Bloomberg
Es un hecho, Reino Unido no realizará un segundo referíéndum para el Brexit; pero tambiíén es un hecho que no hay un plan trazado para decidir cuando y como lo hará, lo que mantendrá vigente la incertidumbre.
La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, ha dicho que Brexit significa Brexit. No habrá un segundo referíéndum.
Salir de la Unión Europea (UE), dice, es su misión y eso puede resultar muy obvio; pero el resto no lo es tanto.
La futura relación entre el Reino Unido y la UE podría adoptar muchas formas. En un extremo está el amargo divorcio que podría dejar al Reino Unido más lejos de la economía de la UE de lo que están otros países que actualmente no son miembros.
En el otro está un tema tan pegado en la membresía de la UE que en tíérminos económicos el Brexit haría poca diferencia.
El mayor peligro para el Reino Unido y Europa radica en permitir que esta incertidumbre persista y hasta este momento, no hay un plan definido.
Los partidarios del Brexit nunca se pusieron de acuerdo en quíé es lo que querían, y los opositores -como el predecesor de May, David Cameron- analizaron muy poco el tema pues esperaban que el Brexit nunca sucediera.
Y los tratados de Europa tampoco sirven como guía, como la activación del famoso Artículo 50, solo se ha definido el plazo de dos años para que el proceso de salida se complete.
Noruega y Suiza han sido propuestos como posibles modelos, pero resultan poco útiles. Si bien es cierto que ambos países, sin ser miembros de la UE, tienen acceso casi sin restricciones al mercado único de la Unión Europea, aceptan las reglas de comercio de la región sin ser capaces de votar sobre ellas, y tienen como requisito permitir el libre movimiento de trabajadores dentro y fuera de la UE.
Esta última obligación es una que May no puede aceptar, puesto que la restauración del control sobre asuntos migratorios fue el punto principal de la campaña Brexit.
Hoy se da por sentado que condiciones como las de Noruega o Suiza son las mejores a las que puede aspirar el Reino Unido, o por lo menos las que puede sugerir legítimamente. Pero la economía del Reino Unido es mucho más grande y tiene mucho más que ofrecer que el resto de la UE.
No hay ninguna razón por la cual no pueda solicitar, y que se le conceda, un nuevo tipo de acuerdo. Sin duda si el Reino Unido desea acceso al mercado único de bienes, servicios y capitales de la UE con los mismos tíérminos que los países miembros, tendrá que aceptar las reglas europeas de comercio y al mismo tiempo, deberá ser capaz de mantener cierto control sobre los asuntos migratorios.
Los líderes de la UE insisten en que la libre circulación de trabajadores es indivisible de las otras libertades y lo que en realidad quieren decir es que, hasta ahora, han decretado que estas libertades son indivisibles.
Nada les impide levantar ese decreto y permitir al Reino Unido que permanezca en el mercado único por motivos comerciales, al mismo tiempo que le otorguen cierto control sobre la migración.
Algunos dicen que esto no sería justo, suponiendo que el Reino Unido solicitara los privilegios de la membresía de la Unión Europea sin las obligaciones (la canciller alemana Angela Merkel lo llama "selectividad" y dice que no debe ser permitido).
Este es un argumento desconcertante y no permitir el libre tránsito conlleva altos costos.
Si se le permite al Reino Unido restringir la inmigración desde la UE, sus propios ciudadanos se enfrentarán a restricciones para poder vivir y trabajar en el resto de Europa. Esa es una difícil decisión para Reino Unido, pero no hay ninguna razón por la cual haya que negársela a un país que no es miembro.
Olvidíémonos de los precedentes, porque no existen. Olvidíémonos de Noruega y Suiza. La máxima integración económica, además del control de la migración, es por donde hay que empezar, y los líderes europeos deberían abrir su mente a esto.