Los bancos acreedores de Sacyr, a los que la constructora debe 18.550 millones de euros (12.476 millones si se descuenta la venta de Itínere), están dispuestos a renegociar las condiciones de la deuda, especialmente la vinculada a Repsol, a cambio de una serie de condiciones. La más importante: que se produzca un relevo en la presidencia del grupo, ocupada por Luis del Rivero, que ha perdido la confianza de los acreedores y de parte de su propio consejo de administración.
Santander, Citi, Calyon y Caja Madrid, las cuatro entidades que lideran el críédito sindicado de 5.200 que Sacyr pidió para desembarcar en la petrolera española, no están de acuerdo con la forma en que Del Rivero está gestionando la crisis de Sacyr. Su posición tambiíén es compartida por una parte del consejo de la constructora, que considera necesario y positivo para el futuro de Sacyr que su presidente abandone el cargo o se aleje temporalmente del centro de decisiones.
Nuevo esquema
La salida del Luis del Rivero propiciaría la permanencia de Sacyr en el accionariado de Repsol bajo un nuevo esquema financiero, que permitiría al grupo constructor mantenerse en la petrolera sin la actual urgencia vendedora. Una parte del núcleo duro de Sacyr, entre los que se encuentran Juan Abelló (10%) y Demetrio Carceller (6%), defiende esta vía de salida y están tratando de sumar apoyos en el consejo de administración.
Fuentes financieras indican que Torreal, el vehículo inversor de Abelló, ha sido el encargado de reconducir, directamente, las negociaciones en la venta de Repsol. Los accionistas de referencia de Sacyr, entre los que se encuentran varias cajas de ahorro y Mutua Madrileña quieren, además, dotar de mayor estabilidad a la constructora, cuya cotización ha descendido casi un 70% este año, por lo que acumulan minusvalías latentes multimillonarias.
Una parte del núcleo duro de Sacyr acumula minusvalías por la fuerte caída de la cotización
Hay accionistas que consideran que la figura de Del Rivero, excesivamente vinculada al actual Gobierno socialista, al menos mediáticamente, no contribuye a buscar soluciones políticamente neutras y viables para Sacyr.
Luis del Rivero, el mayor accionista individual de la constructora con el 13,75% del capital, ha adoptado una posición maximalista en la negociación sobre Repsol al pretender que Lukoil compre su participación a 27 euros por acción o más, lo que significaría un prima del 100% sobre la cotización.
Las exigencias económicas del presidente de Sacyr, las presiones políticas del PSOE y el PP y los recelos en torno a las verdaderas intenciones de la compañía rusa han entorpecido sensiblemente la operación con Lukoil.
Hay una dificultad mayúscula: el difícil encaje financiero de la operación. La petrolera rusa quiere comprar a críédito, subrogándose en los príéstamos de Sacyr para hacerse con su 20%. Los prestamistas exigen más garantías, además de las acciones de la petrolera española. Lukoil ofrece avales de bancos rusos.
Además, La Caixa, junto con Caixa Catalunya y Mutua Madrileña, quieren vender parte de sus acciones. Para impulsar esa transacción, La Caixa está dispuesta a actuar de financiador de Lukoil. Pero no todos los bancos del sindicato de Sacyr ven factible el acuerdo en esos tíérminos.
El problema para Sacyr es que, mientras la opción de Lukoil no sale adelante, debe encontrar una vía de urgencia que la saque de sus apuros. Según las condiciones firmadas con el sindicato de bancos, si los títulos de Repsol caen, la constructora tiene que poner avales adicionales.
Juan Abelló y Demetrio Carceller, partidarios de la renegociación del críédito de Repsol
Sacyr ya puso acciones de Testa, su filial de alquileres. Si los títulos de la petrolera bajan de 12 euros antes del 22 de diciembre o si caen por debajo de los 14 euros a partir de esa fecha, Sacyr deberá hacer nuevas aportaciones para avalar ese críédito. Una situación que tiene los accionistas de referencia de la constructora en permanente alerta.