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Autor Tema: Las RUBIAS ví­rgenes del sol Y SU DESCONOCIDA procedencia. ¿Vikingas?¿Atlantes?¿C  (Leído 530 veces)

Scientia

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Las RUBIAS ví­rgenes del sol Y SU DESCONOCIDA procedencia. ¿Vikingas?¿Atlantes?¿Celtas?


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Esta historia viene de un libro que leí­ cuando era niño, de esos libros con páginas que parecen hechas de polvo y que a la mí­nima maniobra brusca van a desvanecerse; de esos libros que pertenecieron al hijo del primo del tí­o de tu tatarabuelo y que no sabes cómo existe  y ronda por la casa de tus abuelos sin saber cómo llega a tus manos. Supongo todos hemos tenido uno de esos libros, amarillos, gastados de tanto leer, las páginas a punto de desaparecer, en resumen, todo un tesoro. Si el libro está en esas condiciones significa que es bueno y su contenido le cambiará la vida.

 
Pues bien, este libro era ni más ni menos que de historia: La Historia del Ecuador, decí­a el tí­tulo, contada por algún padre, franciscano o jesuita español cuyo nombre era ilegible y lamentablemente permanecerá en el anonimato. En sus relatos el sacerdote, franciscano o jesuita, nos contaba la historia de las antiguas culturas que habitaron este territorio, lo común que nos enseñaban en la escuelita, pero al llegar a la parte de los Incas habí­a una sección que siempre me llamó la atención, era la parte que contaba sobre ‘Las Ví­rgenes del Sol’.
Las Ví­rgenes del Sol -leí­a- eran las sacerdotisas del Inca, encargadas de mantener el culto al dios Inti (Sol). Mujeres que eran iniciadas en los misterios antiguos y en los rituales sagrados. Además de relatar de la forma de vida de estas mujeres, mencionaba algo muy particular, describí­a a estas mujeres en detalle, citando a un amauta: ‘blancas, rubias, de ojos de azul cielo, destacando entre quienes las rodeaban’. Esta era mi parte favorita de todo el libro, encendí­a toda mi imaginación, cómo era posible que hayan existido mujeres rubias en este territorio, ¡y entre los Incas! Ojo, que se referí­a exclusivamente a las ví­rgenes del sol de Quito.



El relato seguí­a. Estas mujeres eran las elegidas para desempeñar este cargo al ser consideradas descendientes de los dioses- existí­a toda una familia que se decí­a descendiente de los dioses, real y noble, aparte de la familia del Inca, que solo se permití­a reproducirse entre ellos y así­ seguir entregando vástagos para los principales cargos. Es una pena que no recuerde el resto de la descripción sobre esta familia real. Pero estos fueron los párrafos que quedaron plasmados para siempre en mi mente.
Pero si esta familia y estas ví­rgenes rubias existieron, ¿dónde están sus restos o descendientes? Pues bien, un relato conocido en mi paí­s es la llamada Resistencia de Rumiñahui, un general Inca que al enterarse de la inminente conquista española, arrasó con la ciudad de Quito, la quemó hasta sus cimientos y exterminó a las ví­rgenes del sol junto a sus consortes y familiares para que lo sagrado no sea vulnerado. Esto explicarí­a el porquíé no se encuentra indicio alguno de íéstos en la posteridad.
La simple idea de que la historia no sea siempre como nos la cuentan es algo que siempre ronda mi cabeza, y de algo de lo que estoy completamente seguro. Con el pasar de los años investiguíé sobre estas supuestas ví­rgenes del sol rubias pero no encontríé nada, todo era tratado como un simple mito. Sin embargo algo en mí­ me decí­a que debí­a seguir investigando, que dentro de este mito habí­a algo más que debí­a ser descubierto. Un rayo de esperanza vino a esta idea cuando hace algunos años leí­ sobre las momias rubias o pelirrojas encontradas en Perú y China, me pareció algo completamente fantástico, pero no pude encontrar ningún nexo fijo con las ví­rgenes del sol.
La idea seguí­a rodando en mi mente y lleguíé a las leyendas guaraní­es del Paraguay, aquella de los reyes blancos y barbados. Ahora entraba en el “mito” de Los Vikingos en Amíérica, y los varios paralelismos que comparten con los guaraní­es, en su idioma y religión. Una vez más me topíé con investigadores fanáticos que se creí­an arios y no aportaban nada a la teorí­a, que, a pesar de parecer descabellada, no dejaba de ser interesante. Esta teorí­a nos habla de los Vikingos viajando a Amíérica varios cientos de años antes que Colón y fundando pequeñas colonias. ¿Acaso de alguna de estas “colonias” pudo descender aquella familia real de las Ví­rgenes del Sol?


