Reuters
'El Favelinha' es uno de los muchos hostales en Río de Janeiro que por sólo 30 dólares ofrecen una alternativa de hospedaje durante los Juegos Olímpicos, cuando hoteles de tres estrellas están cobrando 250 dólares por noche.
Imponentes vistas del icónico Pan de Azúcar, un patio bañado por el sol en las colinas de la jungla tropical frente al Ocíéano Atlántico y habitaciones que cuestan una fracción de lo que cobran los cercanos hoteles.
El hostal Favelinha, al igual que otros en algunas de las más de mil favelas de Río, ofrece algo más que solo alojamiento barato para los más aventureros entre los 500 mil turistas extranjeros que se calcula llegarán en agosto con motivo de los Juegos Olímpicos.
Las instalaciones abren tambiíén la rica cultura de los suburbios pobres de la ciudad a los viajeros, ofreciíéndoles un destello de áreas otrora infranqueables donde vive cerca de una quinta parte de la población de Río.
La turista francesa Sabrina Noblanc se tomó "selfies" con un amigo en el hostal Favelinha, en la favela Pereira da Silva, situada en una empinada colina del centro de Río, donde el estríépito del tráfico de la ciudad desaparece bajo los graznidos de los pájaros de la jungla y los gritos de los niños que hacen volar sus cometas.
Noblanc llegó a Río con la idea de que todas las favelas de la ciudad eran centros de bandas fuertemente armadas y de violencia por el narcotráfico.
"Ahora que estoy aquí, estoy impresionada", afirmó. "Es mejor de lo que me imaginaba. Pensaba que iba a ser muy peligroso, con las pistolas y todo eso, pero no ha sido así".
Lo cierto es que la mayoría de las favelas de Río sufre una intensa violencia. Lo que los críticos califican como políticas de mano dura, junto a las bandas de narcotraficantes que luchan por sus territorios, provocan tiroteos y muertes diarias.
El gobierno estatal de Río implementó un programa en 2008 para "pacificar" estos barrios, empujando a las bandas hacia fuera de las zonas localizadas principalmente cerca de los vecindarios más ricos o de sedes olímpicas.
Sin embargo, la iniciativa tuvo resultados dispares y está perdiendo fuerza porque el presupuesto de seguridad fue recortado este año por la crisis económica que vive Brasil.
Solange dos Santos gestiona el hostal Favelinha, donde el precio diario por una habitación con cama doble es de unos 30 dólares, comparado con los 250 dólares de los cercanos hoteles de tres estrellas.
"Es difícil establecer un hostal dentro de una favela, con todo lo que sabemos que pasa en las favelas", afirmó.
"Pero eso está cambiando, porque la gente viene e interactúa con las personas y dice '¡Guau, esto no tiene nada que ver con lo que había oído!'. Hay paz y tranquilidad aquí".