sido varias copias estaban escritas en el lenguaje escrito etí­ope de Ge’ez, la primera de las cuales habí­a sido traí­da a Europa por el explorador y masón escocíés James Bruce of Kinnaird despuíés de sus famosos viajes a Abisinia entre 1769 y 1772.

Los Rollos del Mar Muerto no sólo confirman la autenticidad del Libro de Enoc, sino que tambiíén demostraron que se habí­an mantenido en gran estima por la comunidad esenia de Qumrán, que incluso podrí­a haber estado detrás de su construcción original en algún momento despuíés de 165 A.C.

Más importante aún, los eruditos hebreos tambiíén comenzaron a identificar varios otros tratados previamente desconocidos, de sabor un «enoquiano” entre el corpus del Mar Muerto, y íéstos incluí­an más referencias a los Vigilantes y sus descendientes, los Nefilim. Muchos de estos fragmentos individuales fueron finalmente descubiertos por el erudito del Mar Muerto, J.T. Milik de ser extractos de un trabajo perdido llamado al Libro de los Gigantes.

Anteriormente, esto sólo habí­a sido conocido por referencias aisladas en los textos religiosos pertenecientes a los maniqueos, una fe gnóstica heríética que se extendió por toda Europa y Asia, hasta China y el Tí­bet, a partir del siglo III D.C.

El Libro de los Gigantes continúa la historia narrada en el Libro de Enoc, relatando cómo los Nefilim le habí­a hecho frente a sabiendas de que su inminente destrucción se debí­a a las incongruencias de sus padres Vigilantes.

Leyendo esta obra antigua permite al lector una visión más compasiva de los Nefilim, que se atraviesan como inocentes transeúntes inocentes en un dilema más allá de su control personal.

Rostro como una Ví­bora

Sin embargo, al margen de este tratado aún muy fragmentario, otros textos Enochianos han surgido entre los Rollos del Mar Muerto, que en mi opinión son igualmente importantes. Uno de ellos es el Testamento de Amram.

Amram era el padre del legislador Moisíés, aunque cualquier momento del marco de tiempo bí­blico para esta historia es irrelevante.

Lo que es mucho más significativo es la aparición de los dos Vigilantes que se le aparecen en una visión como en sueños mientras íél descansa en su cama, ya que el texto reconstruido en gran medida dice lo siguiente:
[Vi Vigilantes] en mi visión, el sueño-visión. Dos (hombres) se peleaban por mí­, diciendo … y sosteniendo un gran concurso sobre mí­. Yo les preguntíé, “¿Quiíén sois, que teníéis poder sobre mí­?” Ellos me respondieron: «A nosotros] [se nos ha dado el] poder y el gobierno sobre toda la humanidad.”

Ellos me dijeron, ‘¿A quiíén de nosotros escoges tú para que te gobierne? “Levantíé los ojos y miríé.] [Uno] de ellos era terrorí­fico en su apariencia, [como una] SERPIENTE, [su] manto k multicolor, pero muy oscuro … [Y miríé de nuevo], y … en su apariencia, su rostro como una ví­bora, y [llevando …] [en extremo, y todos sus ojos …].
El texto identifica a este último Vigilante como Belial, el Prí­ncipe de las Tinieblas y Rey del Mal, mientras su compañero se revela como Miguel, el Prí­ncipe de Luz, quien es tambiíén llamado Melquisedec, Rey de la Justicia. Es, sin embargo, el aspecto terrible de Belial que me llamó la atención, porque es visto como aterrador de contemplar y como una “serpiente”, el sinónimo utilizado muy a menudo para describir tanto los Vigilantes como a los Nefilim.

Si el fragmento textual habrí­a terminado aquí­, entonces yo no habrí­a sabido por quíé este sinónimo habí­a sido utilizado por el escriba judí­o en cuestión. Sin embargo , afortunadamente, el texto continúa diciendo que el Vigilante tení­a un rostro, o cara, “como una ví­bora”.

Dado que tambiíén lleva una capa “de muchos colores pero muy oscura”, tambiíén tuve que suponer que era antropomórfico, es decir, que poseí­a forma humana.

Rostro como una Ví­bora…

¿Que podrí­a esto significar? ¿Cuánta gente conoce usted con un “rostro como de ví­bora”? Durante más de un año no pude ofrecer ninguna solución adecuada a esta curiosa metáfora.

