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Residentes del purgatorio
Los orígenes de esta aparición milenaria pueden tener sus raíces en creencias celtas que, en sagas y petroglifos, expresan rotundamente las apariciones de los espíritus nocturnos con una naturalidad pasmosa. El noroeste de la Península Ibérica y, en particular la comunidad de Galicia, fue el lugar por antonomasia de asentamiento del pueblo celta. Muchas de sus tradiciones impregnan enormemente el imaginario gallego, pero cuando se implantó el cristianismo, la Iglesia, al no poder erradicar estas creencias populares tan arraigadas, se limitó a cristianizar costumbres y relatos de origen pagano sobre el culto a los muertos.
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De esta manera se dan a conocer las famosas historias de las procesiones de los muertos penitentes. La leyenda de la Santa Compaña cobró forma como un relato de muertos que perecieron en pecado y que, tras su muerte, penan por un período de tiempo indefinido, vagando por los caminos hasta alcanzar así el cielo de forma eterna. La Iglesia Católica, más benévola en este sentido, da una solución más asequible al vagar eterno de aquellas almas sin fortuna, convirtiéndolas en residentes a tiempo parcial en el purgatorio.
La Santa Compaña es un claro intento poético de curar las heridas causadas por la tragedia que nos impone la vida en su actual estado de conocimiento
La Santa Compaña es una historia (o mito) que integra todas las características clásicas de los populares fantasmas, la herencia de toma de consciencia de los pueblos neolíticos en lo relativo a la migración a otros mundos y las culturas “heréticas” y paganas asentadas previamente en estas tierras. ‘La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos’, obra del escritor Elisardo Becoña Iglesias, estudia este tipo de apariciones con una amplia profusión de datos que ilustran detallada e inquietantemente este fenómeno, que es motivo de debate entre historiadores y profanos, entre observadores experienciales y legos, entre creyentes y descreídos. Destaca en ella el autor de manera vehementemente, el acogerse al amparo de un cruceiro, si es que este está a mano claro.
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Qué es la compaña
Cuando llegan las doce de la noche una procesión de almas en pena se apodera de los caminos. Sus integrantes van envueltos con sudarios o sábanas blancas y descalzos. Esta siniestra estampa es acompañada por el tintineo de la luz de los candiles, velas o huesos ardiendo que éstos portan. Las luces no se ven, solo se percibe el olor de la cera que arde (J. Rodríguez López, 1948:187-88) y de la Compaña, solamente se percibe el rumor del viento a su paso y un miedo incomprensible.
Suelen ser cinco:
el portador de la cruz que recoge en la iglesia,
el que lleve el caldero con agua bendita y el hisopo,
otro que lleva una campana y el farolillo,
otro un peto de ánimas
y finalmente el estandarte.
En ocasiones van acompañados por lo que se llama «visión», que es un féretro llevado por los de la Compaña precediendo al que va a morir.
En otras ocasiones les acompaña un vivo, que está condenado a vagar toda su vida con ellas a no ser que se consiga deshacer de la cruz pasándosela a otro vivo.
En algunas ocasiones destaca una figura espectral, alta y extremadamente delgada, con cara de esqueleto, la Estadea. Ésta es quien posiblemente dirija la Compaña.
Estos objetos sin lugar a dudas tienen un carácter litúrgico y es difícil quitar el velo de la Iglesia hoy en día y con tan pocos estudios sobre el tema. Sí se sabe que esta tradición tiene origen en las antiguas creencias célticas.
Si una persona ve la Compaña ésta posiblemente muera en los próximos días, o si se da el caso de que la procesión lleve el féretro, en él irá la persona del pueblo que morirá a los tres o cuatro días.Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidas con túnicas negras o sudarios y capucha que vagan durante la noche con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera o incienso en el aire. Además de estas visiones hay otras leyendas que dicen que se nota un frío intenso siempre que aparece, además del olor y el sonido de cadenas como que también se dice que los fantasmas son como una niebla.