No encontríé pruebas suficientes que me digan que alguna vez los vikingos pisaron estas tierras, algún vestigio u osamenta por lo menos. Osamenta, sí­. Volví­a a las momias rubias, pero de íéstas se dice que son mucho más antiguas que las culturas precolombinas conocidas. Estas momias databan de cuatro mil a ocho mil años A.C. cómo puede ser posible, estaba entrando en una nueva teorí­a, La Atlántida en Sudamíérica. De acuerdo a esta teorí­a la mí­tica Atlántida de Platón serí­a la mismí­sima Sudamíérica, y esto se apoyarí­a con las ruinas de Tiahuanaco en Bolivia, ¡donde existen puertos marí­timos en medio del desierto! Hay varias teorí­as sobre estas ruinas, pero los locales siempre cuentan que la ciudad fue construida por los dioses, los mismos Incas afirmaban aquello y decí­an lo mismo de Machu Picchu. Se dice que pobladores de este antiguo continente sobrevivieron y viajaron a lo largo del mundo llevando con ellos el conocimiento, viajaron desde Amíérica hasta Egipto y Mesopotamia, Asia y diversos sitios del planeta, eran tratados como dioses a donde quiera que iban. Su aspecto era caucásico, y es por esto que a aquella familia de rubios incas se los consideraba descendientes de los dioses. Se han encontrado restos de humanos blacos, rubios y pelirrojos en China, y hasta en ífrica, todo acompañado con folclor y mitos. Muy bonita esta teorí­a pero aún nos faltan pruebas.

 
La investigación seguí­a y finalmente dimos con una verdadera lumbre en el camino, se trataba de la comunidad de Chachapoyas en Perú, comunidad que tambiíén formó parte del imperio Inca, las personas de este sitio se distinguen por sus facciones claramente caucásicas, este hecho sorprendió a los Incas y a los mismí­simos españoles, como leeremos a continuación en las crónicas escritas por Cieza de León:
 â€œSon los más blancos y agraciados de todos cuantos yo he visto en las Indias que he andado, y sus mujeres fueron tan hermosas que por serlo, y por su gentileza muchas de ellas merecieron ser de los incas y ser llevadas a los templos del Sol. Andan vestidas ellas y sus maridos con ropas de lana y por las cabezas solí­an ponerse llautos, que son señal que traen para ser conocidas en todas partes”
Incluso el afamado Inca Garcilaso de la Vega los describe como: hombres de piel rosada, ojos claros y cabellos rubios.


Cómo puede ser posible? Arqueólogos alemanes (pueden leer el artí­culo completo y en alemánaquí­) concluyeron que los habitantes de Chachapoyas son descendientes de Celtas, procedentes de la zona de Mallorca en España,  y de Cartagineses. Otro dato impresionante, celtas y fenicios en Sudamíérica. Por increí­ble que parezca el mismo Inca Garcilaso de la Vega parecerí­a confirmarlo sin saberlo al darnos pistas sobre el origen celta de este pueblo en la siguiente descripción


“Estos chachapoyas adoraban a las culebras y tení­an al ave cúntur por su principal dios. Traen estos indios por tocado y divisa en la cabeza una honda, por la cual son conocidos  y se diferencian de otras naciones ; y la onda es de diferente  hechura  que lo que usan otros indios, y es la principal arma que en la guerra usaban , como los antiguos mallorquines”
¡Boom! Todo parece indicar que los amigos alemanes tienen razón, ya que los “mallorquines” efectivamente proceden de la isla de Mallorca, en el archipiíélago de las Baleares en España y fueron utilizados como honderos por ejíércitos como el liderado por el general cartaginíés Aní­bal Barca (247-183 a.C) contra Roma en la Segunda Guerra Púnica.  Otros paralelismos con los Celtas:
Eran maestros en el arte de la trepanación del cráneo, para aliviar la presión craneal, al igual que los celtas.
Tambiíén coinciden con los celtas en que coleccionaban cabezas cortadas de sus enemigos.
Construí­an casas de piedra redondas, con un diámetro de entre 7 y 9 metros, casas idíénticas a las celtas.
Todaví­a hoy pueden verse las ruinas de las murallas de su imperio, muros enormes en elevaciones montañosas que recuerdan fortalezas europeas. (Fuente: mundo historia.org)

