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Autor Tema: La Maldicion Gitana  (Leído 589 veces)

Scientia

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La Maldicion Gitana
« en: Julio 12, 2016, 08:47:19 pm »
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Dicen que la maldición gitana es una de las más fuertes, sobre todo porque va cargada de odio, frustración, deseos de venganza, impotencia, envidia, maldad... y muchas cosas más. Quien echa una maldición gitana, en realidad lo que está deseando es lo peor para la persona maldecida, incluyendo la muerte, sea de forma inmediata, (rápida, por la ví­a del asesinato) o de forma prolongada y acompañada de un sufrimiento horrible. Dicen, los que saben de esas cosas, que a quien le echan una maldición gitana, no "levanta cabeza" nunca más, no escapa del maleficio, no tiene paz ni sosiego, pierde el control de sus actos, enloquece, se autodestruye lentamente, nada le sale bien y termina con una muerte violenta.

La Maldicion Gitana

Los Grimaldi perseguidos por una maldición gitana

La nueva pareja real de Mónaco debe hacer frente a un pasado familiar de tragedias y fracasos amorosos. Cómo se originó el maleficio.

Como ocurre en casi todas las familias poderosas, en especial si son de la realeza, la historia de los Grimaldi de Mónaco tambiíén tiene sus episodios trágicos, escandalosos y de matrimonios fracasados. Por eso, los habitantes de esta ciudad-Estado esperan que el enlace entre el prí­ncipe Alberto y su novia, Charlene Wittstock, logre cambiarles la suerte.
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Alberto II, segundo hijo del prí­ncipe Rainiero y la princesa Grace, se casó con la ex campeona de natación olí­mpica sudafricana, y su desafí­o es romper lo que algunos llaman "la maldición de los Grimaldi", similar a la que pesarí­a sobre los Kennedy en Estados Unidos.

Según se rumorea, el maleficio se remonta a los tiempos de Rainiero I - antecesor de Alberto, Rainiero y Carolina – que habrí­a dejado plantada en el siglo XIX a una amante gitana. Ella, despechada, le habrí­a echado un mal de ojo para que ninguno de su estirpe “viva feliz y coma perdices”.

A partir de entonces, la saga de los Grimaldi - una de las familias reales más longevas - dio lugar a rí­os de tinta en la prensa rosa y (por quíé no) amarilla.

Tras la dramática muerte de la princesa Grace --una leyenda de Hollywood que se convirtió en la más bella princesa del siglo XX--, el 14 de setiembre de 1982, las luces de los reflectores han seguido constantemente a sus tres hijos, y los reportes no han aportado alegrí­a al Principado.

El momento más trágico fue sin dudas la muerte de la princesa Grace Kelly - una leyenda de Hollywood que se convirtió en la más bella soberana del siglo XX -, cuya boda con el prí­ncipe Rainiero el 19 de abril de 1956 hizo soñar al mundo entero, que siguió con ilusión los primeros pasos de los tres hijos de la pareja real: Carolina, Alberto y Estefaní­a.

Pero todo terminó con el accidente automovilí­stico de Grace, el 14 de setiembre de 1982. Rainiero, que tras su coronación en 1949 habí­a convertido a Mónaco en una empresa exitosa, con casinos y negocios financieros, permaneció solo hasta su muerte, en abril de 1995.


La hija mayor, Carolina, nacida en 1957, provocó más de un dolor de cabeza a su mamá por sus romances tempraneros con Robertino Rosellini, hijo de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, o con el tenista argentino Guillermo Vilas.

Carolina se casó en 1978 con el francíés Philippe Junot, un matrimonio que duró sólo dos años, y que fue anulado despuíés por el Vaticano.
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En 1984, volvió a contraer matrimonio con el industrial italiano Stefano Casiragui, con quien tuvo tres hijos. Pero Casiragui se mató en 1990 en el mar Mediterráneo, en una competición naútica. La imagen de una joven viuda, cubierta con un velo negro y sostenida por su padre, conmovió al mundo.

En enero de 1999, Carolina se casó por civil con el prí­ncipe Ernst August de Hanover, un divorciado alemán miembro de una decadente dinastí­a europea. Pero doce años más tarde, la princesa, que tuvo una hija con íél, regresó a vivir a Mónaco.

La agitada vida sentimental de su hermana, Estefaní­a, nacida en 1965, chocó con las normas y tradiciones del Principado, donde el catolicismo es religión de Estado: Estefaní­a se casó y divorció dos veces, una de ellas con el acróbata y domador de circo portuguíés Adans Lopez Peres, de quien se divorció al año de contraer matrimonio.

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La imagen de Estefaní­a, que tuvo amorí­os con miembros del jet set internacional y que convirtió a su guardaespaldas en su primer esposo, estuvo siempre asociada al escándalo, lo que le ganó el calificativo de "princesa rebelde".

Tras la muerte de Rainiero en abril de 2005, Alberto II se convirtió en el Soberano, provocando inmediatamente un escándalo al revelarse que tení­a dos hijos fuera de matrimonio.

Alberto, que solí­a aparecer en la prensa acompañado de modelos y actrices, reconoció que tuvo en 2003 un hijo con una ex azafata originaria de Togo y en 1992 una hija con una camarera, que en 1991 pasaba vacaciones en Mónaco con su marido. Aún así­, siempre pesaron sobre íél rumores de homosexualidad.

Por eso, el anuncio de la boda despertó en los monegascos esperanzas de vivir por fin una historia de amor que aporte estabilidad y optimismo al Principado. Ese anhelo casi es opacado cuando se reveló que Charlene habrí­a planeado huir a Sudáfrica para no casarse, y que los miembros del Palacio Real la habrí­an detenido en pleno aeropuerto. Aparentemente, el motivo serí­a el descubrimiento de un tercer hijo “bastardo” de su futuro esposo.

Pero todo quedó en la nada y la ceremonia, tanto civil como religiosa, se concretó. El próximo paso que esperan en Mónaco es, por supuesto, la llegada del heredero. ¿Sobrevivirá esta unión, o sucumbirá una vez más a la maldición gitana?