Necesitamos definir ahora otro tíérmino. Veremos que, en realidad, la noción que tienes acerca de lo que es tu espíritu, mi espíritu, el espíritu de íél, el espíritu de ella y así sucesivamente, es un concepto lineal, limitante y, sencillamente, equivocado. Una vez que seas capaz de trascender los niveles más bajos de la separación del plano físico, sólo habrá el ESPíRITU --una energía, siempre cambiante, que es y está en unicidad consigo misma; que has llamado Dios, Todo Lo Que Es, la Fuente, el Gran espíritu, y un sinnúmero de otros nombres. Yo uso la palabra en mayúsculas ESPíRITU para estos casos en que la separación es innecesaria. En otros casos uso la palabra "yo-espíritu" para denominar una porción individualizada del ESPíRITU, asociada contigo, como una encarnación y con todas tus encarnaciones a lo largo del tiempo, y además asociada con los niveles no físicos y más elevados de tu ser. Pero, recuerda, hemos transigido con esta definición para podernos entender solamente; sólo hay un ESPíRITU. Voy a usar ambas definiciones indistintamente.
El ESPíRITU aparenta individualizarse para poder ejecutar una función específica, tal como la de ser tú. El ESPíRITU opera a travíés de un pequeño punto o foco, específico de tu conciencia, el cual se encuentra concentrado en el interior de tu cuerpo físico. Este es el tú que se conoce a sí mismo como el tú, como tu personalidad, y es lo que yo denomino el "yo-ego". Tú, tu ego, es una manifestación de ti, de tu yo-espíritu, pero con una peculiar característica, propia del "yo-ego": desconoce que pertenece al ESPíRITU, quiero decir, ¡hasta ahora!
El tíérmino "yo-ego" no lo uso para disminuirte de manera alguna, sino para re-enfocar tu atención, desde tu ego que mira hacia afuera, hacia lo que en verdad eres: un punto focal que mira hacia adentro, desde el interior de tu "yo-espíritu". Esto a la vez, es la función de tu ESPíRITU. En otras palabras, eres el ESPíRITU en acción.