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Autor Tema: La ascensión del mediocre  (Leído 645 veces)

Scientia

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La ascensión del mediocre
« en: Abril 07, 2016, 07:03:36 pm »
La ascensión del Mediocre.


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No hay que ser muy observador para darse cuenta como los mediocres conquistan el íéxito y logran los puestos más codiciados que este injusto sistema ofrece. Solo hay que salir a la calle, encender la TV o sintonizar cualquier emisora de radio, para darnos cuenta que los que copan esos puestos son simples mediocres, gente que está lejos de lograr un mí­nimo de brillo en su trabajo, y solo se limitan a ser loros de repetición bien amaestrados. El sistema educativo es el primer mecanismo en donde se calificara con mejor nota al más mediocre. Matrí­cula de honor a aquel que mejor memorizo la doctrina ignorante que le pusieron bajo la napia, posteriormente en la universidad se doctorara “cum laude” al mediocre más laureado de todos, ese que las empresas se rifaran, por ser un adoctrinado perfecto, una cacatúa que repita hasta la náusea, los preceptos que el sistema acadíémico le obligo explí­citamente a asumir como la verdad absoluta.

Al sistema no le sirve para nada alguien creativo, alguien con pensamiento propio y visión vanguardista, estos polluelos son expurgados en cuanto son reconocidos por el sistema. Una pastillita y ese pollito vuelve mansamente a servir para engrasar la máquina. Algunos pasan desapercibidos, se adaptan y pasan por todas las etapas acadíémicas, superándolas y depositando su fe en que podrán cambiar el mundo, hasta que se topan con la burocracia impuesta para acomodo del mediocre.

Un mediocre que administra, cataloga, etiqueta, clasifica, legisla y gestiona, todo un amplio catálogo de anexos, cláusulas y normas, de lo más inútil, para complicar la vida al ser humano pensante e inteligente. Si aún pensáis que estoy en un error, solo debíéis intentar presentaros a una oposición a la administración pública, donde solo accederá finalmente (tras el enchufado) el más mediocre de todos, aquel que su único míérito fue, memorizar tres o cuatro tomos de leyes y burrocracia de todo tipo, una prueba diseñada para que el ser inteligente, creativo y capaz, jamás tenga acceso a un puesto en la función pública, debido a que para ejercer esos puestos es necesario que un mediocre con la capacidad de memorizar y ejercer la doctrina cuadriculada del sistema, sin que albergue pretensión alguna de una atención digna al ciudadano, y por supuesto jamás se cuestione el procedimiento. Como en todo hay excepciones, pero se pueden contar con los dedos.






Gestores, abogados, ejecutivos, banqueros, burócratas, polí­ticos... mediocres todos ellos, ya sea con leyes, códigos, doctrinas empresariales o normas internas, solo se persigue el alzamiento del mediocre, sin un mí­nimo de deontologí­a. Aquel que solo es capaz de memorizar, aquel que tiene su capacidad creativa apagada, aquel que usa su mente como un simple banco de datos, que no aporta y no influye, es el que cumple con el canon del prototipo de mediocre que aspira a tener el sistema a su servicio. Una maquina insensible, que se le distingue por sus í­nfulas por encima de una media, y un salario cada vez más bajo, gracias a los mediocres que trabajan sin criterio y sin amor propio. Ellos se saben inútiles, por eso pujan a la baja. Cuando se trata de orgullo, son conformistas y en sus venas corre una sangre disipada, sin fuerza ni color.

En los medios solo tienen íéxito los mediocres, orgullosos ignorantes que fomentan la incultura,  la banalidad, y la inmoralidad. Fenómenos que primero hacen reí­r por lo bizarro, pero que a base de repetición acaba convirtiíéndose en modelo a seguir. Por desgracia el esperpento se apodero de la razón, y hoy nadie quiere ser el listo de la clase, sino el tonto del pueblo. Es la sociedad que crea estos modelos y nosotros los consumimos, y como los consumimos los fomentan, o quizás, esta ingenierí­a social crea tontos que ascienden rápido y ganan dinero, para fomentar la ignorancia como medio para escalar a lo más alto.

