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Autor Tema: Tu cuerpo indica a quiíén debes perdonar  (Leído 390 veces)

Scientia

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Tu cuerpo indica a quiíén debes perdonar
« en: Abril 23, 2016, 07:58:51 pm »
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Tu cuerpo indica a quiíén debes perdonar


Nuestro cuerpo nos da pistas todo el tiempo sobre las cuestiones que nos bloquean y sobre la persona que sintoniza con ellas. Empieza comprobando si padeces más problemas del lado izquierdo o derecho del cuerpo.

El lado izquierdo es el lado receptivo, maternal y femenino del ser. El derecho es el lado masculino, con empuje, orientado hacia el exterior, hacia el mundo. La tendencia podrí­a indicar un rechazo dentro de ti de los aspectos masculinos o femeninos, y una necesidad de autoperdón/autoaceptación o de identificar la persona que activa esto en ti.

 
Si acumulas un volumen excesivo en las caderas, quizá estíés cargando con sentimientos de culpa o deseos de vergí¼enza o con un miedo residual a agresiones sexuales que convertiste en peso para protegerte.

Sí­ndromes fí­sicos: El presente modelo de relación entre las emociones y los sí­ntomas fí­sicos es muy general pero útil para darnos pistas de lo que puede estar sucediendo en el plano emocional de una persona que desarrolla ciertos sí­ntomas en áreas especí­ficas del cuerpo.

El sí­ndrome del llanto: este importante sí­ndrome afecta el área del cuerpo del plexo solar hacia arriba, el pecho, la cabeza y la nuca. La causa del sí­ndrome del llanto es la incapacidad de tomar una decisión con respecto al acto de otra persona o por un condicionamiento anterior que dificulta la toma de decisiones. Su caracterí­stica más común es el dolor de cabeza.

A causa de la frustración generada por la indecisión, el cerebro ordena al cuero cabelludo tensarse lo que produce dolor. A veces la tensión es tan severa que comprime las venas y produce migraña.
Otro de los sí­ntomas muy reconocibles de este sí­ndrome son:

La cristalización de los ojos, la relajación de los conductos lacrimales que gotean continuamente en los ojos, la congestión de los senos nasales, la contracción de los músculos de la garganta, la presión gástrica sobre el pecho, la tensión de los músculos de las mandí­bulas o apretar los dientes.

Cada una de estas reacciones fí­sicas puede estar asociada con una causa emocional o mental. Por ejemplo, la presión en la cabeza representa la incapacidad de tomar decisiones; los ojos lacrimosos y la congestión de los senos nasales simbolizan negarse a ver la situación que causa la indecisión; la contracción de la garganta, la tensión de los músculos de las mandí­bulas o apretar los dientes es un resultado de negarse a hablar del tema de indecisión.

La indecisión puede convertirse en frustración y esta en melancolí­a, depresión y finalmente inercia. La indecisión crónica se puede clasificar como problema mayor en nuestra sociedad actual de movimientos rápidos, en particular en personas de edad comprendida entre los quince y los treinta y cinco años.


El sí­ndrome de la responsabilidad: las áreas afectadas son los hombros, la parte superior de la espalda y de la columna. Los motivos psicológicos son excesiva responsabilidad, temor al peso de la responsabilidad, o negligencia, no aceptación o no asunción de responsabilidad. Los sí­ntomas son tensión en los músculos de la espalda y de los hombros.

Frustración sexual y sí­ndrome de culpa: aquí­ las áreas afectadas son las ingles, el estómago y la parte baja de la espalda. Las causas psicológicas son: frustración sexual, culpabilidad sexual relacionada con la religión, sentimientos de culpas por infidelidad y promiscuidad, sentimientos de incapacidad sexual, temor a agresión sexual, etc. Los sí­ntomas pueden ser calambres gástricos, estreñimiento, acidez, dolores menstruales excesivos, menstruación demasiado abundante o ausente, infecciones vaginales o cistitis, presión o dolor en la próstata o los testí­culos y problemas de riñón.

