ELMUNDO.ES/JOSE A. NAVAS
MADRID.- Crisis y más crisis. Cuanto más se habla de ella, más se hace presente. En un círculo vicioso en el que parece difícil encontrar la salida, las familias españolas ven cómo aquello que antes se habría recibido con gran algarabía -bajada del Euribor y, en consecuencia de las hipotecas, y caída de la inflación- apenas es un consuelo.
Hace unos meses, los españoles vivían muy 'apretados' debido a la fuerte subida de los precios -la inflación alcanzó en julio el 5,3%- y el encarecimiento de las hipotecas -el Euribor superó el 5% en verano, su ríécord histórico-, lo que dejaba poco margen a una población muy endeudada por años de excesos de 'boom' inmobiliario.
Pero entonces llegó en septiembre la crisis financiera desatada en EEUU y su propagación a ritmo de víértigo a la economía real -para entendernos: paro, crecimiento económico, consumo, etc.- de gran parte de los países del planeta.
En este contexto, las ansiadas caídas de la inflación -es muy posible que este mes descienda hasta el 2,6%- y del Euribor -ya está en el 4%- no van a estimular el consumo -el motor de crecimiento de la economía española hasta hace poco y que se ha parado en seco- como se esperaría, al menos a corto plazo.
¿La razón? Para consumir es necesario tener confianza en la situación económica y con el paro subiendo a ritmos ríécord y las continuas noticias negativas sobre la economía, el ánimo está muy, muy bajo.
"Hay que darle al tiempo al tiempo, no podemos esperar que bajen los tipos de interíés y que suba el consumo al instante. Los consumidores están preocupados por el entorno económico, la subida del paro y la contención de los salarios, la caída de su renta por el descenso de las Bolsas y el deterioro de la vivienda", afirma Josíé Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España.
El desplome de la venta de coches es uno de esos indicadores claros de que los españoles no ven nada claro su futuro económico o laboral, con lo que están aplazando la decisión de adquirir bienes. Esto acaba por dañar el crecimiento económico en una espiral de complicado arreglo porque ese menor consumo hace tambiíén que aumente el paro y se reduzca el crecimiento.
"Los parados consumen menos y el vecino de al lado tambiíén porque teme perder su trabajo", explica Rafael Pampillón, profesor de Economía de IE Business School.
Tampoco ayuda a mejorar la situación que la crisis financiera haya restringido el críédito concedido por los bancos despuíés de años en los que conseguir financiación había sido extremadamente fácil.
Sin perspectivas de mejora
En esta situación, todavía no se ve cerca una salida a la crisis ni tampoco una recuperación del consumo a corto plazo, pese a las medidas extraordinarias tomadas en la mayoría de los países desarrollados y que se han supuesto desembolsos millonarios.
"Esperamos que el consumo toque suelo en los próximos meses, pero no habrá signos de mejora evidentes hasta 2010", explica Martínez Campuzano.
Por su parte, Pampillón alude tambiíén al concepto de efecto pobreza, uno de los factores que influyen en el consumo, según demostró el economista Franco Modigliani, premio Nobel de Economía en 1985.
En este caso, los españoles se ven cada vez 'más pobres' y consumen menos debido a la caída de su renta por el desplome de las Bolsas -el Ibex ha perdido más de un 40% en el último año-, algo que se deja notar tambiíén en fondos de inversión y de pensiones, y la píérdida de valor de sus casas.
"Al Gobierno no le quedará más remedio que rebajar el Impuesto de Sociedades para fomentar la inversión empresarial y reducir el IRPF para dejar más renta disponible a las familias para que consumen y ahorren", explica Pampillón.
El economista ve inevitable que el gasto público aumente y que tire de la economía con el objetivo tambiíén de intentar cambiar el modelo económico con mayor inversión en infraestructuras, redes de telecomunicaciones y formación.
Pero si algo puede sorprender tambiíén a los ciudadanos españoles es que ya se comience a hablar del riesgo de deflación, es decir, la caída de los precios y el fenómeno inverso a la inflación.
Producido por la falta de demanda, la deflación es muy perjudicial para la economía porque los consumidores pueden aplazar aún más sus compras debido a que esperan a que los precios sigan bajando, lo que acaba por afectar duramente al crecimiento económico.