Por... Claudio Della Croce
Mientras altos funcionarios del Mercosur y la Unión Europea han ratificado en los últimos días la firme voluntad política de alcanzar un acuerdo antes de fin de año, crecen las dudas y las demandas para trasparentar lo que se negocia en las reuniones, que hasta ahora se han mantenido en el más estricto secretismo.
En Argentina el Secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Horacio Reyser, afirmó en el Congreso de su país que se trata de una “inserción inteligente”, pero según los diputados presentes el hecho que se mantienen en completa reserva los criterios y posiciones que se presentarán por parte del Mercosur ante la nueva ronda negociación.
Algunos legisladores argentinos suponen que no se llegaría a un entendimiento por el hecho que los europeos no ampliarían su oferta en relación a los temas críticos de la carne y los biocombustibles, pero no habría que descartar que los gobiernos del Mercosur terminaran aceptando las restricciones europeas a cambio de promesas de cooperación y/o futuras apertura.
Los presidentes de Argentina y Brasil, Mauricio Macri y Michel Temer, con el aval silencioso de Paraguay y Uruguay, están decididos a mostrar su voluntad de “abrirse al mundo” aceptando las exigencias europeas de no hacer mayores concesiones a la demandas de apertura de sus mercados agrícolas (sus oferta de apertura para las carnes y biocombustibles es aún menor que en propuestas anteriores).
En el marco del clima político anti-TLCs existente en los países europeos cooptado por el avance de una derecha regresiva el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, desea demostrar a su opinión pública que gracias a la actitud aperturista de los gobiernos neoliberales del Mercosur, Europa solo obtendrá beneficios del acuerdo no solo por ganar mayores mercados para los productos europeos ante el ahorro de más de 4,400 millones de euros (5.200 millones de dólares) que representaría tres veces más que las reducciones logradas en recientes negociaciones con Canadá y Japón.
Asimismo, garantizaría a los europeos, entre otros beneficios, mayores ingresos para sus empresas por la mayor apertura en áreas de servicios, incluyendo en particular el sector financiero, compras públicas, y la mayor extensión para la protección monopólicas de sus patentes medicinales.
El economista y docente de la Universidad de Buenos Aires Jorge Marchini señala que de avanzarse en la firma inmediata del acuerdo en las condiciones planteadas, aunque fuera en forma preliminar y estuviera pleno de expresiones de deseo de cooperación y complementariedad, y tal como ha ocurrido con otros países con acuerdos europeos en la región, es de esperar que ahondará las asimetrías y el desequilibrio en las relaciones comerciales y económicos en general de la región con Europa ya en la actualidad crecientemente deficitarias tanto en comercio como en el movimiento de capitales.
A su vez, el eurodiputado Helmut Scholz, coordinador de la bancada de Izquierda Unitaria (GUE/NGL) para los asuntos de comercio internacional, señala que “una apertura precipitada a una economía como la europea puede tener consecuencias dramáticas en el Mercosur para el empleo, en particular el industrial, la seguridad alimentaria, enfocando el uso de la tierra hacia los productos de exportación como el etanol”.
Y también, agrega, “para la estabilidad financiera de la región, dado que la liberalización financiera limita fuertemente el espacio político de los gobiernos para reaccionar ante cualquier futura crisis financiera, que desafortunadamente no tardará, considerando que los gobiernos no han reaccionado con decisión después de la crisis del 2008″.
La desinformación y el secretismo
La desinformación sobre el tema ha logrado que reine cierta confusión, desconocimiento y/o una pérdida de foco de atención sobre el acuerdo y sus consecuencias en los sectores progresistas.
Los europeos han sido muy inteligentes en presentar este acuerdo como distinto a ALCA, aunque sus condiciones y exigencias serían aun mucho más severas. También contribuye a la desconcierto por esta negociación históricamente regresiva, el hecho que la mayor parte de las organizaciones y movimientos anti-globalizadores (muchos de ellos con apoyo de fondos públicos europeos o de partidos políticos que apoyan el acuerdo) concentran en la actualidad su atención solo en la próxima Conferencia Ministerial de la OMC en Buenos Aires a principios de diciembre.
Lo paradójico es que mientras se pone toda la atención en la muy paralizada Ronda de la OMC, en una reunión en la cual no se esperan novedades, tal vez el mismo marco sirva para “sacar de la galera” el anuncio del acuerdo Mercosur- Unión Europea con un abrazo de los presidentes del Mercosur con Juncker. Si así ocurre, podría quedar hacia la historia como una muestra más de las dificultades existentes para los sectores de izquierda y progresistas para ubicarse en forma efectiva y no solo declamativa en este período de tantos cambios y desconcierto.