La procesión va encabezada por un vivo (mortal), el cual precede a la procesión y que bien puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa.
Se cree que quien realiza esa “función” no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, y únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Son condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta).
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Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla y a su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida y los gatos huyen despavoridos.
Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a “La Compaña”. Elisardo Becoña Iglesias, en su obra “La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos” explica que según la tradición, tan sólo ciertos “dotados” poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla o intuirla.
En unas versiones se cuenta que la luctuosa procesión transporta un ataúd en el cual hay una persona dentro, la cual puede ser incluso la persona que sufre la aparición siendo su cuerpo astral el que está en el ataúd. Se pueden aparecer en diferentes lugares, pero predominan las encrucijadas y hay fechas concretas en las que se dice que tiene más incidencia las apariciones, como por ejemplo, la noche de Todos los Santos (entre el 1 y el 2 de noviembre) o la noche de San Juan (24 de junio).
En otras provincias adyacentes a Galicia como Asturias también existe esta tradición conocida como La güestia o bona xente. Es un grupo de personas encapuchadas que se acercan a la casa de un enfermo moribundo, dan tres vueltas a la misma y el enfermo muere. Normalmente son conocidos del moribundo. Se dice que van exclamando “Andad de día que la noche es mía”. Se cuenta el relato de una mujer que salió de su casa a por castañas pensando que ya era de día y un miembro de la procesión le dijo que era su padrino entonces ya muerto. Le tendió la mano dándole la vela encendida, ella la cogió, y al cabo de unos días enfermo y murió.
En Extremadura, aparece el Corteju de Genti de Muerti, que se compone de dos jinetes fantasmales que causan el pánico de madrugada por los pueblos ya que quien los ve puede resultar muerto. En Zamora se la denomina La estadea y es una mujer que vaga por los caminos y los cementerios. No tiene rostro y huele a la humedad de los sepulcros. Sólo se aparece a aquel que va a morir. En León se la llama La hueste de ánimas.
Las numerosas leyendas sobre esta compañía de difuntos en pena cuentan que se aparecen en los caminos cercanos a los camposantos o en los cruces de caminos en busca de algo o alguien, y que siempre auguran un desastre o maldición. Y es que, queridos amigos, como dicen las almas en pena:”Andad de día que la noche es mía…”
La Compaña es propia de los caminos de Galicia, Norte de Portugal y Asturias (la antigua Gallaecia). El ámbito de actuación de la Compaña se circunscribe al territorio parroquial. Los difuntos de cada parroquia responden a la llamada del que lleva más tiempo enterrado, se levanta de la tumba, entran en la iglesia para coger lo que necesitan y, puntualmente, a las doce, se ponen a andar por los caminos. Algunas personas dicen que salen todos los días del año, otros, que solo en las noches de determinadas fechas o días de la semana (viernes y sábados) o algunos meses del año (marzo, octubre y diciembre).
Cómo poder ver a la Santa Compaña
En Galicia existe un poder, o extraña facultad, que permite a ciertas personas ver a las almas en pena y por ende, a la Compaña. A esta cualidad se la conoce como «corpo aberto» (the second sight en Escocia) y permite al que la tenga ver a las almas en pena (esto no siempre es malo) y a las personas que están a su lado, aunque no posean la cualidad, también pueden verlas. Para ello deben pisarle el pie izquierdo y con esto se transmite esta extraña facultad. En otras aldeas, se dice que para poder verla pasar, solamente se debe tocar el hombro de quien sí es capaz de verla.
Si se ve a la Compaña y esta no intenta contactar con el individuo, lo que logrará ver es una especie de preludio del funeral de un vecino que está próximo a morir.
Qué hace la Compaña y cómo nos libramos de ella
La compaña suele salir a las doce de la noche «Dende as doce á una corre a mala fortuna» («De doce a una corre la mala fortuna») aunque otras historias hablan de las nueve de la noche «Entre as nove e as dez, deixa o camino/noite para quen é» («Entre las nueve y las diez, deja el camino/noche para quien es»).
