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Autor Tema: Diferencias entre psicologí­a y coaching  (Leído 410 veces)

Scientia

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Diferencias entre psicologí­a y coaching
« en: Diciembre 20, 2016, 07:24:30 pm »
https://joanvives.wordpress.com/2012/10/26/diferencias-entre-psicologia-y-coaching/


Diferencias entre psicologí­a y coaching
El coaching es psicologí­a, pero la psicologí­a es más que coaching

Un coach es experto en tecnologí­a comunicativa para hacer descubrir los objetivos y acompañar al cliente en el compromiso de lograrlos. En este sentido, el coaching es una herramienta metodológica más de la psicologí­a, aunque por las vicisitudes del mercado la etiqueta coaching se ha hecho un hueco fuera de la psicologí­a, cosa que ha permitido que personas no graduadas en psicologí­a ofrezcan los servicios de coaching gracias a diferentes certificaciones emitidas por las propias empresas de formación.

Un psicólogo ofrece las garantí­as de una formación universitaria y de formar parte de un colectivo con un Colegio Profesional desde donde se marcan las directrices íéticas y deontológicas, cosa que asegura al cliente la seriedad y profesionalidad del servicio.

El psicólogo está entrenado por defecto en las tíécnicas comunicativas y de entrevista, pero además y a diferencia del coach no psicólogo, tiene conocimientos de los procesos psicológicos, cosa que le permite interpretar mejor la personalidad del cliente o los mecanismos mentales que le acompañan en los problemas que motivan la consulta.

Pero hay más ventajas. El psicólogo, a diferencia del coach (si ejerce el Coaching de forma rigurosa), puede ofrecer al cliente diferentes metodologí­as de intervención, de acuerdo a su enfoque. Puede prescribir tareas, aconsejar o dar pautas de actuación, entrenar habilidades o recursos, etc., en definitiva intervenir de forma directa. Si usted acude a un coach no psicólogo que interviene directamente sin limitarse a sugerirlo a partir de la conversación, cuidado porque puede que se estíé extra-limitando haciendo cosas por las que no está preparado.

El problema radica en la forma de vender el coaching. Mientras la Psicologí­a se rige por los principios formales marcados por el Colegio profesional, el Coaching tiene la libertad propia de una profesión no regulada formalmente, lo que provoca que los coaches no psicólogos ofrezcan servicios por los que no están preparados, usen testimonios “sospechosamente” favorables, y utilicen tarifas a menudo desmesuradas, más como estrategia de marketing que no correspondiíéndose a la calidad del servicio y la experiencia del profesional.

Por todo ello… SI USTED BUSCA UN COACH, ASEGíšRESE QUE SEA PSICí“LOGO!!!



Falsas diferencias entre coaching y psicologí­a

El marketing utilizado por los coaches no psicólogos está orientado a identificar falsas diferencias entre coaching y psicologí­a. Si ustes lo piensa bien, es normal que lo hagan, ya que cualquier persona con sentido común que quisiera trabajar los aspectos psicológicos para mejorar su situación o solucionar algún problema, no se pondrí­a en manos de alguien no suficientemente formado.

Vamos a ver cómo lo hacen, o quíé argumentos esgrimen. Para ello me remitiríé al artí­culo “Psicologí­a y coaching: ¿reflexión y acción?”, del Dr. Alejo Garcí­a-Naveira (Coordinador Grupo Psicologí­a del Deporte, Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Presidente Asociación Española de Psicologí­a y Coaching Deportivo).

“En el Coaching no se dice al cliente lo que tiene que hacer”: tampoco esto es propio y definitorio de la Psicologí­a en su conjunto; depende del enfoque que se adopte. Como sabemos, los hay más y menos directivos, destacando entre estos últimos el enfoque Humanista.
“En el Coaching no se buscan ni analizan causas del pasado; se centra en el futuro”: igualmente, esto depende del enfoque psicológico que se adopte; tampoco el enfoque Cognitivo-Conductual o el propio enfoque Humanista se centran en buscar causas del remoto pasado del individuo.
“El Coaching no es terapia”: tampoco lo es parte del ejercicio de la Psicologí­a, por importante que aquella lo sea. Por si no lo supiíéramos ya, basta con remitirse a la publicación del COP sobre “Perfiles profesionales del psicólogo”: ¿acaso es función principal del psicólogo/a hacer terapia en Psicologí­a del Trabajo y de las Organizaciones, en Psicologí­a de la Actividad Fí­sica y del Deporte, en Psicologí­a de la Educación, en Psicologí­a Jurí­dica, en Psicologí­a del Tráfico y de la Seguridad Vial…?
“En Coaching se desarrolla un número limitado de sesiones, habitualmente pactado”: de nuevo parece estar pensándose exclusivamente en que la Psicologí­a es Psicoanálisis, con un elevado número de sesiones. Sabemos, igualmente, que otras perspectivas siguen un número mucho más reducido de sesiones: enfoque Cognitivo-Conductual, Terapia Breve, etc.
“El coaching es más flexible, permitiendo el uso del telíéfono, el e-mail, las videoconferencias, etc.”: no es nuevo en Psicologí­a atender al cliente a travíés de medios alternativos a los ya habituales (despacho). Si necesitas un consejo o apoyo, si te encuentras lejos o no tienes tiempo o necesitas hablar, hay empresas que se dedican a ofrecer este servicio. Las nuevas tecnologí­as se han integrado en prácticamente todas las áreas profesionales de la sociedad y, en consecuencia, no benefician ni validan exclusivamente al coaching.
“El coach es un igual, a diferencia del psicólogo, que es un experto”: sólo un acto de extrema ingenuidad (si no de aviesa intención) permitirí­a hacer este tipo de afirmación. Las sesiones que mantienen coach y coachee no dejan de ser situaciones sociales en las que el primero influye sobre el segundo (comoquiera que lo haga), de ahí­ que sea considerada una forma de liderazgo; y un lí­der no es “igual” que un seguidor, tiene diferente estatus en dicha situación, es quien lleva las riendas de la misma, tal como se supone que debe hacer un coach con sus preguntas. Pero, por si no bastara con recurrir a estas mí­nimas nociones básicas de Psicologí­a Social, conviene recordar que el coach pertenece habitualmente a una organización con ánimo de lucro que vende su “experiencia y profesionalidad” en esto del coaching y, en todo caso, el coach cobra por sesión (en ocasiones hasta cuatro o cinco veces lo que se cobra en una sesión de terapia habitual) y por los “servicios prestados”. De hecho, en la propia definición de coaching que da la Internacional Coach Federation, se habla de una “… relación profesional continuada…” Bajo estas circunstancias, resulta cuando menos un sarcasmo considerar al coach como un “igual”.
(…)

