ELMUNDO.ES/MANUEL AGUILERA
PALM BEACH (FLORIDA).- El pasado fin de semanas en las oficinas que tiene el Banco de Santander en Brickell había una actividad inusual. Tocaba hacer recuento de los clientes a los que se les había vendido fondos de inversión con la garantía del sello Bernard Madoff. Con el dolor reciente del batacazo de millones de euros perdidos por la quiebra de Lehman Brothers.
Florida era uno de los principales caladeros para la pesca de clientes del ex presidente del consejo de administración de Nasdaq. De hecho no era extraño verle jugando al golf en el exclusivo Palm Beach Country Club de Florida.
Aún así a Madoff no le gustaba alardear de su riqueza como a otros personajes de Wall Street. "Tenía una reputación tremenda en el mercado y eso nos daba una gran tranquilidad a la hora de ofrecer sus fondos", se lamenta una alto directivo del Santander en Miami.
Estos días en los alrededores del Palm Beach Country Club se pueden ver más periodistas que miembros de su distinguida clientela. La mayoría de ellos son de origen judío. De hecho Madoff donaba periódicamente cantidades importantes de dinero a organizaciones caritativas de esta comunidad.
Mucho de los hombres que pasan las horas muertas en este refugio para millonarios procedentes de todos los puntos de Estados Unidos habían confiado ciegamente en Madoff, un hombre que se jactaba de no aceptar dinero de cualquiera. Diez millones de dólares era la cantidad ideal para abrir una cuenta en su empresa de inversiones. Ahora nadie puede creerse lo que ha pasado: "Todo el mundo está en estado de shock. Es un poco violento venir por aquí", comenta un hombre de edad avanzada.
Todos lo miembros del Country Club que aceptan hablar con los periodistas apuntan a Carl J. Shapiro y su yerno Robert M. Jaffe como los principales embajadores de Madoff, que era socio desde 1996.
Saphiro, de 95 años, y Jaffe, de 64, eran los intermediarios entre Madoff y todos aquellos socios que querían invertir su dinero en la firma del reputado hombre de Wall Street.
Lo que nadie duda es Saphiro y Jaffe desconocían que el negocio de su amigo era un fraude: "Ellos son los primeros afectados. Han invertido tambiíén su dinero y están pagando con su reputación", afirma otro miembro del Country Club con pocas ganas de hablar.
Bernard Madoff y su esposa Ruth compraron su casa en la zona de North Lake Way en 1967. La vivienda, junto al Flagler Memorial Bridge, cuenta con cinco dormitorios y siete baños y perteneció anteriormente a Herbert y Hillary Pullitzer. El matrimonio pasaba la mayoría de su tiempo entre esta mansión, valorada en más de nueve millones de dólares y un apartamento en Manhattan.
La caída de Madoff ha supuesto un mazazo para la comunidad judía del sur de la Florida. Uno de sus miembros más destacados es Norman Braman, dueño de los concesionarios de coches Braman Motor y miembro de la Federación Judía de Miami, donde nadie quería ayer contestar a las llamadas de la prensa. í‰l ha sido uno de los pardillos que ha caído rendido a los cantos de sirena de Madoff en Palm Beach Country Club. Braman todavía no se lo explica: "Su reputación era estelar y tu eliges donde invertir tu dinero basándote en la reputación de quien te ofrece la oportunidad".