Entonces, por casualidad, se me ocurrió escuchar algo en una emisora de radio nacional que me proporcionó una respuesta sencilla, aunque totalmente inesperada. En Hollywood, Los Angeles, hay un club llamado el Salón Viper. Es propiedad del actor y músico Johnny Depp, y en octubre de 1993, llegó a los titulares cuando el prometedor actor River Phoenix se derrumbó y murió trágicamente al salir del club, despuíés de una noche de excesos.

En la publicidad que los medios de comunicación que, inevitablemente rodean estos incidentes relacionados con drogas, se descubrió que el Salón Viper obtuvo su nombre muchos años antes, cuando habí­a sido un refugio de jazz de cierto renombre.

Se cuenta que los músicos se subí­an al escenario y tocaban durante largas horas, prolongando su creatividad y concentración fumando grandes cantidades de marihuana.

Al parecer, los efectos a largo plazo de este uso indebido de drogas, junto con perí­odos muy largos sin comer y dormir, harí­a que sus rostros se desfiguraran hasta parecer huecos y delgados, mientras que sus ojos se estrechaban hasta convertirse en sólo rendijas. A travíés de la niebla de humo, el efecto hací­a parecer como si los músicos de jazz tení­an cara como de ví­boras, de ahí­ el nombre del club.

Esta divertida aníécdota hizo trabajar mi mente confundida y me permitió construir una imagen mental de lo que una persona con cara de “como una ví­bora” podrí­a parecer, sus rostros parecen largos y estrechos, con pómulos salientes, mandí­bulas alargadas, labios delgados y ojos oblicuos como los de muchos tipos raciales de Asia Oriental.

¿Era íésta la solución en cuanto a por quíé tanto los Vigilantes como los Nefilim fueron descritos como serpientes caminantes?

Parecí­a como probable la posibilidad como cualquier otra, aunque tambiíén es posible que su conexión serpentina relacionada a sus asociaciones y capacidades mágicas acreditadas, incluso quizás, hasta sus movimientos corporales y su aspecto general.

La Aparición de Plumas

Otra referencia importante para la aparición de los Vigilantes proviene de Los Secretos del Libro de Enoc, tambiíén conocido como 2 Enoc, una especie de secuela de la obra original escrita en griego y data del siglo I D.C.

El pasaje se refiere a la inesperada llegada de dos vigilantes cuando Enoc descansa en su cama:
Y se me aparecieron a mí­ dos hombres muy altos, como nunca he visto en la Tierra. Y sus rostros brillaban como el sol, y sus ojos eran como lámparas encendidas, y fuego salí­a de sus labios.

Su vestido tení­a la apariencia de plumas: … [púrpura], sus alas eran más brillantes que el oro, sus manos más blancas que la nieve. Se quedaron en la cabecera de mi cama y me llamaron por mi nombre.
Piel blanca (a menudo llamada “roja como una rosa”), estatura alta y faz radiante “como el sol”, todos se repiten con frecuencia en relación con la aparición de ángeles y vigilantes en la literatura Enoquiana y del Mar Muerto.

Sin embargo,
¿Cuál era esta referencia a su vestimenta, que tení­a “la apariencia de plumas”?
¿Podrí­a referirse de algún modo a la “capa”, usada por el Vigilante llamado Belial, que aparece en la historia Amram, de quien se decí­a que habí­a sido “de muchos colores pero muy oscuro”, precisamente el efecto que uno podrí­a esperar de una capa de plumas negras, como aquellas pertenecientes a los cuervos o buitres, tal vez?
A pesar del hecho de que el arte cristiano siempre ha representado los ángeles con alas, esta tradición no se remonta más allá del siglo tercero o cuarto A.D.

Antes de este tiempo, los verdaderos ángeles (querubines y serafines tení­an varios conjuntos de alas) aparecieron con imagen de “hombres”, una situación que a menudo incitó a los traductores textuales agregar alas en las descripciones existentes de los ángeles. Esto ha sido, sin duda alguna, el caso de la cuenta anterior adoptada de la cuenta 2 Enoc, que fue re-copiada muchas veces durante los primeros años del cristianismo.

Con esta observación en mente, sentí­ que la declaración relativa a los Vigilantes vestidos con “la apariencia de plumas”, fue muy reveladora. Tambiíén parecí­a un exceso de vista por parte del escribano que transmite esta historia en forma escrita, por haber agregado alas a la descripción de los dos “hombres”, ¿por quíé molestarse diciendo que llevaban las prendas de plumas?