Impresionante, finalmente una nueva luz en el camino, todas las pruebas están ahí­, ahora juzgue usted mismo.
Siguiendo con los pueblos aborí­genes caucásicos, recordíé que en el pueblo donde pasíé algunos años de mi infancia, una zona llamada La Nena en la Provincia de Los Rí­os en Ecuador, existí­a una pequeña zona donde la población tení­a rasgos claramente europeos, recuerdo que mi primer amor platónico fue una chica pelirroja, en extremo hermosa, y una niña con rasgos nórdicos fue mi primera novia. Pensíé que esto era algo normal, pero al salir de esa zona me encontríé con que no era así­. Lamentablemente esta zona y su población desapareció con el pasar de los años, pero si visitan aquellos lares se encontrarán con los campesinos más europeos que jamás verán.
Otro caso que tenemos en mi paí­s es en ciertas zonas de la Costa Ecuatoriana, especí­ficamente en la Provincia de Manabí­, muchos clamaban que la razón de los rasgos europeos de varios habitantes de aquella zona se debí­a a la mezcla con norteamericanos llegados en la Segunda Guerra Mundial, pero he investigado y conversado con familias de la zona y me doy cuenta que son mucho más antiguas, son originarios del área, y tienen aquellos rasgos. El mismo caso podemos encontrarlo en la Provincia del Carchi, particularmente en el Cantón Maldonado, donde gran parte de la población tiene rasgos europeos, el origen de los mismos tambiíén se hallan ocultos, aunque la mayorí­a insista en que simplemente se deben a la mezcla con los “gringos” o su origen colombiano.
Pero no, hay algo más que bien podrí­a ser similar al caso de los Chachapoyas, solo hay que seguir investigando y hasta lleguemos a comprobar que estas zonas están emparentadas entre sí­, lo cual serí­a muy probable si consideramos que los Incas preferí­an a mujeres chachapoyas para llevarlas a los templos del Sol, y como es obvio varias de estas ví­rgenes chachapoyas, acompañadas de familiares, bien pudieron llegar a Quito, que fue la capital del Imperio Inca en los últimos años del mismo, y así­ se explicarí­a el gran misterio de las Rubias Ví­rgenes del sol del Imperio Inca. Incluso podrí­amos explicar el misterio de la comunidad de Maldonado en Carchi, al estar cerca de Quito no serí­a descabellado pensar que parte de esta población chachapoya llegó a esta zona y se quedó ahí­ fundando su propia colonia de aborí­genes rubios. Suena muy lógico y plausible, ¿verdad, VERDAD? Sí­, dentro de poco todo esto saldrá a la luz y formará parte de otro bonito libro de historia; soñemos juntos.
Ahora la pregunta subyace entre ¿las personas blancas vinieron a Amíérica o ya existí­an aquí­ con anterioridad y se extinguieron? ¿En verdad los europeos colonizaron estas tierras centenares de veces sin darse cuenta, o los vestigios de personas blancas encontradas en estos territorios son reminiscencias de una cultura antigua que tuvo que emigrar? Espero este artí­culo no se confunda con í­nfulas de ‘europeí­smo’ o frustración racial, peor con racismo en sí­, no no no, simplemente busco desentrañar un misterio de nuestra Amíérica, uno de tantos, y seguir alimentando su curiosidad.



Como dato extra, si a usted le interesa el Quito incásico le dejo una descripción de los lugares sagrados de la ciudad, lugares que poco a poco han sido olvidados, y lugares buenos para visitar en los equinoccios (Fuente: Quito Adventure):
‘La ciudad inca de Quito solí­a estar en lo que actualmente es el centro histórico. Su centro era un gran Tianguez, el mercado que articulaba todos los productos de las diferentes llactas y ayllus tanto de los andes como de la costa y Amazonia, desde mucho antes que llegaran los incas; ahora es la plaza de San Francisco. El actual convento de esta congregación se encuentra donde antes empezaba a extenderse un gran complejo inca formado por las casas de los capitanes, patios, estanques y jardines, depósitos y aposentos militares, posiblemente lo que se llamaba el Coricancha (recinto de oro). Dentro o cerca debió estar el Inti Huasi, el templo del Sol, con su estructura recubierta de oro; al igual que la mayorí­a de edificaciones incas.
 Pero, sobre todo, la actual iglesia de San Francisco se habrí­a construido sobre el Amaruhuasi o templo de Amaru, manifestación figurada de la deidad Illapa, segunda en importancia luego del Dios Sol o Inti. Illapa era el rayo, a Amaru se lo figuró como la gran serpiente fecundadora, un dragón cuyo aliento era el Huanacauri o arco iris. Varios autores sostienen que esta deidad fue remplazada por San Francisco, razón por la cual Atahualpa, antes de ser ejecutado, es bautizado con el nombre de Francisco, al igual que a sus dos hijos, siendo que este Inca se hací­a identificar con Amaru, así­ como su padre era llamado el Inca Illapa.
 Otro sitio importante para los incas en Quito era el Inti Huatana, observatorio solar y lugar ritual. Constaba de un sistema de pilares usados para medir los recorridos del sol, las estaciones del año, los solsticios y equinoccios. Es muy probable que este se haya encontrado en la cima del Panecillo (antes Yavirak). Al pie del cerro debió estar el Acllahuasi, el hogar de las Acllas, las ví­rgenes del Sol. Del Quilla Huasi, o templo a la Luna, se tiene indicios que existí­a en lo que ahora es la loma de San Juan. El Palacio de Placer del Inca, en lo que es ahora el barrio El Placer (de ahí­ su nombre). Y así­, existen numerosos lugares donde pudieron asentarse edificaciones incas, templos, aposentos, bases militares, mercados, etc., testimonios escondidos y olvidados, no sólo de incas, sino de las culturas ancestrales quitu y cotocollao que viví­an hacia el norte del la actual ciudad de Quito y del Ecuador.’
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