Los alcistas ya habían demostrado el viernes pasado en Nueva York -no así en Europa- que iban a dar la batalla hasta el último aliento para evitar que el reciente intento de rebote diera paso a una nueva vuelta a mínimos anuales. Ayer lo confirmaron tanto en aquí como allí, donde la remontada prosiguió aunque se moderó al cierre.
Y, como siempre ocurre en este mercado tan volátil, el movimiento fue mucho más fuerte de lo que cualquiera podía esperar: ahí está ese 8,76% del EuroStoxx.
En EEUU no se alcanzaron esas cifras, pero el rebote es muy importante si se suma al del viernes: el Dow Jones se anotó el 3,46% hasta su nivel más alto en un mes (y llegó a rozar los 9.000 puntos), el S&P 500 subió el 3,84% y el Nasdaq se fue hasta el 4,14%. La gran novedad fue la mejora del volumen que acompañó a la subida en Wall Street, que puede ser una señal de que esta subida es más sólida que las anteriores. El esperadísimo rally de fin de año puede haber comenzado.
Tambiíén sabíamos que sólo había un elemento fundamental positivo al que podían agarrarse los alcistas en medio del hundimiento de la economía y de los beneficios empresariales: los planes gubernamentales de rescate. Ayer se confirmó que el Gobierno norteamericano no va a dejar caer a los tres grandes de Detroit y Obama presentó un plan de inversión en infraestructuras, y eso fue lo que impulsó principalmente las subidas en Wall Street.
¿Será suficiente este argumento para mantener viva la subida de aquí a fin de año? í‰sa es ahora la gran pregunta, y la respuesta dependerá -aparte del efecto maquillaje para reducir algo las píérdidas anuales- de si el mercado considera que ya ha descontado el peor escenario posible y empieza a pensar en un suelo de la economía el próximo verano, o si sigue pensando que lo peor está por venir y que todavía tendremos que esperar mucho para que comience la recuperación.
De momento, los datos económicos seguirán sin apoyar a los alcistas. Hoy tendremos las ventas pendientes de viviendas, para las que las expectativas son muy oscuras. Pero ayer el efecto beníéfico de los planes gubernamentales permitió un rebote del 7,62% en el petróleo hasta 43,92 dólares, y una relajación de los bonos, cuyo rendimiento subió hasta el 2,74%.