Antes de saber qué hacer tenemos que entenderla. ¿Por qué lleva un vivo la cruz? El vivo encabeza la Compaña. Es hombre si el santo patrón de la parroquia es varón, y será mujer, si esta es una santa (la de la parroquia). El portador de la cruz tiene que acudir siempre a la llamada de la Compaña y empezar puntualmente la marcha. Tiene la obligación de guardar silencio sobre su actividad nocturna.
La Procesión empieza dando vueltas alrededor del adro de la iglesia, cantando en latín. Luego suelen hacer el camino que se acostumbra a hacer en los entierros. A veces van en silencio o tacando la campanita.
La Compaña va a visitar las casas de los que están a punto de morir o les dejan un ataúd en la puerta como aviso de muerte. Otras veces, como en la historia que os contábamos antes, pueden estar representando el entierro de la persona que va a morir próximamente.
El mayor peligro de encontrarse a la Compaña es si le acompaña un vivo y éste intenta librarse de la cruz. Para evitar cogerla debes saber:
abre los brazos en cruz y pronuncia «Cruz teño» mientras el vivo te dice «Tócache a ti»
Lleva los brazos cruzados
Lleva las manos ocupadas con alguna cosa como un palo o una piedra.
Tírate al suelo y hazte el muerto, boca abajo.
Haz un círculo con una cruz y quédate dentro de él hasta que pase.
Lleva en el bolsillo cuernos de vacaloura y ajo
Pero desde luego lo mejor, es que te apartes de los caminos a esas horas de la noche. La Compaña no puede salirse de los caminos, así que huye de ellos.
LA SANTA COMPAÑA EN PAÍSES Y REGIONES CÉLTICAS
La Santa Compaña de Irlanda es el Fairy Host, en las regiones altas de Escocia el sluagh (Mac Killop, 1998, p. 343), y en el País de Gales el toili (Parry–Jones, 1992, p. 6).
Irlanda
En Irlanda, el Fairy Host del “Otro Mundo” (la Hueste de los Espíritus), cuyos miembros se comportan como seres humanos cuando se encuentran entre ellos, ha sido descrito por varios autores (Lady Gregory, 1970, p. 170). El conocido erudito Ó hÓgáin considera el origen del Fairy Host como claramente céltico (1991, pp. 188–189).
Este tipo de aparición está muy bien representado en uno de los más arcaicos cuentos orales céltico –irlandeses, The Adventure of Nera, en el que una hueste de espíritus del “Otro Mundo” realiza una visita al mundo de los mortales (Dillon and Chadwick, 1973, p. 185; Cross and Slover, 1996, pp. 248–253).
El Fairy Host aparece también en una reciente obra de Brian O’Doherty, donde Old Biddy, uno de los principales personajes, le dice al Padre Mc Greery: “Oh, ¡Santos de Jesús!… Acabo de ver a las mujeres difuntas de este pueblo caminando delante de sus casas” (O’Doherty, 2000, p. 36). Una mortífera enfermedad había afectado a los habitantes de la pequeña aldea situada en lo alto de las montañas de la isla, causando la muerte de la mayor parte de las mujeres. La aparición que vio Old Biddy pronto comenzó a ser vista también por el cura párroco de la aldea, el Padre Mc Greery. Esta aparición es claramente el fairy host.
País de Gales
Parry–Jones (1992, p. 6) describe minuciosamente al toili, o funeral espectral de Gales, y sus “figuras fantasmagóricas o espíritus de almas mortales que se presentan en forma portentosa”. En los archivos del Museo Nacional de Gales han sido y siguen siendo recogidos numerosos testimonios de personas que aseguran haber visto al toili. Uno de ellos (Tape, MWL, pp. 2914–2915), es el de Cassie Davies (1898–1988), de Caer Tudur, Blaen Caeon, registrado el 9 de Sept. de 1970. Su padre le contó el episodio en el que Dafydd Morgan vio una noche una procesión funeral fantasmagórica, un toili. Su padre le contó también como la visión de un toili significaba la cercana muerte de una persona de edad de la vecindad, y otros signos del toili que anunciaban muertes, tales como luces muy brillantes, y extraños ladridos de perros, pájaros negros, y sonidos musicales parecidos a campanas.