Está demostrado que la titulación universitaria programada para la profesionalización y titulación del mediocre, ya no es el modo estándar de trepar en el escalafón. Hoy dí­a llaman tonto al licenciado porque acaba trabajando en una cadena de comida rápida, despuíés de entregar su voluntad y su mente durante cinco largos años de “estudio”. Cuando cualquier tonto gana en seis meses lo que tú en toda tu vida laboral, sin haber abierto un libro.

Este es un sí­ntoma preocupante, nadie lee, y lo poco que leen, no lo entienden o lo malinterpretan. Nadie se toma la molestia profundizar en un texto y analizarlo mí­nimamente, para al menos sacar una mí­nima conclusión. La inmediatez imperante, y el leer solo el titular para estar completamente informado, es otro sí­ntoma del mediocre. El mediocre sabe de todo, de todo entiende, todo lo conoce y de todo opina, pero jamás leyó nada.

Como siempre el negocio está en fomentar creencias, programar creyentes y esparcir ignorantes. Una progenie desvalida, vací­a y zombi, que deambula ridiculizando a discreción a todo aquel que sabe, lee o se preocupa en informarse. Heces de dorado lustre las cuales al ser creí­das proporcionan al mediocre, la posibilidad de erigirse a sí­ mismo como elegido, modelo a seguir o “#trendingtopic” de lo garrulo y lo esperpíéntico, que encarnan en sí­ mismos, sintiíéndose orgullosos de ser uno más.

Es esencial identificar a aquellos que trabajan para el sistema, programando mentes, defendiendo y justificando el Mal. Aquellos que nos señalan a nosotros como responsables de este sin-Dios, que nos dibujan una sombrí­a culpa, e inventan recursos mediocres para disfrazarla.

Es difí­cil controlar la náusea, es complicado no rechazar, es imposible no alejarse, pero no podemos ser como ellos, no podemos etiquetar, señalar y ridiculizar. No creo que comportándonos como nos programó el sistema, ayude a los que aún no supieron siquiera identificar lo que nace del sistema. No podemos seguir definiíéndonos como “despiertos” si nos subimos a un pedestal y señalamos al resto como “borregos” ¿Quiíén te dijo que estabas despierto y te otorgo este tí­tulo? ¿Quiíén te dio autoridad para juzgar y sentenciar? ¿Quíé te hace mejor o superior al resto?

Las personas que tropiezan y caen en distintos programas y son ví­ctimas de ingenierí­as sociales, o burdos ejercicios de control mental a travíés de PNL para enriquecer al iluminado de moda, no son culpables, sus comportamientos llenos de fanatismo no son voluntarios, solo son un instrumento en manos de unos desaprensivos sin conciencia y bolsillos llenos.

Comportamientos mediocres son los que hacen a la gente mediocre, sin valores, sin humanidad y sin alma. Seguirás programado mientras no saques de tu Ser todas esas formas de etiquetar, juzgar y dirigirte tus propios hermanos como si de un enemigo se tratase. Esto no es una competición, no te van a dar un premio por entrar en el redil de los “despiertos”. Si no eres capaz de ver más allá de lo que te dicta tu programación y tus únicos recursos en PRO del Ser humano, sea solo etiquetar, es lógico que aún no palpemos cambio alguno.

No soy más que tú, no se mas que tú, ni lo pretendo. Debemos dejar de enfrentarnos entre nosotros y empezar a unir conciencia, pero no lo lograremos si le seguimos el juego a los mismos, creyendo a los mismos y alabando a los mismos. Creyíéndonos los listos, los mejores, poseedores de la verdad absoluta, con razón o sin  ella, mientras señalemos con el dedo al otro, seguiremos nuestra propia ascensión a ser un mediocre más.

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