UN RELATO DE LA REALIDAD (obligada lectura de lo que están haciendo nuestros políticos en contra de la gente )
Este mediodía, volvía de trabajar desde Gasteiz a Durango, y después de atravesar Legutio, en el desvío hacia Urkiola, he visto a un señor de entre 50 y 60 años haciendo auto-stop.
Me ha extrañado mucho ver a una persona de esa edad "haciendo dedo", y he parado en el arcén para preguntarle si necesitaba ayuda o le podía acercar a su casa o algo.
Vestía una sudadera azul, unos vaqueros y unas zapatillas deportivas, barba de un par de días, y no me parecía que tuviera aspecto desaliñado.
Al acercarse a la furgoneta, abre la puerta y me dice:
-"Hola, buenos días, gracias por parar, voy hacia Durango".
Yo le contesto:
"De nada, hombre, yo también voy hasta Durango, sube que te llevo".
El hombre se monta en la furgo, se abrocha el cinturón de seguridad y me dice:
-"Muchas gracias, de verdad, estaba haciendo auto-stop en la entrada de la Autopista de Gamarra pero ha parado la Ertzaintza y me ha dicho que ahí no podía estar y que me tenía que ir, y que por esta vez pasaba pero que eran 300 € de multa, que en las autovías no puede haber peatones y tal. Es que tengo que llegar a Donosti antes de que cierren el albergue, y he pensado que si me ponía en la entrada del autopista alguien podria llevarme hasta Eibar o igual más.
Pero como me han echado de allí, pues he venido andando hasta aquí a ver si alguien me paraba y me acercaba hasta Durango.
Es que si llego tarde al albergue me quedo sin cenar y tengo que dormir en la calle. Y por las noches ya hace frío".
Me he quedado de piedra al escucharle.
Todavía no me había puesto en marcha, le estaba mirando y cuando me ha devuelto la mirada he visto la tristeza y la amargura en sus ojos.
Nos incorporamos a la carretera, y hemos comenzado a hablar. Mejor dicho, le he hecho una pregunta acerca de su situación, le he comentado que me había sorprendido verle "haciendo dedo" y que he parado porque he pensado que podría estar en un apuro y necesitar ayuda.
Y me ha contado lo que le había pasado. Ha comenzado a hablar y me ha contado lo siguiente:
"Verás, yo soy de Orduña y tengo 59 años. Estudié Maestría Industrial y a los 18 años empecé a trabajar en una fábrica en mi pueblo. He trabajado en la misma fábrica más de 35 años, pero con la crisis, la fábrica cerró y nos quedamos todos en la calle, a mí me pillo con 55 años. Como a esta edad ya no te contrata nadie, estuve cobrando el paro hasta que se me acabó, y con el paro y unos ahorrillos que tenía pues podía ir pagando la hipoteca del piso y así iba tirando.
Pero cuando se me terminó el paro y los ahorros ya no pude pagar la hipoteca.
En seis meses, el Banco de Santander se quedó con mi casa, y yo en la calle. Me faltaban por pagar 30.000 €. Ya había pagado 125.000 €, pero al dejar de pagar seis meses, el Banco se quedó con el piso. Y como no tengo familia, ni dinero, ni sitio a donde ir, pues ando de albergue en albergue porque sólo puedo estar tres días al mes en cada albergue, porque estoy empadronado en Amurrio, y para tener derecho a la plaza del albergue tienes que estar empadronado en Bilbao, o en Donosti, o en Gasteiz.."
Yo no me podía creer lo que estaba oyendo. Y le pregunto:
-"Pero habrás ido a los Servicios Sociales, tiene que haber ayudas para personas en tu situación!!"
Y me contesta, con mucha calma y con voz baja:
-"Si que he ido,sí. Estuve con la asistenta social del Ayuntamiento de Amurrio, ella me dio la lista de los albergues municipales, sólo hay en las capitales. Cuando le conté lo que me había pasado, me dijo que solicitara la RGI, pero que como no tengo cargas familiares, ni mujer ni hijos ni padres ni nada, pues solo me corresponde el 30% de la RGI, una miseria, ya ves."
-"También hablé con un abogado del pueblo, le dije que no le podía pagar pero le pregunté si se podía hacer algo con lo del piso y el Santander, y me contestó que me olvidara del piso porque no lo iba a recuperar, pero que sí que me tendrían que devolver una parte de lo que ya había pagado. Que tasarían el piso y que, según el valor actual del mercado, me devolverían la parte proporcional de lo que yo ya había pagado. Pero que como el banco es poderoso y tienen su ejército de abogados, recurrirán las sentencias hasta el Tribunal Supremo y tardaré en cobrar lo que me quieran devolver por lo menos cuatro años. Y así estoy, después de 35 años cotizando, durmiendo nueve días al mes en los albergues y eso suponiendo que haya alguna plaza libre. El resto del mes en la calle y comiendo de lo que me dan."
