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Somalia está a punto de afrontar una hambruna para la cual carece de una ayuda emergente internacional adecuada, advirtió un funcionario de la ONU citado hoy por el sitio local Hiiraan Online.
La gravedad de la situación a causa de una severa sequía tras dos temporadas de escasa precipitación despierta preocupación por el peligro de que se repita la anterior gran hambruna (2011), que mató a más de un cuarto de millón de personas, añadió el coordinador humanitario del organismo mundial en el país, Peter de Clercq.
Las lluvias inadecuadas y la falta de agua destruyeron los cultivos y mataron al ganado en las zonas más afectadas, mientras que las comunidades venden sus activos y piden dinero prestado y comida para sobrevivir, expresó el directivo en un comunicado.
'Si no ampliamos de inmediato la respuesta a la sequía, se perderán muchas vidas, se destruirán más los medios de subsistencia y ello atentará contra la búsqueda de iniciativas claves de construcción del Estado y consolidación de la paz', aseguró de Clercq en alusión al actual proceso somalí de institucionalización.
Según el funcionario de la ONU, el número de personas que necesitan asistencia aumenta rápidamente, pues en septiembre eran solo cinco millones y ahora son más de 6,2 millones, en un país sumido en la guerra y el caos durante más de dos díécadas.
Los precios de mano de obra se desploman, los de los alimentos aumentan y disminuye la disponibilidad de víveres, los animales perecen por la sequía y suben las tasas de malnutrición entre los niños, alertó, por su parte, el enviado aquí de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, Richard Trenchard.
El directivo recordó que cuando se declaró de modo oficial la hambruna somalí de 2011, estaban ya muertas al menos la mitad de sus 260 mil víctimas, lo que demuestra que cuando las condiciones se vuelven tan nefastas, el anuncio del hambre puede ser demasiado tardío.
Somalia, asolada además por los ataques del grupo terrorista al-Shabab, atraviesa por un complejo proceso político, en el que fue elegido un nuevo Parlamento y la Comisión Nacional Electoral anunció para el 8 de febrero próximo las elecciones presidenciales, tras su postergación en cuatro ocasiones.
Esa organización islamista, surgida en 2006 como ala radical joven del ya desaparecido Consejo de Tribunales Islámicos, considerada terrorista en 2008 y vinculada desde 2012 a Al Qaeda, lucha por imponer un Estado islámico basado en la ley islámica o Sharía.
El ejecutivo local enfrenta a esas milicias, apoyado por unos 17 mil soldados de la Misión de la Unión Africana en el país procedentes de diez Estados, entre ellos Kenya, Burundi, Sierra Leona, Uganda y Djibouti, en medio de un caos gubernamental y social reinante desde el derrocamiento en 1991 del presidente Mohamed Siad Barre.