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Autor Tema: Y, ¿quíé es de los millonarios sirios durante la guerra?...  (Leído 151 veces)

OCIN

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Luego de seis años de guerra, cuando se habla de una posible reconstrucción del paí­s, la cual implicarí­a unos 200 mil millones de dólares, se remite a los magnates sirios.

La destrucción de Siria parece tan completa como en toda guerra civil del siglo pasado: ciudades enteras arrasadas, comunicaciones terrestres y marí­timas interrumpidas, escuelas y hospitales en ruinas, miles de muertos o exiliados y una economí­a de 60 mil millones de dólares destruida.

Sin embargo, a pesar de que el conflicto ya está en el sexto año y caen bombas en zonas que controla el gobierno, que permanecí­an antes casi intactas mientras los ataques aíéreos castigaban a las zonas rebeldes, la perspectiva de reconstruir el paí­s no desalienta al inversor inmobiliario sirio Waleed Zaabi. Ojalá no fuera tan difí­cil llegar a un acuerdo de paz, dijo.

“Una vez que haya estabilidad, todo será fácil”, dijo Zaabi, que tiene 51 años, mientras toma cafíé en el hotel que posee en Dubái.

Calificó las negociaciones que se realizan en Ginebra, en las que ha participado, como “una pelí­cula”. “Una vez que se empieza a crecer y la gente comienza a trabajar, se va por buen camino”.

Sólo los diplomáticos más optimistas consideran como inminente el fin de la guerra en Siria.

Pero cuando eso suceda, el paí­s necesitará que los sirios ricos que emigraron impulsen la reconstrucción y reanimen la economí­a antes de que las empresas extranjeras consideren la posibilidad de invertir.

Se estima que para restituir la economí­a a la situación anterior a la guerra, se necesitarí­an cerca de 200 mil millones de dólares. La recompensa podrí­a ser enorme, pero tambiíén podrí­an serlo las píérdidas.


TRES NOMBRES

Se barajan varios nombres que podrí­an contribuir a la recomposición del paí­s en el plano económico y hasta en el polí­tico. Zaabi, miembro del Comitíé de Altas Negociaciones que se reúne con las Naciones Unidas y se opone al presidente Bashar al-Assad, es uno de ellos.

Tambiíén está Ayman Asfari, de 57 años, el máximo responsable del grupo de servicios petroleros Petrofac, que tiene sede en Londres, además de Nabil Kuzbari, de 79 años, un magnate papelero que reside en Viena.

Asfari ha criticado abiertamente a Assad, mientras que Kuzbari alguna vez tuvo ví­nculos de negocios con la familia gobernante.

Asfari se negó a conceder una entrevista y Kuzbari dijo que está dispuesto a invertir en el “aspecto humanitario” de reconstruir Siria.

“Esos inversionistas aportarí­an una enorme cuota de legitimidad al proceso de reconstrucción”, dijo Samer Abboud, un profesor asociado de historia y ciencias polí­ticas de la Universidad Arcadia, cerca de Filadelfia. “Hay muchas oportunidades. Sin duda se puede ganar dinero”.

Su riqueza y posible influencia hacen que se los compare con el extinto primer ministro multimillonario de Lí­bano, Rafiq Hariri, que impulsó la reconstrucción de Beirut y el resto del paí­s al finalizar 15 años de guerra civil en 1990.

Si bien la situación de Siria se complica debido a los intereses de Irán y Rusia del lado de Assad y de los sauditas y los Estados Unidos del otro lado, hay similitudes, por lo menos en lo que respecta a las tareas a abordar.

Desde que las protestas contra Assad se convirtieron en una guerra en marzo de 2011, han muerto por lo menos 280 mil personas, la mitad de la población siria ha abandonado su casa y se han destruido unos 80 mil millones de dólares de la riqueza nacional, según un informe del Banco Mundial de abril. Assad dijo la semana pasada que va a “liberar cada pulgada de Siria”.

Las esperanzas de que se llegue a un acuerdo este verano (boreal) son cada vez más lejanas y se hace más probable que Assad permanezca en el poder.

Pero cada vez que se vislumbra la posibilidad de un acuerdo se habla del enorme esfuerzo de reconstrucción que se necesitará.

Por su parte, Asfari dijo que la única solución para Siria es un largo periodo de transición, uno sin Assad en el poder.

En una entrevista que dio el 18 de diciembre para la BBC, describió a su paí­s como “un paciente que hasta este dí­a está sangrando y muriendo”, a menos que la gente vea “una transición creí­ble, entonces la guerra no tendrá un fin”.


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