Se me saltaban las lágrimas al oírle, no daba crédito a lo que me estaba contando.
-"No puede ser, pero si hay centros de acogida y eso.." - le comento-
-"Pues así es, amigo. Mira, el otro día en el albergue de Bilbao me dijeron que no quedaban plazas, les dije que a ver si por lo menos me podían dar algo de cenar, que llevaba todo el día sin comer, y me contestaron que tampoco, que las cenas eran de un servicio de catering y que tenían tantas cenas como camas, y que si me daban de cenar a mí, el que tenía la cama adjudicada se quedaría sin cenar. Así que me quede sin cenar y sin cama. El albergue estaba lleno de inmigrantes ¿sabes?. Es que los inmigrantes tienen más derechos que yo..
Esa noche fui a dormir a la estación de la Renfe, pero el Guarda de Seguridad me echó de allí cuando llegó el último tren porque la Estación cierra de noche, cuando no hay trenes.
Así que al final me senté en un banco de un parque, dando cabezadas. A las cuatro de la madrugada, una patrulla de la Policía me despertó y me pidió la documentación. Le dije que no era un delincuente, le di la documentación y le conté mi situación. Uno de ellos fue al Patrol a comprobarla o algo y, al volver, venia cagándose en Dios y en todos los Santos, me dijo que no me podía llevar al cuartel porque no estaba detenido ni nada, ni podía invitarme a cenar porque eran las 4 de la mañana y estaba todo cerrado. Me dió un billete de 20€ y me dijo que por la mañana, a las seis, abrían un bar allí cerca y que podría desayunar. Era un sargento de la Guardia Civil, de esos que llevan una boina verde.."
A estas alturas del relato, a mí la ira ya me estaba comiendo las entrañas.
Y el hombre seguía contando:
-"Yo no es que tenga nada contra los negros ni los moros o los rumanos, pero no puedo entender que después de 35 años, 5 meses y 10 días cotizados a la Seguridad Social, todos mis derechos sean a tres noches de cama por mes en un albergue y sin embargo los inmigrantes, sin papeles ni nada, sin haber cotizado ni un duro, puedan estar todo el tiempo que quieran. De verdad que no lo entiendo".
Joder, ni yo tampoco. Es que me parece surrealista, pensaba yo.
"Y así estoy ahora, amigo."- me decía el hombre-
"Menos mal que en el albergue de Gasteiz hay consigna y puedo dejar allí la mochila con la ropa un mes, y voy a Donosti con la única ropa limpia que me queda, y con una maquinilla de afeitar en el bolsillo, para poder asearme un poco. Pero tengo que llegar a Donosti antes de que cierren o me vuelvo a quedar en la calle y sin comer ni cenar, por que no tengo ni un céntimo. Así que gracias por llevarme a Durango, a ver si tengo suerte y me recoge alguien que vaya a Donosti y llego a tiempo al albergue.."
Llegamos a Durango, y yo ya llegaba tarde a una reunión de la empresa, pero la verdad es que en ese momento me la sudaba completamente.
Y me dice el hombre:
-"Bueno, pues muchas gracias, ya me puedes dejar por aquí donde quieras..."
Y le contesto yo:
"No te preocupes, mira, esto es lo que vamos a hacer"
Saqué mi cartera del bolso, miré lo que tenía y se lo puse en la mano. 22 euros con 60 céntimos. No tenía más.
-"Con esto te puedes pagar un menú del día y el billete del bus o del tren a Donosti. Si quieres te acerco a la parada del bus o a la Estación del tren, como prefieras".
Y el me contestó.
"Muchas gracias, amigo, pero prefiero que me dejes en la carretera, cerca de la autopista. Si alguien me lleva a Donosti, con estos 20 euros puedo comer tres días. Si no me lleva nadie, entonces cogeré el autobús. Pero tengo que llegar antes de que cierren el albergue..."
Se bajó de la furgo en la rotonda de acceso a la Autopista, y me volvió a dar las gracias, una vez más.
Yo me fui a la reunión de la empresa, con lágrimas en los ojos, el corazón roto y el alma rebosante de ira.
Y mientras llegaba a mi destino, iba pensando en que especie de mierda de país vivo, que acoge a los de fuera (que está muy bien) y excluye a los de casa (que con sus impuestos hacen que el de fuera tenga cena y cama, aunque para él no haya).
Tiene cojones el tema.
Aquí, cualquier día va a pasar algo gordo...