Sí­ndrome de lucha o alcance: las áreas afectadas son los brazos, las manos y los dedos. Las causas psicológicas son la necesidad de expresar, con la correspondiente negación o supresión de esa necesidad, la incapacidad de alcanzar lo que uno desea por falta de autoestima y un importante sentimiento de profundo rechazo por querer alcanzar metas inalcanzables. Los sí­ntomas son verrugas o pequeñas ampollas en las 2 manos o los dedos, tensión en las articulaciones de las manos o los dedos o manos demasiado frí­as o calientes. Los problemas relacionados son la artritis y los reumatismos.

Sí­ndrome de huí­da: El área afectada está entre los muslos y los pies. Indica una necesidad de correr o escapar (emocionalmente o fí­sicamente) de una cierta situación o relación. Las causas psicológicas son el miedo a enfrentarse a ciertas situaciones potencialmente dolorosas, el aburrimiento, el miedo al desastre y el miedo al íéxito. Los sí­ntomas incluyen quemazón entre los dedos o en la planta de los pies, pies frí­os por mala circulación y dolores en las piernas.

Combinaciones: en un momento dado una persona puede verse afectada por uno o varios sí­ndromes. Por ejemplo una combinación de dolor de cabeza y tensión en los músculos de la espalda puede indicar una incapacidad para tomar decisiones con respecto a un tema de responsabilidad. Tensión en los músculos de la espalda y dolor en las piernas pueden indicar que la persona desea escapar de la situación en la que se siente atrapado.

Historias en los chakras Caroline Myss ofrece un planteamiento distinto al señalar que cada uno de los siete chakras almacena energí­a invertida en un tema o grupos de temas. Myss hace una presentación general de los temas relacionados con cada chakra e indica quíé partes del cuerpo influyen. Pregúntate quíé persona sintoniza con esos temas para ti.

· CORONA: La confianza en la vida misma. Valores, íética y coraje. Altruismo. Generosidad. Capacidad para ver la gran pantalla. Fe e inspiración. Piel, huesos y músculos. Color: violeta.

· TERCER OJO: Confianza, autoconsciencia, intuición, conocimiento, capacidad de aprender de la experiencia. Inteligencia emocional. Cerebro, nervios, ojos, oí­dos, nariz, glándulas pineal y pituitaria. Color: í­ndigo.

· GARGANTA: Fuerza de voluntad, expresión y comunicación personales. Seguir ideales propios, utilizar el poder personal para crear. Adicción. Juicio y crí­tica. Capacidad de tomar decisiones. Tiroides, cuello, boca, paratiroides, hipotálamo. Color: azul celeste.

· CORAZí“N: Amor y odio. Resentimiento y amargura. Pena e ira. Egocentrismo, soledad, compromiso, perdón, compasión. Esperanza y confianza. Toda el área del pecho y el timo. Color: verde

· PLEXO SOLAR: Miedo e intimidación. Confianza, autoestima. Poder personal, firmeza y honra. Cuidado de uno mismo y de los demás. Codependencia. Sensibilidad a la crí­tica. Estómago, hí­gado, vesí­cula, páncreas, adrenales, canal medio espinal. Color: amarillo.

· SACRO: Relaciones personales. Dinero y sexo. Creatividad. Condena y culpa. Poder y control. í‰tica y honor en las relaciones. Genitales, pelvis, parte inferior de la espalda, apíéndice, caderas, vejiga. Color: naranja.

