Por... Ian Vásquez
Ian Vásquez destaca el ritmo iníédito con el que ha progresado la humanidad en las últimas díécadas.
En el tiempo que le demora leer este artículo, 300 personas alrededor del mundo saldrán de la pobreza extrema. Ese ritmo iníédito del progreso, no solo respecto a ingresos sino tambiíén a prácticamente todo indicador de bienestar humano, se debe en gran parte a la globalización.
Pero algo raro ha ocurrido en los países ricos. En vez de celebrar el hecho de que la brecha entre los pobres y los ricos se está cerrando, se ha instalado un estado de ánimo pesimista acerca de la situación actual y el futuro económico. De allí el fenómeno Donald Trump, quien promete el proteccionismo y cerrar las fronteras estadounidenses a los inmigrantes, y semejantes sentimientos nacionalistas que en parte animaron al ‘brexit’ (la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea) y que han respaldado el auge de movimientos políticos populistas en Europa continental.
No hay duda de que los países desarrollados tienen problemas serios y que la gran recesión y el bajo crecimiento han influido en el humor actual. Es una exageración, sin embargo, decir, como lo ha declarado Trump de EE.UU., que “este país se ha ido al infiernoâ€, y son absolutamente falsas sus aseveraciones de que EE.UU. se está inundando de inmigrantes.
El problema es que el pesimismo es una fuerza política potente, y si la percepción dista mucho de la realidad, puede conducir a que los países implementen políticas desacertadas y tiren por la ventana las que han funcionado bien. Esto los latinoamericanos lo sabemos bien. Por eso viene bien un nuevo proyecto en línea que permite comparar la realidad de la vida de uno contra las percepciones que uno pueda tener. Con esta herramienta (yourlifeinnumbers.org), cualquier ciudadano del mundo puede ingresar el país en donde nació o donde vive y la fecha de su nacimiento. El programa reportará una serie de indicadores y cómo han mejorado, o no, durante la vida del usuario.
Permítame entonces, estimado lector, abusar de su gentileza y usar mi propia vida como caso de estudio. Nací en Lima en 1968. En el Perú, desde entonces, la expectativa de vida ha incrementado un 44%, la supervivencia infantil ha mejorado un 88% y el ingreso per cápita ha aumentado 91%. El suministro de alimentos por persona se incrementó en 30% y la media de años de escolarización subió en un 117%. Viajo mucho pero trabajo la mayor parte del tiempo en EE.UU. Allí tambiíén ha habido mejoras importantes en todas esas categorías aunque en un porcentaje menor que en el caso peruano, exceptuando la categoría de ingreso per cápita.
El progreso peruano ha sido realmente impresionante. En 1968, la brecha en la expectativa de vida entre el Perú y EE.UU. era de 18 años (52 años versus 70). Hoy la brecha se ha cerrado a cuatro años (75 versus 79). La expectativa de vida del peruano de hoy es más alta de lo que era el caso del estadounidense de 1968, a pesar de tener un ingreso per cápita a la mitad de lo que tenían los estadounidenses de esa íépoca.
Mi vida abarca el decenio de la dictadura militar y la díécada perdida de los ochenta que atrasó el ingreso per cápita peruano por 30 años. Para los peruanos más jóvenes, digamos los que nacieron en 1990, sin embargo, el ritmo del progreso ha sido todavía más impresionante. El incremento del ingreso per cápita en ese período más corto ha sido de 134%, por ejemplo.
Todo eso, que es parecido a lo que ha ocurrido en buena parte del mundo en desarrollo, hay que celebrarlo. Sin embargo, quienes dicen preocuparse por la pobreza y la desigualdad son muchas veces los mismos en los países ricos que ahora abogan por barreras a la globalización. Se apoyan en estadísticas que muestran que las clases medias en los países avanzados no se han beneficiado de la globalización como el resto de la población mundial. Pero un estudio nuevo de la Resolution Foundation muestra que las estadísticas sobre ingreso y desigualdad mundial no comparan las mismas personas a travíés del tiempo porque ha habido mucha movilidad hacia arriba. Cuando se toma en cuenta esa realidad, se ve que incluso esas medias clases en países ricos aumentaron su riqueza al menos 20% desde los ochenta.
La percepción importa y urge ahora enfrentarla con la realidad en los países ricos.