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Autor Tema: Los 3 secretos de la sabidurí­a antigua para ser felices  (Leído 508 veces)

Scientia

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Los 3 secretos de la sabidurí­a antigua para ser felices
« en: Febrero 14, 2017, 08:35:52 pm »
Los 3 secretos de la sabidurí­a antigua para ser felices

http://aprendizajerecreativo.blogspot.com.es/2017/02/los-3-secretos-de-la-sabiduria-antigua.html?m=1



Imaginemos por un momento que pierdes tu trabajo. Si se trata de un puesto mal remunerado en el que no te sentí­as a gusto y confí­as en que puedes encontrar un empleo mejor, es probable que esa situación no te afecte y quizá hasta te alegres. Sin embargo, si crees que era el trabajo de tu vida y que no podrás encontrar nunca nada mejor, es probable que te sientas devastado.


Esto indica que, en muchas ocasiones no nos limitamos a reaccionar ante los hechos sino que nuestras emociones dependen, en enorme medida, de nuestras creencias y expectativas.

En este sentido, los estoicos afirmaban que no existen eventos buenos ni malos, solo nuestra percepción. Shakespeare lo resumió aún mejor: “No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así­â€.

Esta idea, que tambiíén defiende el taoí­smo y el budismo, nos indica que no es lo mismo pensar “me ha pasado esto” a “esto que me ha pasado es malo”. Si nos limitamos a la primera afirmación seremos más objetivos, sufriremos menos e incluso podremos apreciar la enseñanza o lo positivo que encierran los hechos. Al contrario, si abrazamos la segunda afirmación, nos limitaremos a ver lo negativo.

Esta idea tambiíén ha sido primordial en la filosofí­a de Albert Ellis para darle forma a su Terapia Cognitiva Conductual, según la cual, la mayorí­a de nuestros estados de ánimo negativos no están causados por las circunstancias sino ​​por nuestras creencias irracionales.


1. Controla lo que puedes controlar. Ignora el resto.

“Pido serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabidurí­a para conocer la diferencia".

Los estoicos aplicaban mejor que nadie esta afirmación. Eran conscientes de la necesidad de tener cierto control sobre la vida pero no se obsesionaban con ello, por lo que siempre se preguntaban: "¿Puedo hacer algo al respecto?"

Si puedes hacerlo. Hazlo. Si no puedes… Asúmelo y sigue adelante porque preocuparse solo generará estríés.

De hecho, en realidad muchas de las cosas que nos preocupan y nos afectan son aquellas sobre las que no tenemos ningún control. Realizar la distinción entre lo que puedes cambiar y lo que no, te convertirá en una persona más feliz porque no solo lograrás vivir con mayor plenitud el aquí­ y ahora sino que aprenderás a centrar tu energí­a en lo que realmente importa. Así­ serás más productivo, más eficaz y más feliz.

Por tanto, la próxima vez que estíés preocupado hasta el punto de sentirte agobiado y angustiado, pregúntate si tienes algún control sobre los hechos. Si es así­, toma cartas en el asunto. Si no, deja ir esa preocupación centrándote en aquellas cosas que sí­ puedes cambiar.

2. Acepta. Sin caer en la pasividad.

La mayorí­a de las personas tiene problemas para aceptar los sucesos. En nuestro interior pensamos que aceptar es sinónimo de renunciar, aunque no es así­.

De hecho, ¿alguna vez te has preguntado quíé es lo contrario de aceptar? Es negar. Y negar los hechos nunca es una buena idea, es tan inútil como negar que está lloviendo, simplemente no nos conduce a ninguna parte.

Obviamente, esa negación es camuflada, negamos los hechos a travíés de una simple palabra: “deberí­a”. Así­ decimos: “no deberí­an haberme tratado mal”, “no deberí­a haberme sucedido”… Cada vez que usamos un “deberí­a” lo que estamos diciendo en realidad es que no aceptamos lo que ha ocurrido, lo negamos porque anteponemos nuestras expectativas a la realidad.

Sin embargo, la negación es irracional, y solo genera una resistencia inútil que alimenta la rabia, el sufrimiento y la angustia. Por eso, para ser felices y vivir de forma más equilibrada, es fundamental aceptar la realidad, aunque eso no significa asumir un rol pasivo.

Por ejemplo, si está lloviendo, simplemente aceptas la lluvia. Negarlo no va a hacer que desaparezca. Pero no necesitas mojarte, puedes protegerte con un paraguas.

Para los estoicos la aceptación nunca significó resignación, implicaba aceptar los hechos como son y luego decidir quíé hacer al respecto. Los estoicos, al igual que los maestros de la filosofí­a oriental, nos enseñan que no debemos desperdiciar nuestra energí­a luchando contra cosas que escapan de nuestro control, es más inteligente aceptarlas, seguir adelante y ver cómo podemos usarlas a nuestro favor o, al menos, como minimizar los daños.

Por tanto, la próxima vez que las cosas no vayan como hubieras deseado, no niegues la realidad. Acepta y luego pregúntate quíé puedes cambiar.

3. Elige de quiíén serás hijo. Construye activamente tu "yo".

Puede parecer un contrasentido pero lo cierto es que, sea lo que sea que hayan hecho tus padres, ahora el responsable de tu vida eres tú. De hecho, muchos de los problemas y las preocupaciones realmente surgen en tu mente, pero provienen de la forma de pensar y afrontar la vida que te han inculcado. No obstante, ahora tienes el poder de cambiar cómo te enfrentas a esas situaciones y, lo que es aún más importante, cómo te sientes al respecto.

No estás solo en el mundo, puedes aprender muchí­simo de los demás. Existen grandes modelos a seguir, como Síéneca, uno de los grandes pilares del estoicismo, quien afirmó: “Decimos que no elegimos a nuestros padres, que nos fueron dados por casualidad, pero podemos elegir quíé hijos queremos ser”.

Esto nos indica que podemos romper con muchos de los condicionamientos de nuestro pasado, para construir la persona en la que nos queremos convertir. Cada vez que decimos “siempre lo he hecho así­â€ o “soy así­â€, asumimos una excusa para no cambiar y mantener el estado actual de las cosas.

De hecho, si planificas tu vida económica, tus próximas vacaciones y tus encuentros sociales, ¿por quíé no dedicarle un poco de tiempo a construir la persona que quieres ser?

Por eso, cuando estíés ante una situación difí­cil, te será de gran ayuda preguntarte: ¿cómo reaccionarí­a esa persona que admiras y que has asumido como mentor de vida?

Con esta simple pregunta logras salir de tu piel, asumes una distancia psicológica y eres capaz de ver las creencias irracionales que se encuentran alimentando ese cí­rculo vicioso en el que te has sumido. Es un cambio que vale la pena.