· RAíZ: Energí­a tribal. Seguridad familiar y grupal. Seguridad básica. Sentirse en casa, capacidad de defenderse y ser autosuficiente. Ley y orden social y familiar. Cóccix, sacro, pies, recto, defensas. Color: rojo
Temo el futuro


1) Insisto en tener la razón – pero solo yo siempre

2) No vivo en el presente

3) Juzgo a los demás – sin concienciarlo

4) Ignoro la noción de un plan divino

5) No escucho a mi voz interior

6) Temo el futuro

7) Dejo que el miedo defina mi itinerario

8) Me tomo vacaciones frecuentes en Victimlandia

9) Me quejo con frecuencia

10) Me tomo todo a pecho y como algo personal

Es en el ahora que lo Divino se entrecruza con nuestra vida. Aplicando asiduamente el Perdón Radical con sus herramientas sencillas y eficaces logramos aclarar temas que tienen sus raí­ces en el pasado. Temas que nos han perseguido, bloqueado y robado nuestras energí­as, además de impedirnos crear nuestra vida hoy plenamente.

Las herramientas del Perdón Radical nos capacitan para transformar nuestras historias de ví­ctima en historias de gratitud. Cuando hemos aclarado el pasado y somos capaces de contemplar con mirada más apacible a los pequeños y grandes dramas de nuestra vida puede que aparezca cierto aburrimiento. Para este imprevisto tenemos a mano el pre-ocuparnos por el futuro.

El miedo y el tormento que sufrimos mientras imaginamos lo peor que puede pasarnos es infinitamente mayor que el dolor que vivenciamos cuando el temido hecho ocurre – si es que ocurre.

¿Quíé pasa si pierdo mi trabajo? ¿Quíé pasa si mi marido, mi esposa me abandonan, mis hijos enferman? ¿Quíé pasa si no puedo pagar mis deudas?

El único momento que hay es el ahora. El único instante en el que lo Divino se entrecruza con lo humano – o sea con nuestra vida – es este exacto momento. Jamás estaremos en otro momento que no sea el de ahora.

Hay dos dí­as al año en los que no puedo hacer absolutamente nada. Estos dí­as son ayer y mañana.

¿Quiere decir que deje de pagar mis seguros? ¿Quiere decir que deje de invertir en fondos para asegurar la futura formación de mis hijos? ¿Quiere decir que el medio ambiente me deja sin cuidado ya que da igual porque no hay mañana? La respuesta cada uno la lleva en su corazón y está de más contestarla con un NO claro y rotundo.

Sin embargo si vivo en el presente plenamente puedo estar seguro que siempre actuaríé de forma apropiada en cada momento. ¿Y cómo se hace esto de estar presente? Escuchando cuando alguien nos habla. Sea quien sea. Diga lo que diga. Escucharle como si este encuentro fuera lo más fresco, lo más crujiente, lo más inaudito que me haya ocurrido hasta entonces. Mirar a la persona que tengo en frente como si la estuviese viendo y descubriendo por primera vez. Como si este fuera el primer encuentro. Como si lo que me estíé diciendo fuera crucial para mi vida.

Estoy en el presente si registro – sin juzgar – cada una de mis sensaciones fí­sicas. Sea el corazón abierto y radiante de energí­a en la presencia de un ser amado. Sea la quemazón de la vergí¼enza o decepción en el medio de un intercambio menos placentero.

Vivo en el presente si me detengo a escuchar mi verdad y a decirla de la forma más serena que sea capaz.

Es interesante saber que aunque algunas veces digamos NO a fin de cuentas estamos diciendo SI. SI a nosotros mismos articulando lo que en este momento es nuestra verdad.

Confí­o en la fuerza e inteligencia que hace que una semilla se transforme en un árbol y un embrión en un ser vivo complejo y completo y se encarga de que la tierra gire fielmente sobre su eje y alrededor del sol.

Confí­o en que esta misma inteligencia está conduciendo mi vida mientras yo hago lo mejor que pueda con ella en cada momento. Basta con comunicarme con ella y entregarme a ella.

Las pre-ocupaciones (ocuparse de antemano de una situación que ni sabemos con certeza si va a irrumpir en nuestra vida) así­ se transforman en confianza de que todo se desarrolla de acuerdo a un plan divino. Mi tarea consiste en participar en cada paso de este plan plena y atentamente, en vez de resistirme y encerrarme en el miedo al futuro