Sin duda, esta confusión entre las alas y capas de plumas podrí­an haber sido modificados para dar a los Vigilantes un aspecto angelical más apropiado.

Chamanes Aves

De algún modo supe que era una clave para desentrañar este extraño misterio, porque sugerí­a que, si bien los vigilantes habí­an sido realmente humanos, que pudieran haberse adornado con prendas de este tipo como parte de su vestido ceremonial.

El uso de formas totíémicas, como animales y aves, ha sido siempre el dominio de los chamanes, los senderistas espirituales de las comunidades tribales.

En muchas culturas primitivas, se decí­a que el alma que habí­a tomado la forma de un pájaro para hacer su vuelo de este mundo al otro, por lo que es a menudo representado como tal en el arte religioso antiguo.

Esta idea puede tener su origen en la creencia generalizada de que el vuelo astral sólo puede lograrse mediante el uso de las alas etíéreas, como las de un ave, algo que sin duda ayudó a inspirar la idea de que los ángeles, como mensajeros de Dios, deben ser interpretados con alas en la iconografí­a cristiana.

Para mejorar esta conexión mental con su ave elegida, los chamanes se adornan sus cuerpos con una capa de plumas y pasan largos perí­odos de tiempo estudiando cada uno de sus movimientos.

Ellos entrarí­an en su hábitat natural y observarí­an todas las facetas de su vida – su modo de vuelo, sus hábitos alimenticios, sus rituales de cortejo y de sus acciones sobre el terreno. Al hacerlo, tendrí­an la esperanza de convertirse a sí­ mismos en pájaros, una personalidad-alter adoptada en una base semi-permanente.

El chamanismo totíémico es más o menos dependientes de los animales autóctonos o de las aves presentes en el lugar de la cultura o la tribu, aunque en principio el objetivo ha sido siempre el mismo – alcanzar el vuelo astral con ayuda de este manto, la iluminación divina, la comunicación y el espí­ritu el logro del conocimiento y la sabidurí­a de otro mundo.

Así­ pues, ¿podrí­an los Vigilantes y los Níéfilim haber sido hombres-aves?

La respuesta es casi seguro que sí­, en el texto del Mar Muerto, titulado El Libro de los Gigantes, los hijos Nefilim del ángel caí­do Shemihaza, nombrado como “Ahy? y ‘Ohy?, experimenta visiones en sueños, en los cuales visita un mundo-jardí­n y vio 200 árboles siendo talados por los ángeles celestiales.

Sin entender el propósito de esta alegorí­a, exponen el asunto al Consejo de Los Níéfilim, quienes nombran a uno de ellos, Mahawai, a ir en su nombre a consultar a Enoc, quien ahora reside en un paraí­so terrenal.

Con este fin Mahawai, entonces:
[…se levantó en el aire], como los remolinos, y voló con la ayuda de sus manos como [alas] de íguila […sobre] las tierras cultivadas y cruzó Solitude, el gran desierto, […]. Y vio a Enoc y le llamó …
Enoc explica que los 200 árboles representan los 200 Vigilantes, mientras que la tala de los troncos significa su destrucción en un incendio por venir y un diluvio.

Más importante, sin embargo, es el medio por el cual Mahawai alcanza vuelo astral, pues se dice que ha utilizado “las manos como (un) íguila [alada]”.

En otra parte del mismo texto Enochiano, a Mahawai se le dice que han adoptado la forma de un pájaro para hacer otro largo viaje. En esta ocasión, apenas se escapa de ser quemado por el calor del sol y despuíés de escuchar la voz celestial de Enoc, que lo convence de volver y no morir antes de tiempo – una historia que tiene parecido con el vuelo fatal demasiado cerca del sol de Icaro en la mitologí­a griega.

Además de esta evidencia, una variación de este mismo texto iguala a los hijos Shemihaza “no (con) el… águila, pero con sus alas”, mientras que al mismo tiempo los dos hermanos se describen como “en su nido”, afirmaciones que llevaron al erudito hebreo J.T. Milik a la conclusión de que, como Mahawai, ellos tambiíén “podrí­an haber sido hombres pájaro”.

Esta fue una confirmación convincente de que los ángeles eran originalmente una cultura o tribu que practicaban una forma de chamanismo de aves, tal vez asociado a un ave de carroña oscura como el cuervo o buitre.