Escocia
En Escocia, los sluagh, sluagh–sithe, o sluagh na marbh (Mac Gregor, 1891; Briggs, 1976), han sido descritos en el folklore gaélico–escocés como “huestes de los muertos no–perdonados, los más tremendos e impresionantes de todos los seres sobrenaturales de Escocia” (Mac Killop, 1998, p.343). Anne Ross (2000, p. 246) considera que “de acuerdo con las antiguas creencias célticas existen fuertes lazos de conexión entre el fairy host y las almas de los difuntos”. De hecho, tanto en el NO de España como en Irlanda ha persistido la idea de que los muertos siguen viviendo al lado de los humanos en forma fantasmal (Alonso Romero, 1996, p. 157), y de que suelen reunirse en grupos en Samain, la víspera del 1 de noviembre, que es la fiesta de los muertos (Ó hÓgáin, 1999, p. 32). Además, el “Día de los Fieles Difuntos” es en muchos sentidos una clara perpetuación del arcaico festival céltico de Samain (continuado también en las presentes celebraciones de Halloween), cuya importancia en el folklore europeo ha sido descrita ampliamente por diversos autores (Hutton, 2001, pp. 360–370; Danaher, 1972, pp. 268–278). Este dato de que la Compaña de Irlanda suele reunirse con preferencia durante Samain, el 1 de noviembre, coincide con la descripción de Sotelo Blanco arriba indicada de que la Santa Compaña de Galicia suele aparecer “en la noche de Fieles Difuntos”.
El nombre sluagh proviene del gaélico–escocés sluagh, que significa gente, multitud, compañía, ejército. También existe la expresión sluagh na marbh, compañía de muertos. Las sluagh son ánimas de los muertos nó–perdonados del folklore gaélico–escocés que aparecen desde cualquier dirección, pero nunca desde el Este, y generalmente vuelan o se deslizan casi a ras de tierra en forma de media luna, como una banda de pájaros. Se dice que pueden agarrar a una persona y llevársela consigo, trasladándola por el aire a largas distancias, de una isla a otra. Aunque a veces se han descrito algunas acciones benévolas que han realizado a favor de los mortales, en general no traen al hombre más que funestas predicciones y consecuencias. Suelen ser vistos más a menudo tras el crepúsculo, durante la noche, cuando aparecen rodeados de brillantes luces. Aparecen siempre en compañía, en forma de banda, y los que se atreven a mirarlos desde un lugar oculto pueden creer reconocer entre ellos a algún o algunos vecinos de la misma aldea. En general no son vistos por todos los habitantes de la aldea o lugar, sino sólo por aquéllos que poseen “the second sight” (una especie de extra–visión). Lo que esos videntes ven a veces es simplemente el preludio del funeral de un vecino. Si un caminante es sorprendido por una procesión de sluagh, puede ser obligado a seguir con ellos en contra de su voluntad y pasar así toda la noche con la compañía hasta la madrugada, en que es abandonado en cualquier lugar. Esta horripilante experiencia puede dejar a esta persona afectada por días, meses o el resto de su vida. A veces son vistos en los cementerios (J. F.Campbell 1860–90; J. G. Campbell, 1900 y 1902).
Todas estas creencias de las gentes de Escocia son casi idénticas a las de Galicia, Asturias y Portugal. En Escocia se cree también que el sluagh a veces hace daño a los ganados. Su nombre ha quedado establecido en el lenguaje popular gaélico con la expresión “!Oh shluagh!”, que es una llamada simbólica pidiendo socorro o ayuda a las fairies en una situación de necesidad o peligro