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Hasta el momento, Estados Unidos ha estado fomentando el desarrollo urbano desde Colombia hasta Jordania, pero las promesas del presidente electo ponen este trabajo en duda.
Entre las preocupaciones sobre el futuro del cambio climático, la infraestructura de Estados Unidos, y las viviendas asequibles, está claro que la presidencia de Donald Trump podría tener un gran impacto en la vida urbana. Pero no sólo las ciudades estadounidenses podrían resultar afectadas por las impredecibles políticas de la administración entrante: ciudades de todo el mundo tambiíén podrían sentir los efectos en los años venideros.
Durante mucho tiempo, Estados Unidos se ha presentado a sí mismo como líder en el desarrollo global. Es el mayor donante individual a los esfuerzos humanitarios y de desarrollo, con contribuciones considerables a los bancos de desarrollo como el Banco Mundial. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) tambiíén ha asumido varios compromisos e iniciativas para ayudar a los países con rápida urbanización a combatir problemas como la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria y la salud pública. En el seno de la ONU, Estados Unidos ha defendido la urgencia de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, uno de los cuales aborda directamente la expansión de las ciudades de todo el mundo, y la adopción de la Nueva Agenda Urbana, que compromete más a los países a hacer las ciudades más habitables.
"En mi opinión, el desarrollo urbano es el desarrollo global", dice Rajiv Shah, ex administrador de USAID y ahora miembro distinguido del Colegio de Servicio Diplomático de la Universidad Georgetown. "Ambos van de la mano".
Pero Trump ha puesto nerviosos a expertos, tanto nacionales como extranjeros, sobre si Estados Unidos puede defender su legado. El miíércoles, escogió a la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley —su primera persona designada del sexo femenino y no blanca— para ser la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Ella ha criticado duramente a Trump, calificando de "antiestadounidense" su propuesta de prohibir la entrada de todos los musulmanes a Estados Unidos. Pero, como informa Politico, "ella tambiíén carece de evidente experiencia en política exterior y se sabe poco de su postura sobre temas políémicos, como la forma de ponerle fin a la guerra en Siria". Un dato importante es que Haley le ha pedido al Departamento de Estado que no ubique refugiados sirios en su estado.
Aunque aún no ha definido ninguna política exterior específica, el presidente electo ha dejado clara su postura sobre cosas como el cambio climático, llamándolo un engaño y prometiendo retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París. Sobre la ayuda para el desarrollo, ha abogado por regresar a la política aislacionista estadounidense previa a la Segunda Guerra Mundial, prometiendo poner a "Estados Unidos primero". Su campaña ha mencionado poco a ífrica, cuyos países y ciudades obtienen un apoyo sustancial de Estados Unidos, lo cual ha hecho que algunos se pregunten si la región desaparecerá metafóricamente del mapa.
"No tenemos dinero para la educación porque no podemos construir en nuestro país", le dijo Trump al Washington Post durante su campaña. "Y ¿en quíé momento hay que decir, oye, tenemos que cuidar de nosotros mismos? Así que ya saben, yo síé que el mundo exterior existe y voy a estar muy consciente de eso, pero al mismo tiempo, nuestro país se está desintegrando, grandes secciones de íél, especialmente los centros urbanos". Quizás más evidente es la declaración de su anuncio presidencial: "Es necesario que invirtamos en nuestra infraestructura y dejemos de enviar ayuda exterior a países que nos odian".
"La posición [de Trump] sobre la ayuda internacional tendría un gran impacto sobre los fondos disponibles para los países en desarrollo", dice Michael A. Cohen, especialista en políticas urbanas y de desarrollo de la New School de Nueva York (no confundir con el procurador de Trump, Michael D. Cohen). Eso podría no tener un gran impacto en la construcción de infraestructuras en muchas ciudades en desarrollo. De acuerdo a Cohen, fuera de la región de ífrica, la mayoría de esos proyectos son financiados a travíés de fondos nacionales y locales, así como de la inversión privada.
Pero lo que puede sufrir son los diversos proyectos que hacen a las ciudades habitables. Al igual que Cohen, algunos expertos se preguntan si USAID, que maneja toda la gama de programas de ayudas para el desarrollo del país, soportará todo el peso de las próximas directivas de Trump. Eso dependerá, en parte, de quiíén sea el secretario de estado. Los nombres que se barajan incluyen Rudy Giuliani y John R. Bolton, y ambos han sido sumamente críticos de la ONU. Newt Gingrich, quien está buscando un papel en " planificación estratíégica" en la administración, en lugar de un puesto en el gabinete, en el año 2003 pidió la abolición de USAID.
Bajo la propuesta de presupuesto del presidente Barack Obama para 2017, la ayuda extranjera solicitada por el Departamento de Estado, que financia USAID, supera los 42,400 millones de dólares, una cifra que parece grande, pero constituye menos de un 1% del presupuesto federal total. Como se explica en una práctica ilustración del Washington Post, aproximadamente 25.6 mil millones de dólares de esa cifra se destina a asistencia económica y al desarrollo, lo cual incluye programas para abordar la crisis de refugiados, la salud mundial y la inseguridad alimentaria (el resto se destina a ayudas de seguridad).
"Hemos tenido un importante programa de desarrollo urbano que va desde Medellín, Colombia, hasta Amman, Jordania, y las megalópolis en Asia, y esos programas abordan todo, desde los principios básicos de la planificación urbana hasta las mejoras al transporte público que conecta a personas de comunidades de diferentes tipos de ingresos", dice Shah. Luego están los "esfuerzos en pro del cuidado del aire y agua, la salud y la educación que permiten el crecimiento de las poblaciones".
Sin embargo, Shah se muestra optimista. Durante años, USAID y la ayuda extranjera han disfrutado en general del apoyo bipartidista de la Cámara de Representantes y el Senado. "Los republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado votaron consistentemente para apoyar un presupuesto sólido para USAID y reconstruir su dotación de personal y conocimientos especializados, y para exigir una mayor rendición de cuentas y resultados", dice Shah. En colaboración con demócratas, han aprobado proyectos de ley como la Ley de Seguridad Alimentaria Global para acabar con el hambre mundial y la Ley de Ayuda a la Electrificación de ífrica para ayudar a las comunidades a tener acceso fiable a la electricidad. "Tengo razones para creer que los republicanos mantendrán el fuerte apoyo que experimentíé en garantizar que los valores estadounidenses y la inversión en el desarrollo mundial y la asistencia humanitaria sigan siendo fuertes".
Aunque la ayuda exterior es sólo la mitad de la historia, advierte Cohen. " Si la administración Trump decidiera que realmente no quiere apoyar a la ONU, tendría un gran impacto, no sólo sobre el dinero, sino sobre las ideas y el asesoramiento tíécnico", dice. "Organismos como la Organización Mundial de la Salud que atiende cuestiones de salud pública en las ciudades; ONU-Hábitat; el Fondo de las Naciones Unidas para la población; o la UNICEF son muy importantes, pues asesoran a los países en desarrollo sobre los enfoques de política y la forma de abordar los problemas".