“El coaching, a diferencia de la Psicologí­a, se centra en el futuro, en lo consciente y en la brevedad”: por ejemplo, las intervenciones basadas en Modificación de Conducta ni se centran en el pasado, ni en el inconsciente, ni suponen años de dependencia. Tampoco otros enfoques.
“En el Coaching se da importancia a las creencias, a los “modelos mentales” y su incidencia en las emociones y la conducta”: son muchas las referencias que se pueden aportar tanto desde la teorí­a social cognitiva en general, como desde los trabajos más especí­ficos de Rotter sobre el locus de control, de Kelly sobre los constructos personales, de Dweck sobre las llamadas “teorí­as implí­citas”, de Bandura sobre la autoeficacia o de Ellis sobre las creencias racionales/irracionales, entre otras.
“En el Coaching se trabaja principalmente para el desarrollo y bienestar personal y profesional”: ambos no dejan de ser propios de un amplio conjunto de intervenciones psicológicas en múltiples áreas o ámbitos de aplicación. Entre sus antecedentes clásicos no podemos olvidarnos, entre otros, del concepto de autorrealización de Maslow, proceso a travíés del cual la gente se esfuerza en aprender, crear y trabajar para alcanzar su mayor potencialidad.
“El Coaching es un míétodo exclusivo”: decir que tampoco es novedoso ni exclusivo. El diálogo o debate socrático juega un papel destacado en la Terapia Racional Emotivo-Conductual de Albert Ellis, por no hablar de las importantes coincidencias que tienen a nivel conceptual (íénfasis en las creencias, visión constructivista, empatí­a…), aunque íésta ofrece una tíécnica más eficaz para modificar las creencias. O las obvias similitudes con el enfoque Humanista de Carl Rogers: por ejemplo, la consideración del cliente como alguien con potencial para desarrollarse a partir de sus propios recursos siempre y cuando se generen las condiciones adecuadas; o el concepto de “aceptación positiva incondicional”, que enfatiza la comprensión empática y la aceptación de sentimientos, y permite que sea el cliente quien dirija la entrevista mientras el profesional intenta reflejar y aclarar los pensamientos y sentimientos que surgen. O bien las coincidencias con la Terapia Breve de la escuela de Palo Alto o los programas de “enseñar a pensar” y “enseñar a aprender”, por citar sólo algunas. Aplicaciones todas ellas que, en el mejor de los casos, cuentan con más de medio siglo de vida.
La visión excluyente que se promueve desde estos sectores parece estar “cogida con alfileres”. Ninguno de estos  “argumentos” es suficiente para diferenciar la Psicologí­a del coaching. Por no hablar del hecho en sí­ de que comparar el coaching (una herramienta o filosofí­a de desarrollo) con la Psicologí­a (una profesión en toda regla, con multitud de conocimientos y recursos de intervención en múltiples áreas), esto es, el hecho de ponerlos al mismo nivel, no deja de ser un brindis al sol.

En todo caso, el por quíé de este interíés diferenciador puede obedecer a factores diversos: bien a un desconocimiento absoluto de lo que es la Psicologí­a o a una imagen totalmente distorsionada de la misma, bien a intereses puramente comerciales, o a ambos a la vez. Lo cierto es que, de una manera u otra, la imagen de la Psicologí­a está una vez más en juego. No sólo aparece de nuevo el fantasma del intrusismo, sino que expertos y organizaciones con prestigio adquirido en ámbitos de relieve se permiten hablar de lo que la Psicologí­a es y no es, presentándola a los profanos como lo que era hace un siglo. Así­, en resumidas cuentas, el coaching acaba por mostrarse como algo moderno, positivo, con alta validez aparente y orientado al futuro, frente a la Psicologí­a, asociada exclusivamente a problemas o trastornos personales, centrada en lo negativo y orientada al pasado. A partir de aquí­, es obvio que contar con los servicios de un coach conllevarí­a una mayor deseabilidad social que contar con los de un psicólogo.

(Puede consultar el artí­culo completo siguiendo el enlace: http://www.aepcode.es/archivos/Psicologia_y_coaching.pdf)

Ah! Y recuerde… SI USTED BUSCA UN COACH, ASEGíšRESE QUE SEA PSICí“LOGO!!!